La Voz de Almeria

Sucesos

Víctima de maltrato en Almería: "Vivo encerrada en mi casa, no sé dónde está mi maltratador"

Recibe constantes alertas, pero la víctima no tiene certeza de la ubicación de su agresor

Avisos recientes del centro COMETA en el dispositivo de localización de E.S.

Avisos recientes del centro COMETA en el dispositivo de localización de E.S.Víctor Navarro

Víctor Navarro
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Las pulseras de control telemático buscan garantizar la seguridad de las víctimas, pero ¿son siempre efectivas? En algunos casos, los fallos técnicos o el mal uso del dispositivo han generado más miedo que protección.

Algunos agresores han aprendido a manipularlas, evadiendo el sistema y quebrantando su condena. Mientras tanto, las constantes alertas llevan a muchas víctimas a un estado de ansiedad que las obliga a recluirse en casa, convirtiendo la herramienta de protección en una nueva forma de encierro.

“Me dicen que tengo salir acompañada, porque no saben donde está él. O sea, no puedo ir al sola a clases. Y opto por encerrarme en casa porque le comprometo al vida a la gente de mi entorno. Él tiene siempre prioridad ante mi”, manifiesta E.S. con lágrimas desesperadas. Su rostro compungido va mucho más allá de las agresiones físicas y psicológicas sufridas por una expareja que, llegaría a robarle el coche para prenderle fuego en un municipio cercano a la capital. Muestra un miedo crónico a la constante señal de COMETA que no deja de repetirse en su dispositivo de localización.

Cascada de incidencias en solo 3 días

Esta joven de 25 años tiene motivos para sentir temor. Tras haber vivido seis años de una relación marcada por episodios de violencia, logró liberarse en 2020 gracias a un mandato judicial, condenado a su expareja a llevar el dispositivo desde hace 3 años. Durante este tiempo, relata E.S. se han dado “diversas incidencias”.

Sin embargo, el pasado 19 de mayo, su dispositivo telemático lanzó una alerta inquietante: su agresor no estaba utilizando la pulsera de control. El miedo se agudizó cuando la madrugada del 20 de mayo, tres impactos a la puerta de su casa quebraron la tranquilidad y la mirilla. “No puedo asegurar que haya sido él, pero tras llamar al 091, se redactó un informe indicando que no estaba en su domicilio.

Los avisos de incidencias continuaron llegando el 20 de mayo a medio día, por manipulación, a las 1:23 horas por separación, el de 21, se informa que está sin dispositivo y el 22, a las 7:00h hay una incidencia de rotura del dispositivo de su agresor y a las 8:00h no se tiene constancia de su posición.

Según el relato de la víctima, ha habido casos en los que el sistema COMETA no ha logrado localizar a su agresor, mientras que el agente asignado a su protección sí tenía conocimiento de su paradero. Además, sostiene que su agresor se habría “quitado” el dispositivo en su entorno laboral, siendo reprendido por ello.

Ante esta situación, José Antonio Sáez Galán, quien ejerce la acusación particular ha manifestado que se han agotado todas las vías posibles para poner de manifiesto las incidencias que se avisan desde el Centro COMETA, tanto en el propio procedimiento penal del que deriva la medida cautelar como a través de denuncias formuladas en la Comisaría de Policía Nacional así como en el Juzgado de Guardia, sin que se haya obtenido ninguna respuesta hasta el momento a pesar de la importancia y urgencia que deberían tener los hechos.

A pesar de las denuncias y los intentos de obtener respuestas, la situación sigue sin una solución clara. E.S. ya no sabe que creer ni a quien acudir. “El Ministerio me dijo que no comprendía mi situación. Me siento acorralada”, lamenta.

¿Dónde no puedo ir, si soy la víctima?

Aunque en teoría la víctima no tiene restricciones de movilidad, E.S. siente que las instituciones la juzgan cada vez que necesita moverse dentro del área donde reside su agresor. Ir a la Bola Azul o acudir a su centro médico la obliga a entrar en la zona de influencia de la orden de alejamiento, lo que la lleva a justificar sus desplazamientos que se detectan en el sistema cada vez que ella entra en este área.

Desde COMETA le aseguran que puede ir a cualquier parte, pero las respuestas que recibe de otras instituciones parecen indicar lo contrario. Mientras agradece la labor del sistema de seguimiento, E.S. percibe que hacer su vida con normalidad se convierte en un cuestionamiento constante, un obstáculo añadido que refuerza su sensación de desprotección. “Me siento que soy la infractora y no la víctima”.

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