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El Almería volvió a las andadas y resucitó al Celta de Vigo

La distancia que hay de tener tres puntos menos, a tenerlos de ventaja

Miguel del Pino
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Derrota sin paliativos del Almería en Balaídos ante un equipo que sólo había hecho tres goles en casa en los siete partidos anteriores y que le hizo esos mismos tres a Esteban de una sola tacada.
Fue de esos partidos en los que los seguidores rojiblancos han debido de comerse las uñas y sentirse absolutamente impotentes ante la debacle defensiva que ofreció su equipo.
Y eso que las cosas no pudieron tener mejor comienzo. El meta local demostró que es uno de los menos seguros de la Liga y se trago un buen disparo de Suso desde la frontal del área por el que pudo hacer algo más. Ponerse por delante en el marcador a las primeras de cambio ante un rival que jugaba ante una hinchada mosqueada, acuciado por la necesidad de conseguir su primer triunfo y amenazado con caer en los puestos de descenso, era el comienzo soñado por Francisco y los suyos. Pero el tanto de Suso cambio el signo del encuentro para dar el mando a los locales y empequeñecer a los visitantes. Los de Luis Enrique pusieron al servicio de su equipo la casta y la calidad que atesoran y, ayudados por la debilidad del rival, inclinaron de tal forma el campo hacía la meta de Esteban que, salvo por el grado de imprevisibilidad que tiene todo encuentro de fútbol, cada vez quedaba más claro que el gol local, ese que se le había negado desde la tercera jornada de Liga, era sólo cuestión de tiempo.


Desequilibrio Era evidente que el partido tomaba color celeste no sólo por las virtudes de los locales, sino por las enormes facilidades que le daba un Almería descolocado, inconsistente, insolidario y con las lineas a distancia kilométrica.
Jugadores como Orellana, condenado al ostracismo por Luis Enrique y resucitado para jugar contra el Almería para romper la defensa por el ala derecha, Oubiña y Rafinha se encontraron en su salsa ante un rival que les permitía controlar el balón y encarar en igualdad porque las ayudas, sobre todo a los laterales, brillaban por su ausencia. Orellana encaraba a Nelson, éste no recibía apoyo y el celeste recuperaba su mejor versión. Fue tal la confianza que le otorgó la incontinencia defensiva almeriense que hasta se atrevió a imitar a Suso y, como el rojiblanco, batió a Esteban con la misma facilidad de la que gozó el almeriense. Hasta el descanso intercambio de golpes y una demostración incuestionable de la debilidad defensiva de ambos conjuntos, dos de los conjuntos menos sólidos.
Y es que, no se sabe porque extraña o no extraña razón el Almería dio marcha atrás, se olvidó del esquema que le había deparado los dos últimos triunfos a domicilió y volvió al clásico de cuatro defensas, que había acumulado fracaso tras fracaso al comienzo del campeonato. Jugando con cuatro delanteros en terreno hostil y con las líneas a kilométrica distancia, los celtiñas se encontraron con verdaderas autopistas en todas las zonas que conducían hacia la meta de Esteban.
Hizo tres goles, estrelló dos balones en la madera y sumó tres puntos de oro en un partido de seis porque hoy tiene 3 más que el Almería y, de haber perdido, estaría en zona de descenso y 3 puntos por detrás de los rojiblancos.


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