El edificio que cambió la historia
El Reyes Católicos fue uno de los primeros pisos modernos en el corazón de Almería. Empezó a construirse en 1958

El edificio Reyes Católicos destacaba por su altura en aquella Almería horizontal que a comienzos de los años 60 empezaba a transformarse.
En octubre de 1956, el empresario Gaspar Cuenca Benet, responsable en Almería de la casa MacAndrew, dedicada principalmente a la exportación de fruta, solicitó en el Ayuntamiento el permiso necesario para poner en marcha un importante proyecto: la construcción de un edificio moderno de seis plantas de altura con una sala de espectáculos debajo. Gaspar actuaba en representación de su familiar Fernando Spa Cuenca, que era el propietario del inmueble, situado entre las calles de Rueda López, Reyes Católicos y Padre Santaella, donde hasta los años cincuenta estuvo funcionando el Hotel Central.
Tras un año de negociaciones con las autoridades municipales, por fin, en el invierno de 1957, Spa y Cuenca pudieron presentar formalmente ese ambicioso proyecto que en aquel tiempo se podía considerar como revolucionario, ya que se trataba del primer edificio de gran altura que se iba a levantar en esa gran manzana que iba desde el Paseo a la Rambla.
Los promotores aprovecharon el estado de ruina en el que se encontraban las instalaciones del viejo hotel para pedir su demolición. La idea original contemplaba levantar seis plantas, aunque un año después, en la solicitud oficial del permiso de obras se añadieron tres alturas más para intentar que el negocio fuera completo. Querían un piso de nueve plantas, un gigante sin precedentes hasta entonces en la ciudad, que finalmente fue ‘amputado’ por los responsables municipales que rebajaron la petición dejándola en esas seis alturas con un piso bajo destinado a sala de espectáculos.
Seis plantas eran más que suficientes para que el edificio de Fernando Spa se convirtiera en aquellos años finales de la década de los cincuenta en el más moderno de la ciudad y en uno de los más altos. En 1958 comenzaron las obras y en diciembre de 1960 ya estaba terminado. Fue bautizado con el nombre de edificio de Santa Isabel, conocido popularmente como el del cine Reyes Católicos.
El adjetivo de revolucionario no responde solo a la altura del piso, también encaja perfectamente con el negocio que se montó debajo, ya que el cine Reyes Católicos fue en su día el último grito en salas de proyecciones, un pequeño lujo para la sociedad de aquella época, con una gran sala dotada con sonido estereofónico magnético a cuatro bandas, una característica que nadie sabía lo que quería decir, pero daba una idea de lo bien que tenían que oírse las películas allí dentro.
La aparición en escena del ‘Santa Isabel’ significó el fin de la Almería horizontal, de aquel pueblo grande de patios y azoteas que presumía de una calle principal como era el Paseo donde destacaban las casas burguesas que recordaban antiguos esplendores y le daban prestigio a la ciudad. A partir de su construcción se desató una fiebre constructora sin precedentes que se vio favorecida por la complicidad de los dirigentes municipales.
En el Pleno del 22 de junio de 1962, el presidente de la Comisión de Obras, Ignacio Calderón Molina, presentó una moción, argumentando que “uno de los problemas que tiene el municipio de Almería es el del excesivo desarrollo del núcleo edificado de la ciudad”, pidiendo que se tomaran medidas para favorecer la mayor concentración humana posible, para lo que planteó “el aumento de la altura de las edificaciones para mayor aprovechamiento del suelo urbano”.
Con la entrada en vigor de las nuevas normas, el edificio del cine Reyes Católicos no tardó en dejar de ser el más alto de su manzana. Pronto llegaron otros ‘gigantes’ que lo superaron en altura y que no respetaron ni la proximidad de los monumentos ni tampoco la personalidad de nuestra avenida principal, que se convirtió en el gran objeto de deseo de los promotores de aquel tiempo. Fue una década ‘mortal’ para el Paseo de Almería, donde cayeron casas de gran valor arquitectónico y de mucho peso histórico.