Salí de casa

Descubrí una tarde el Tao tumbada sobre el césped. La no acción, no tengo que hacer nada

Beatriz Torres
22:50 • 30 ago. 2023

Volé de Almería a Bruselas, y luego en el mismo aeropuerto de Charleroi tenía que buscar la estación de tren para llegar a Soignies, una pequeña ciudad belga donde se celebraba un simposio de escultura



Tuve que atravesar todo el aeropuerto siguiendo la señal de salida, como me había indicado una argentina (la primera persona que escuché hablar en español), y después bajar dos plantas hasta llegar a las vías del tren. Yo llevaba el billete impreso, no obstante no sabía cuál era mi tren. Pregunté todo lo que pude hasta que una revisora me dijo en italiano que era el próximo, pero una pareja que lo oyó, con mucha alegría me decía, español, español. Llegué a pensar que eran españoles, sin embargo eran una holandesa y un italiano los que me advertían que el próximo iba para Ámsterdam, y el siguiente era el mío, que mirara la hora en el panel, que aquí los trenes eran muy puntuales.



Y efectivamente así fue. Por el camino, cuando salíamos a la superficie veía el cielo gris, y todo el paisaje me parecía gris, entonces me dije, adiós al sol de España (en cierta medida ya sentía nostalgia, a pesar de ser tan abrasador). 



Alojada en una casa encantadora, con un jardín muy romántico, al lado de una capilla con vidrieras góticas, descubrí una tarde el Tao tumbada sobre el césped. La no acción, no tengo que hacer nada, nada me obliga, respiro y soy. 



Al día siguiente llovió y necesitaba fotografiarlo: la mesa y las sillas del jardín, los charquitos en el porche. De pronto surgió un rayo de sol y en el cielo apareció el arcoíris. Una maravilla.



Me vine con Vida y destino, y he conseguido avanzar algo. Me he encontrado con frases demoledoras. Pero lo más destacado ha sido la convivencia entre ocho personas, la mayoría desconocidas entre sí.



Es muy bonito estar juntos y conocerse.




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