La Voz de Almeria

Almería

Mustafa Bousualef: 45 años de traductor en los juzgados de Almería

Es una institución en la ciudad, donde llegó de Tetuán en 1968; se acaba de jubilar con más homenajes que Curro Romero en Sevilla 

El Club de Amigos de Mustafa, en La Cuarta Planta, en uno de los tantos homenajes que le han tributado por su jubilación.

El Club de Amigos de Mustafa, en La Cuarta Planta, en uno de los tantos homenajes que le han tributado por su jubilación.

Manuel León
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Esto no es un obituario, ni una despedida, ni este adiós sabinero maquilla un hasta luego; esto es un punto y seguido, con un aguacero de afectos entre paréntesis: le ha llegado el jubileo a Mustafa Bousualef, uno de los almerienses no almerienses más conocido en Almería; un jovial señor de 76 años que es ya más de esta ciudad que el Cañillo; una de esas figuras en el paisaje de la ciudad que siempre termina por encontrarte si tu no le encuentras a él; Mustafa, el querido morito de Almería que cuenta con centurias de amigos desde la Puerta Purchena a la Plaza Circular, desde San Sebastián a San Pedro. Genuino como pocos, callejero a mas no poder, vividor y hedonista, abonado a su zumo de naranja por la mañana en el Café Industrial y al aperitivo en El Chele -por ejemplo- .

Hay gente que lo aborda a diario ‘Qué bien te veo, Musta? sin que él siquiera sepa quién lo saluda. Porque son tantos sus cofrades que podría formarse la Santa Hermandad de los Amigos de Mustafa, con sede en Cafetín; porque Musta, por encima de todo, de nostalgias y ausencias, de sueños y anhelos, es pura vida, puro presente fugaz, con su acento marroquí, con su tez tostada, con sus gafas de escriba, con su aroma a tabaco negro, con su risa de niño travieso.

Mustafa Bosualef llegó a Almería en 1968.

Mustafa Bosualef llegó a Almería en 1968.Mustafa Bosualef llegó a Almería en 1968.

Es tetuaní, aunque patrocinado por Almería. Allí nació, en la ciudad magrebí más española de todas. Y de allí partió con 19 años, en 1968, con una beca en las alforjas, a estudiar en la flamante Escuela de Hostelería de Almería. Y pronto voló como un cuco a Palma de Mallorca y a Menorca, a aprender el oficio de maïtre y sumiller y después como encargado de hoteles en el Puerto de la Cruz de Tenerife, compitiendo en la primera división de la liga turística de la época. Hizo callo, este Bousualef, aprendiendo los secretos de un oficio en el que siempre se encontró seguro. Aunque casado con una almeriense, Paquita Clemente, y ya con hijos, dio por bueno el periodo en la diáspora y decidió volver con la frente aún tersa, a trabajar en un negocio familiar, el restaurante La Reja, en ese chaflán que se dibuja entre Arapiles y Gerona, donde empieza a percibirse el salitre marino.

Hasta que le llegó en 1980 la oportunidad de su vida: el trabajo como traductor e intérprete de árabe en los juzgados. Primero en la calle Gerona, después en Molina Alonso, en la Audiencia y en la Ciudad de la Justicia de Carretera de Ronda, sumando 45 años de servicio, cientos de vistas y amistad de la buena con jueces, abogados, procuradores y oficiales. Hace unos días le agasajaron sus compañeros de los juzgados -ha recibido más homenajes que Curro Romero en Sevilla- y se emocionó recordando a su compañera ausente, y recibió ofrendas de otros amigos y compañeros y hasta de las mujeres de la limpieza de los juzgados en el kiosco de Paquillo.

El último convite ha sido el de la Cuarta Planta, con 40 amigos, llegados algunos de Canarias y de Granada, donde Mustafa, el Gran Mustafa, disfrutó como un niño con regaliz, donde recibió abrazos, regalos y bailó su Sex Machine -su canción fetiche- donde se evidenció, más que nunca, que Musta es inteligente, no por lo que sabe o calla, sino porque es el único almeriense capaz de tener amigos en el cielo y en el purgatorio.

Aquel alumno de la Escuela de Hostelería

Llegó Mustafa a Almería en ese tiempo en el que en París los estudiantes buscaban la playa debajo de los adoquines; llegó a la Escuela de Hostelería, a ese paraje de La Pipa, con la ilusión en los ojos por hacerse un hombre de provecho. Han pasado casi 6o años de eso, de ese lugar donde el muchacho tetuaní aprendió a servir un vermú y valores como el respeto, con su chaquetilla y su pajarita de buen mäitre que cambió después por su empleo como traductor de las palabras de sus compatriotas.

Mustafa con sus amigos de Canarias y de Granada llegados para la fiesta en la Cuarta Planta.

Mustafa con sus amigos de Canarias y de Granada llegados para la fiesta en la Cuarta Planta.

El homenajeado con familiares y amigos.

El homenajeado con familiares y amigos.

Otra imagen del homenaje a Mustafa tras su jubilación.

Otra imagen del homenaje a Mustafa tras su jubilación.

Mustafa Bosualef con unos invitados a su fiesta.

Mustafa Bosualef con unos invitados a su fiesta.

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