En agosto, vuelve el humo a este barrio: denuncian que los incendios en la planta se repiten cada verano
La consecuencia inmediata es cerrar puertas y ventanas a cal y canto, mientras el humo y el olor se cuelan en las casas

La planta de tratamiento de residuos agrícolas que se incendió.
A poco más de veinte kilómetros al este del bullicio del centro de Almería se encuentra Cuevas de los Medina, un pequeño enclave que parece detenido en el tiempo y, al mismo tiempo, atrapado entre las huellas de la modernidad que nunca termina de llegar. Cerca de 500 habitantes conviven aquí, rodeados de estructuras que marcan la rutina del barrio: dos plantas de gestión de residuos, una explotación ganadera y, a poca distancia, el centro penitenciario.
Entre los vecinos circula un sentimiento compartido: aquí se habita en un pequeño de Paraíso de manera estoica ante malos olores cuando sopla el viento de Poniente y lo que sospechan, incendios estacionales en las plantas.
El incendio de la planta de residuos agrícolas, ocurrido el pasado martes 30 de agosto, llenó de humo de Almería. Los vecinos observaban impotentes cómo la columna se alzaba hasta ayer, de forma imponente, mientras el aire se impregnaba de un olor acre que recordaba años de incendios similares.
Para los vecinos, lo que más incomoda no es la inhalación de humos ni los efectos nocivos de este detritus quemado, que también, sino la reiteración de estos episodios “casualmente en las mismas fechas”, señalan. “Cada agosto, desde hace años, se quema la planta”, cuentan con una mezcla de resignación y enfado.
Con gargantas irritadas cada año
Este fenómeno se ha convertido en un ritual no deseado, un recordatorio anual de la cercanía de la industria de residuos y de la fragilidad del entorno, donde el olor a humo y el cielo gris forman parte de la memoria estival del barrio.
Según cuentan, cada incendio en la planta de residuos agrícolas deja más que cenizas en el aire de Cuevas de los Medina. Los vecinos critican enérgicamente que, “cuando el fuego se desata, se permite que se queme todo hasta quedar completamente despejada la instalación”, sin contemplar las consecuencias para quienes habitan el barrio.
La consecuencia inmediata es cerrar puertas y ventanas a cal y canto, mientras el humo y el olor se cuelan incluso por los resquicios más pequeños. “Esto es un barrio apartado, mucha gente no tiene más aire acondicionado que el que otorga el fresco natural”, explica una vecina. “Si cerramos, las altas temperaturas afectan a nuestras casas, a nuestros abuelos y a nuestros niños”. Un barrio tranquilo y pintoresco obligado a convivir con “la garganta irritada y la nariz, tragando aire nocivo” .
Una cercanía incómoda para la convivencia
Los residentes de Cuevas de los Medina denuncian que este fenómeno no es un accidente fortuito, sino fruto de una “presunta mala praxis en el tratamiento de los residuos”, señalan. Explican que durante el verano se acumula un gran volumen de matas y restos vegetales, y que, según creen, la única forma que encuentra la planta para liberarse de esta acumulación “es prender fuego a los montones”. “¡Nadamos en basura¡”, expresan airadamente y plantean una solución. “Queremos que las Administraciones revisen de vez en cuando la planta y que se vayan eliminando los restos progresivamente”.
Vecinos y organizaciones ecologistas consultadas por LA VOZ, explican que Cuevas de los Medinas se encontraría a un kilómetro de las plantas de tratamiento de residuos, una proximidad que han denunciado en múltiples ocasiones.
Para ellos, esta ubicación resulta insuficiente: “La distancia mínima recomendada para ubicar un vertedero respecto a un núcleo urbano es de 2,5 km.”