Los vecinos de la pedanía almeriense de Cuevas de Los Medina están desesperados. A menos de un kilómetros de distancia opera una planta de reciclado de residuos sólidos urbanos que desde hace algunos meses está recogiendo también restos vegetales.

La consecuencia directa que denuncian los vecinos y los padres de los alumnos del colegio público Maestro Rodríguez Espinosa es que en los días en que sopla viento de poniente la pestilencia es “espantosa”, y llega acompañada de nubes de moscas y mosquitos que, sobre todo al atardecer, les obligan a permanecer encerrados en sus casas.

Sin recreo
El problema ha alcanzado tal magnitud que los niños de infantil y primaria, de entre tres y siete años de edad, ya no pueden salir al recreo a tomar sus meriendas “porque el olor es insoportable y porque llegan del cole llenos de picaduras”, afirma María del Carmen César, vicepresidenta de la Asociación de Padres y Madres de Alumnos del centro educativo.

Han sido los propios docentes, de acuerdo con los padres, los que decidieron que los niños no salieran al patio durante los recreos, sobre todo en los días en los que el viento llega de poniente, para evitar males mayores “ya que estamos hablando de un problema de salud pública y de niños muy pequeños que están sufriendo las consecuencias de este problema”.

Denuncias sin éxito 
A la vista del agravamiento de la situación, los vecnios y padres de alumnos decidieron interponer denuncias ante las delegaciones de Salud y de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, pero por el momento no han obtenido resultados positivos.

La portavoz del AMPA del colegio de Cuevas de Los Medina afirma que han tenido mala suerte “porque cuando han venido a realizar comprobaciones ha sido siempre en días con viento de levante, en el que el problema es menor. Pero todo el mundo sabe que en Almería predominan los vientos de poniente”.

Es un problema social, pero posiblemente también un problema jurídico puesto que la legislación actual señala claramente que instalaciones que sean consideradas “insalubres, molestas, nocivas o peligrosas” deben estar alejadas de núcleos habitados al menos dos kilómetros.

Nadie, sin embargo, ha hecho cumplir esa norma en unas instalaciones cuya titularidad corresponde al Ayuntamiento de Almería. El siguiente paso es recurrir al amparo de la Delegación de Educación para plantearle el problema que están sufriendo los menores por los malos olores y los mosquitos, “a ver si ellos pueden hacer algo”.

Sin salir de casa 
Los vecinos afirman que su barriada era “un lugar estupendo para vivir” por la tranquilidad, la ausencia de ruidos, la cercanía al mar o a la red de comunicaciones. Sin embargo en los últimos meses todo eso ha cambiado porque los olores que les llegan desde la planta de recogida de residuos “nos están haciendo la vida imposible”, explican.

Y por si faltara algo, mosquitos y moscas se han adueñado de las calles de la localidad, integrada en el municipio de Almería. “Al atardecer sobre todo llegan nubes de mosquitos que nos obligan a permanecer en las casas, porque en la calle no hay quien viva, so pena de acabar con picaduras por todo el cuerpo”. un problema ante el que nadie parece querer responder.