De la escalera de Juan de Orea al artesonado: los tesoros ocultos

De la escalera de Orea solamente quedaban 31 fragmentos originales, el resto se ha reproducido

Balconada coronada por el escudo de Carlos I
Balconada coronada por el escudo de Carlos I Néstor Cánovas
Lola González
21:16 • 20 dic. 2022

Para aquellos que recorrieran por última vez los pasillos del Hospital Provincial, de cualquiera de sus pabellones, cuando todavía se utilizaba como centro sanitario, será un milagro volver a pisar los mismos suelos y no reconocerán mucho más allá del zócalo tras entrar bajo la puerta diseñada en la época de Carlos I y la distribución del patio interior. De todo lo demás, poco queda, y es que el inmueble ha desandado en el tiempo para reencontrarse con su versión más original.



Todo arranca en la misma fachada de la calle Hospital. Allí, pequeñita, como un arco de medio punto protegida a través de un cristal, se encuentra la entrada original del inmueble en el siglo XVI puesta en valor e iluminando el interior tras años de olvido.






Pero los cambios también llegan a la puerta principal con la colocación de la corona sobre el escudo real de Carlos I en forja reproduciendo la que en su día estuviera esculpida en piedra y que se destrozó durante las movilizaciones de ‘La Gloriosa’.



Traspasamos la puerta y en la izquierda nos recibe una estancia coronada por un artesonado y al fondo, una pintura que reproduce la escultura de Santa María Magdalena que Pedro de Mena realizara en el siglo XVII y que se expone en el Museo del Prado.






Evidentemente el cambio en el patio es espectacular así como en las diferentes salas. En ellas se ha trabajado en la estructura de las grandes columnatas y en sus artesonados, pero en esta planta baja dos son los grandes elementos recuperados: la escalera de Juan de Orea y la restauración del escudo del Obispo Villalán.





El segundo preside la entrada hacia la primera. Ahora luce luminoso tras eliminarse varias capas de betún que oscurecían su visión. 


El rescate
Pero el gran hito de los últimos pasos de estos trabajos es la reconstrucción de las escaleras destruidas en 1937 por la construcción de un refugio durante la Guerra Civil y que permaneció emparedada durante casi 70 años hasta su actual recomposición con los 31 fragmentos originales preservados, junto a la reconstrucción digital de otras piezas mediante un procedimiento informático sin el cuál habría resultado imposible llevar a cabo el proyecto. Allí se puede disfrutar de uno de los símbolos de Villalán, los perros alados.



Subiendo a la segunda planta te recibe la sala de enfermos presidida por la inscripción de Carlos I, y allí, dejan sin palabras los 37 metros de artesonado mudéjar totalmente rehabilitado y que no ha conocido ningún almeriense nacido después del siglo XVIII en toda su magnitud ya que durante años se tapó una de sus partes.


Esa sala, que pasó a ser farmacia, cuenta con una gran mesa de mármol cuyo uso se debate entre las autopsias y la realización de fórmulas, y una pila en la que aún se pueden ver los surcos provocados por los materiales corrosivos utilizados en muchos casos.


En una de las salas aún se están sacando a la luz esgrafiados para dar paso a la galería exterior, lo que en su día fue un espacio para recibir curas de sol, desde la que se pueden contemplar las magníficas tejas que coronan los diferentes pabellones. 18.000 tejas totalmente rectas se han reproducido  siguiendo la misma técnica de antaño para uno de ellos.


Bajamos por la escalera de servicio recorriendo la antigua casa del ‘hospitalero’ y viendo el hogar de su chimenea, para alcanzar la zona de la antigua cocina en la que ya está puesta en valor la pila de piedra del siglo XVI.


Pendiente queda de la obra del entorno del edificio, la realización de los jardines que darán a la zona del Paseo de San Luis para que todo quede al mismo nivel. Para eso aún quedan algunos meses de trabajos pendientes.


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