Dieciseis días sin Antonio Campos, cronología de una muerte que no halla respuesta
La investigación condujo a la detención de un hombre, y al rastreo por geolocalizador del historiador

La Guardia Civil, tras el hallazgo del cadáver.
El pasado 28 de septiembre, el historiador Antonio Campos, natural de Berja y de 54 años, fue hallado sin vida dentro del maletero de su Volkswagen Passat blanco en la calle Mirasol de San Agustín, en El Ejido. Su desaparición, denunciada horas antes por su familia, conmocionó a la comunidad virgitana y al poniente almeriense, donde Campos era muy querido y desempeñaba su labor como funcionario municipal. Su muerte se convirtió en noticia nacional, de la que se han cumplido 16 días.
Campos fue visto por última vez la noche del 27 de septiembre, tras cenar con su madre en casa familiar. Salió alrededor de las 21:00 horas con intención de regresar esa misma noche y madrugar al día siguiente para viajar a Granada junto a un amigo, con el objetivo de visitar la Virgen de las Angustias, cuya festividad se celebraba en esos días. Sin embargo, nunca llegó a realizar aquel viaje. Horas después, su rastro se perdió y al día siguiente su coche fue localizado en San Agustín, con el cuerpo del historiador en el interior, con signos de violencia, golpes en la cabeza y las manos atadas.
El jueves 2 de octubre, el subdelegado del Gobierno en Almería, José María Martín, confirmó la detención de un joven de 22 años, de origen marroquí, identificado como H., investigado por su presunta implicación en el crimen. Su procedencia se remontaba a la provincia de Valladolid, y tras residir allí se había trasladado a El Ejido, donde se habría instalado después de dejar atrás una denuncia activa en el sistema VioGén.
Un detenido que no declaró
Tras el registro de su domicilio, fue detenido y, pocos días después, puesto a disposición judicial. El 3 de octubre, H. se acogió a su derecho a no declarar ante el tribunal, que decretó su ingreso en prisión provisional. Sin embargo, según publicaron varios medios, el detenido habría reconocido, al menos parcialmente, su implicación en el crimen ante las autoridades.
Hasta ese momento, su rastro se convierte en una pieza más del caso: quizá fue la última persona que vio a Antonio Campos con vida, o tal vez después de su muerte. Pero, más allá de esas hipótesis, solo queda el silencio. A partir de ahí, la investigación avanza como un puzzle en el que cada movimiento busca encajar las piezas que den sentido a lo ocurrido.
Cámaras de vigilancia
Cualquier ayuda es poca para esclarecer el móvil y a los responsables de la muerte de Antonio Campos. Las imágenes de las cámaras de seguridad de la cooperativa donde apareció el coche la noche del sábado 27, según explicaban los vecinos de la calle Mirasol a este periódico, así como las de los dispositivos de videovigilancia municipales situados a la entrada y salida de San Agustín, fueron entregadas a los investigadores con el fin de avanzar en el caso.
Según recogía el periodista del área de sucesos, Miguel R. Cárdenas, una de esas cámaras municipales llegó a captar a un individuo rompiendo el dispositivo, un hecho que añadió más incógnitas al desarrollo de la investigación.
Geolocalizando sus pasos por Google Maps
Paralelamente, los agentes de la Policía Judicial realizaron un análisis exhaustivo del vehículo de la víctima en busca de huellas o rastros que permitieran determinar cuántas personas podrían haber estado implicadas.
Además, la familia de Antonio Campos facilitó a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado los contactos y nombres de su círculo más cercano, colaborando estrechamente para que se pudieran reconstruir los últimos movimientos del historiador virgitano.
El estudio de la agenda de contactos de Antonio Campos, así como el historial que Google Maps registró de sus recorridos tras su desaparición, resultó clave para la investigación. A partir de las 21:00 horas del 27 de septiembre, cuando abandonó el domicilio familiar a bordo de su coche, los investigadores pudieron apreciar contactos previos y trazar posibles rutas, lo que permitió reconstruir los últimos pasos del historiador virgitano.
Paralelamente, la familia explicó a LA VOZ que, tras denunciar la desaparición de Campos, iniciaron una búsqueda vecinal por distintos puntos, comenzando por Granada, destino al que Antonio se dirigía, y descendiendo progresivamente hasta El Poniente. Uno de estos grupos dio con el coche del fallecido y alertó a las autoridades.
La señal del móvil , pero sirvió para localizar el coche
Según relató la cuñada de Antonio en entrevista con LA VOZ, lograron localizar el vehículo gracias a consultar el correo electrónico de Campos sincronizado con su teléfono móvil. Así siguieron la señal hasta San Agustín, donde se perdió. La familia desconoce si el teléfono fue robado, si sufrió algún daño o simplemente dejó de emitir señal, un detalle que añade más incertidumbre al caso.
La familia de Antonio Campos sigue colaborando en la investigación en todo lo que puede, facilitando contactos, información y pistas, pero a pesar de su esfuerzo, las respuestas siguen siendo escasas.
Cada dato nuevo se mezcla con las dudas, y las preguntas se amontonan en sus cabezas como los móviles que trataron de rastrear: desde un posible robo hasta cuestiones que rozan lo religioso, sin que nada termine de encajar. La incertidumbre persiste, y con ella, la sensación de que aún quedan muchas piezas por encontrar para entender qué ocurrió realmente aquella noche.