Con el aroma de una permanencia en Primera y una plantilla con diez caras nuevas uno deja de percibir los peligros. Se borró de mi mente la angustia de 38 jornadas y cuando firmó Alfonso a Thievy pensé que volverían los tiempos de Negredo.

Esta vez la culpa no la tiene nadie, es solo mía por hacerme ilusiones y pensar que ya somos más que antes y que tenemos un plus con Thievy.

Han bastado dos jornadas con bofetón y parón incluido para tomar tierra y morder el polvo de la derrota. Me he despertado de un sueño de socio de antes. Me dejé llevar por la vena rojiblanca, aquella que cada verano me hacía soñar con tiempos mejores y tiempos tranquilos.

Dos jornadas han dado para mucho con un gol en el descuento y una derrota inmerecida. Yo por lo menos me he dado cuenta que no ha vuelto Negredo con sus goles y que no podemos mirar a ningún rival por encima del hombro.

Vamos, hasta le tomé gustillo al punto con el Espanyol si miramos presupuestos. Esto va a ser muy largo y difícil. Nada ha cambiado de una temporada a otra: solo los jugadores.

Tenemos diez caras nuevas pero las mismas 38 jornadas en el ascensor, ese que lleva al primero o te deja en el segundo. No hay margen para algo más y todos los rivales se han sabido reforzar.

Han vuelto mis miedos y todos mis respetos hacia el rival y hacia el Almería. No seré yo quien tire un cohete antes de tiempo y espero otro final feliz de una película que se empieza a parecer a la anterior: seré positivo.