Rocío Segura, Arcángel y Mayte Martín, broche de oro del Festival de Flamenco de Almería
Rocío Segura, Arcángel y Mayte Martín, broche de oro del Festival de Flamenco de Almería
No podía haber tenido mejor colofón la segunda y última jornada del 47º Festival de Flamenco de Almería, que se celebraba anoche en la Plaza Vieja, ante una gran entrada de público y con un cartel que, si bien prometía, finalmente superó todas las expectativas. La terna anunciada, formada por la almeriense Rocío Segura, el onubense Arcángel y la catalana Mayte Martín, ofrecieron un recital de ritmos, de voces, de registros y de arte flamenco espectacular y brillante por todo lo alto, conquistando a un auditorio entendido y experto como es el que cada año se da cita en Almería, en las últimas ediciones en el marco incomparable de la Plaza Vieja.
Rocío Segura inauguraba la velada. Esta almeriense, de profunda familia flamenca, aseguraba estar “encantada de volver de nuevo al Festival de Almería y se estrenaba con un tango de La Marelu y las malagueñas de Baldomero Pacheco.
Acompañada por Luis Dorado a la percusión, el espectacular Antonio Patrocinio y Niño Seve a las guitarras y Alfonso León, Antonio Parra y Tolo Escavias en los coros y palmas, la Lámpara Minera de La Unión de 2000 dedicó la granaína ‘Se la regalé a mi madre’ “a lo más grande que se puede tener en la vida: un padre y una madre”, entre los aplausos y los ‘olés’ del público. La seguiriya ‘Mi pena es muy mala’ y el fandango ‘Te quisea y te quiero’ consiguieron poner en pie al público, a la par que la propia Rocío Segura terminaba esta última sin micrófono y al borde del escenario.
La almeriense no quiso acabar su actuación sin dedicar “a esta bendita tierra que me vio nacer, a mi Almería” un fandango de Huelva, incluido en su último disco, que dice aquello de “qué orgullosa estoy por dentro /de haber nacido en mi tierra” para añadir más tarde eso de “Almería, lo más bonito del mundo entero, trocito de Andalucía”, en una despedida apoteósica en su casa, su tierra y con su gente.
De Huelva a Almería
La voz especial, única, diferente de Francisco José Arcángel Ramos llenó acto seguido hasta el último rincón de la Plaza Vieja. El onubense fue encadenando todos los palos del flamenco sin dirigirse al público hasta que, casi al final de su actuación, dio las gracias “a todos los que permiten que sigan existiendo festivales de flamenco como éste, a pesar de los tiempos que corren y de que haya quien no se lo ponga fácil a una música tan nuestra y tan profunda como ésta del flamenco”.
Con Miguel Ángel Cortés a la guitarra, “una persona muy importante para mí en lo artístico y también en lo personal”, y acompañado por los ‘Melli’ (los hermanos Antonio y Manuel Jesús Saavedra) en los coros y por Agustín Diacera en la percusión, comenzó Arcángel su actuación con la malagueña de la Trini (“No se borra de mi mente / el día 14 de abril / y siempre tendré presente / que ese día me vi a las puertas de la muerte”).
Con la rondeña ‘Pa’ acabarlo de criar’ seguía el recital de registros de un artista con una voz peculiar en lo delicado y también en el momento de convertirla en un torrente que inunda todo aquello que encuentra a su paso. La Copla de Pedro el Morato terminaba de calentar el ambiente, con aquello de “Soy del Reino de Almería / donde nacen los tempranos / al amanecer del día / me encuentro a Pedro el Morato / vendiendo verdulería”, para dar paso, con los cinco artistas en pie al borde del escenario, a las bulerías ‘Revolverás’ (“Un inmenso naranjal / ‘toítas’ las naranjas verdes / y una sola colorá”).
“Es tanta la alegría que hay en mi casa, que a nadie yo le cuento lo que me pasa”, decía la letra de la cantiña, mientras el público disfrutaba del genio de un Arcángel que iba elevando su tono, salpicando su torrente con momentos de suspiro y susurro flamenco al oído de los cientos de espectadores que lo escuchaban sin pestañear. El final, no menos apoteósico que el resto de su intervención, se escenificaba con una letra de su tierra, un Fandango de Huelva que dedicó a su amigo y periodista almeriense Ángel Acién, presente en el Festival de Flamenco. En ese palo sonaron los acordes de ‘No hay olvido que valga’ (“Alosno, tierra bendita / tiene un fandango / que es del Alosno / y es de todos / Alosno tiene un fandango / que araña el alma / con voz de aguardiente / a la luz del alba”), antes de que el público despidiera entregado de cariño y reconocimiento, a un artista brutal, profundo e imparable.
El punto final
Y como colofón, la actuación de una maestra de lo jondo, de una catedrática del cante como la barcelonesa Mayte Martín. Si su presencia había levantado una tremenda expectación, su actuación no defraudó a nadie. Acompañada por Juan Ramón Caro a la guitarra, Mayte se lanzó al escenario por peteneras, con aquello de “por la venganza cobarde, de una lengua envenená”.
La catalana dio una lección de combinación de tonos, con suaves susurros de una voz inigualable y singular y la potencia de quien domina los palos y sabe trasmitirlos con firmeza y seguridad a la grada. La ‘seguiriya de El Pena’ llegó con todo el sentío y la profundidad de una veterana del cante como Mayte Martín, mientras se preparaba para el fandango de Huelva ‘Conquero’, con el que advertía aquello de “Si me dieras tus amores, yo te entregaría el alma”.
Fue el broche de oro al Festival, la culminación de dos días del flamenco más excelso y profundo, con la talla y el arte de una cantaora sublime como Mayte Martín, que dejó un espectacular sabor de boca a la conclusión de esta 47 edición.