Elecciones extrañas
Elecciones extrañas
Exceptuando aquel referendum de Franco en que aparecieron más síes que habitantes tenía entonces el país, los españoles puede que vivamos el 20N un proceso electoral originalisimo dentro de la democracia. Sabemos que desde los ochenta, España se mantiene en un sabio equilibrio demoscópico, unas veces gana el centro derecha y otras el centro izquierda, fruto de haber arrinconado los extremismos que nos llevaron a la guerra civil. Esta sabia alternancia parece que estuviera amenazada por las pitonisas de todos los colores. Llevamos más de dos meses oyendo que el PP gana por mayoría absoluta. La palabra absoluta da miedo porque augura largas sesiones parlamentarias de aburrir a las ovejas. Diga lo que dig la oposición, la grey conservadora se irá tranquilamente al bar, se tomará el tiempo que quiera y luego volverá para votar como quien le da a un interruptor de la luz. De otro lado, la presunta oposición la presentan tan poca cosa que es como si comparáramos al Alcorcón con el Real Madrid. ¿Quién en su sano juicio va a creer que el Alcorcón puede a estas alturas humillar al imperio financiero-mediático de Florentino y de Mourihno? La derecha tiene dos lugares comunes que repite sin cesar: uno son los cinco millones de parados y otro el estado precario en que han quedado las tesorerías de los ayuntamientos. Esto no es nuevo porque cuando la izquierda alcanzó el poder municipal tampoco había un duro en caja. La excusa era siempre la misma: "No hay un duro. Vivimos de la capacidad de endeudamiento". Hay que ver cómo ponen al PSOE los voceros mediáticos de la derecha: de fuera de la realidad a amarillo cadáver. Demos gracias que hay campaña con minutos en televisión. Así tal vez podamos escuchar algunas cosas. Por ejemplo, los primeros cuatro años de Zapatero no fueron tan catastróficos como piensa la derecha. No hubo tanto paro ni se persiguió a la Iglesia. Tampoco se quiso terminar con la sanidad y la escuela públicas. Los avances sociales de los cuales se sirven ahora hasta los exministros de Aznar fueron aplaudidos por la clase media. En fin, en la campaña oiremos más cosas.