Hay pocos regalos de cumpleaños tan oportunos como el lleno de ayer. La Plaza de Toros de Almería, que cumple 125 años, vio como sus tendidos, sus gradas y sus andanadas se llenaban de público para presenciar los enésimos sueños de unos chicos que quieren ser toreros. Tampoco es mal regalo el calor del público para arropar tanta ilusión.

La Escuela Municipal Taurina de Almería ha vuelto a cosechar un nuevo éxito incorporando una clase práctica como prolegómeno de la Feria de Almería.

El cabeza de cartel, José Cabrera fue sustituido por el francés de ascendencia portuguesa João Machado que representó a la Escuela Taurina de Béziers. Cabrera estuvo en la Plaza, asistido por una muleta recién levantado de la cama tras la cogida que sufrió en Castellar (Jaén) y recibió no sólo el afecto de todos sino que también la montera de su compañera de la Escuela Sergio Roldán y del malagueño José Antonio Lavado.

Un nombre cabe destacar de esta clase práctica, como fue el del murciano Fernández de la Torre, que tiene de maestro en la Escuela Taurina de la Región de Murcia al diestro Pepín Liria.

Fernández de la Torre
Aunque no pasó del aprobado con el capote, Fernández de la Torre se apuntó al notable alto, sino al sobresaliente, manejando la muleta. Más comprometido que acertado con el percal, desató con la franela una exhibición de fundamentos y de sentido torero poco frecuentes en novilleros sin caballos, dejando constancia de que traía las lecciones bien aprendidas. El eral, que se arrancaba en largo y cabeceaba un poco, repetía con codicia, en tanto que el murciano lo desengañaba con la firmeza de un profesional sin olvidar tampoco que esto es un arte. Le dio distancia y permitió que el animal entregara la raza en los bien medidos muletazos del alumno de Murcia, plasmando una faena que  fue creciente en lucimiento y eficacia.

Sergio Roldán
El almeriense Sergio Roldán demostró la proyección de la que goza, aunque sin poder hacerle todo lo que hubiese deseado a su eral, que desarrolló algunas complicaciones. No obstante el elegante novillero, trató muy correctamente a su enemigo, al inicio de la faena, sometiéndolo por bajo con resuelta decisión. Y de ahí en adelante, se echó la muleta a la izquierda y basó su actuación tratando de torear al natural. Por la derecha, el novillo entraba protestando. La espada se le volvió contra él.

Rubén Martínez
El otro representante de la Escuela almeriense  se contagió de la impronta del eral, que se arrancaba sin tocar con acusado nerviosismo. Con todo, Rubén pudo dejar apuntes de sus progresos, que hubiese quedado patentes con más claridad de haber aprovechado el temperamento del animal para darle recorrido a los derechazos, sobreponiéndose a sus complicaciones

Miguel Andrades
El jerezano Miguel  Andrades cautivó a la Plaza con su bizarría y sus banderillas puestas a ley. Las tres de costumbre las remató con un par de cortas puestas al quiebro, tras citar de rodillas. Siempre, saliendo en torero de cada suerte. Lo malo es que le tocó el peor eral de la tarde y no pudo demostrar lo mucho que lleva dentro.

Mucho que aprender
Tanto el francés Machado como el malagueño José Antonio Lavado pusieron evidencia que aún tienen mucho que aprender. Toreando ante el público es como se termina de aprender a torear.