El enigmático instrumento de Jorge Martínez Zurita
Es el músico del handpan, el último callejero de Almería

Zurita con su misterioso instrumento, actuando en la puerta de un bar.
Tiene forma de platillo volante o tal vez de uno de aquellos braseros antiguos que se colocaban debajo de las mesas de camillas, pero de su interior pueden surgir sonidos sugerentes que te sacan el alma a pasear y te ponen en paz con los sentidos. Es el handpan, el instrumento que mejor maneja el músico almeriense Jorge Martínez Zurita, un viejo ‘rockero’ del Jazz que ha encontrado en esta forma de percusión nuevos caminos espirituales. Es un instrumento de percusión melódica que al ser golpeado con las manos produce melodías con notas y escalas, algo diferente que produce extrañas sensaciones que no dejan a nadie indiferente.
Zurita es un clásico de la noche almeriense. Su hermano fue el empresario que allá por los años ochenta puso en marcha el pub Vértice, uno de los símbolos de la marcha nocturna almeriense, y él ha formado parte del mundo del Jazz desde la adolescencia y sigue haciendo sus pinitos.
Música
Jorge Martínez Zurita nació en la calle Estadio del barrio del Zapillo en 1962. Entonces era un barrio en formación donde los bloques de edificios surgían como flores de un tiempo nuevo en los terrenos de una vega que estaba en retirada. De niño jugaba al fútbol en una pequeña explanada que existía frente a su colegio, el de Fátima, a espaldas de la Plaza de Murcia. Su padre, que era apoderado del Banco Hispanoamericano, decidió alejarlo del barrio y darle la oportunidad de seguir los estudios de Educación General Básica en un colegio de nueva creación de los que en los años setenta trajeron a la ciudad los nuevos modelos pedagógicos. Zurita perteneció a la primera generación de alumnos del colegio Francisco de Goya de la Molineta, una experiencia que le abrió nuevos horizontes. Pasó por el instituto Masculino después y acabó trabajando como funcionario en la oficina de Medio Ambiente.
En sus años de formación la música estuvo muy presente en su vida. Siendo adolescente su padre le compró una batería profesional en la casa de Luis Gázquez y con ella se instaló en la cochera de su casa donde se pasaba las horas muertas imitando a sus ídolos. Una enfermedad lo obligó a jubilarse antes de tiempo y desde ese momento pudo dedicarle más tiempo a la música, conviertiéndose en un colaborador habitual del ClasiJazz de Almería.
Cuando pensaba que tenía todo descubierto, un día el azar le puso delante de los ojos un nuevo instrumento que le iba a cambiar la vida. Estaba tocando la batería en el Paseo Marítimo cuando un muchacho se le acercó y le preguntó que si estaba dispuesto a darle clases particulares de ritmos para adaptarlos a un instrumento nuevo que él manejaba. Así, de casualidad, fue como se encontró con el handpan. “Cuando empecé a manejarlo por primera vez me quedé flipado porque no hay mejor sueño para un percusionista que poder ponerle melodía al ritmo”, asegura. Desde entonces aparcó la batería y se compró un handpan en Suiza, no sin esfuerzo, ya que se trata de un instrumento caro, hecho con acero inoxidable, que se fabrica poco. “El aparato es hueco por dentro, con hendiduras que son las notas y con un respiradero en la parte de abajo por donde sale el sonido”, explica. Ahora, Jorge Martínez Zurita ha dejado de ser el batería del jazz para convertirse en el hombre del handpan, ese músico enigmático que los sábados y los domingos se coloca en la puerta de los bares y ofrece al público sus insólitas composiciones. “Este instrumento me da la posibilidad de transmitir mis sentimientos más profundos”, afirma, mientras coloca su taburete blanco contra una pared y encaja entre sus piernas su herramienta de trabajo. Para los que estábamos acostumbrados al cantante callejero que te cantaba boleros con su guitarra y pasaba el platillo después, las melodías que salen del vientre de este nuevo instrumento te saben a gloria.