La Voz de Almeria

Almería

“Venían de toda España para que les soldara alguna pieza”

Vecino de Los Molinos, de 91 años, desde los 4 años aprendía con su padre cómo hacer soldaduras

A sus 91 años, Antonio Fernández sigue haciendo pequeños trabajos para amigos.

A sus 91 años, Antonio Fernández sigue haciendo pequeños trabajos para amigos.La Voz

Antonio Hermosa
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Antonio Fernández Rodríguez nació en el barrio de Los Molinos hace 91 años. Desde que tenía cuatro años observaba a su padre, Antonio Campoy, el primer soldador de Almería. Su profesión, que vive con pasión, le mantiene todavía activo hoy en día.

Sí, mi padre fue el primer soldador de Almería. Su nombre verdadero era Antonio Fernández Muñoz. Fernández por el apellido de su padre, que murió en la guerra de Cuba. Pero todos lo conocieron por el apellido del segundo marido de mi abuela, Campoy. Desde niño aprendió a usar el soplete.

¿Y su padre también le enseñó desde muy niño a soldar?

Mi padre no. Me enseñe yo. Porque él estaba ahí en el taller trabajando. Siempre estaba loco por pillar la bebida. Venían sus amigos a ayudarle y luego se lo gastaban en vino. En los años 40 cobraba 10 duros por trabajo, que era dinero. Conseguí quitarlo de la bebida 3 años antes de morirse. Viajó mucho. Recuerdo que contaba que, una vez que estaba en Madrid arreglando los vagones de un tren aparcado, se puso a beber, se quedó dormido. No se dio cuenta que el tren se puso en marcha y amaneció en Valencia. Yo tenía 17 años cuando murió y, a esa edad, ya dominaba la soldadura autógena.

¿Qué diferencia hay entre la soldadura autógena y la eléctrica?

Pues la primera es de combustión usando dos gases: carburo y oxígeno, y se logra unir dos piezas que se calientan a temperatura de fusión. Es la soldadura por combustión de acetileno. Todavía conservo el último gasómetro que hice yo mismo. La eléctrica es la que más se utiliza hoy en día y consiste en alcanzar una temperatura usando la energía eléctrica.

Usted era muy solicitado en Almería y fuera de la provincia.

Yo puedo demostrar con documentación que venían de todos los rincones de España a que les soldara alguna pieza. Desde Málaga, Cádiz, Huelva o Murcia, por ejemplo, a pedirme que hiciera alguna soldadura. Tenía trabajo esperando durante meses. En una ocasión me trajeron una bomba de la Confederación hidrográfica del Guadiana. Vinieron dos hombres y se esperaron a que acabara el trabajo porque necesitaban esa bomba ya que era imprescindible para evitar que se quedaran sin agua.

Usted mantiene el taller en la carretera de Níjar número 252. ¿Todavía sigue viniendo al taller?

Todavía sigo haciendo algunos recados. Un amigo me ha traído una escopeta para soldar una ballesta, una pieza junto al gatillo. Voy desde mi casa en silla de ruedas. Bajo del piso en una silla eléctrica, y al final tengo otra silla de ruedas con la que voy hasta el taller.

¿Ha cambiado mucho el mundo de la soldadura?

No. En la soldadura con autógena, no. En la eléctrica, sí. La ventaja que he tenido con la autógena es que he dominado todos los metales. La Calamina, el hierro fundido, varias clases de aluminio, etc. La autógena ha servido para todo. Yo he ganado mucho dinero arreglando sartenes y ollas de hierro. El problema es que se ponían negras. Ahora vienen revestidas de otros materiales. Y ahora sí hay que usar la soldadura eléctrica par arreglar esas cosas Hay que saber soldar el aluminio. Tengo sopletes de todas las clases. Tengo sopletes que han estado en la Guerra Civil, haciendo metralla en Casa Oliveros para metérsela a las bombas, incautados por la zona republicana que era la que gobernaba en aquella época en Almería. Aquí se rindieron al acabar la Guerra, y entonces vinieron los camiones cargados de nacionales.

¿El barrio de Los Molinos ha cambiado mucho?

Ha cambiado del todo, aquí no había casas de dos plantas. Todas eran de planta baja. Yo me casé en el 62 y he tenido cinco hijos. Los pilares que hay en esta casa están hecho en el año 59. Antes no había casi coches en Almería. Yo tuve una de las primeras matrículas de coche: la 6000, y de moto la 2869.

¿Qué trabajos recuerda que le llamaran mucho la atención?

Soldaba en frío y en caliente. En 1997, yo le soldé tres culatas a la naviera Transmediterránea a través de Juan Milán. El primer trabajo que les hice fue de un barco de un solo cilindro. Cada una pesaba 500 kilos, media tonelada. Había que estar calentándolas todo el día con calor vegetal, para luego estar soldando una, dos, o tres horas como máximo. No podía echar más tiempo de soldadura, porque se le hacía una fisura y se le metía el cubo de los cilindros y perdía la compresión, y entonces no funcionaban.

Se negó la Transmediterránea a que les soldara las culatas porque el trabajo era muy caro. Juan Milán me dijo que la naviera le preguntó si quería seguir soldando sus culatas, que si lo rechazaba, se iban a Cádiz, que allí ese trabajo era más barato. Yo le contesté: pues mira, ha venido bien. Diles que no les sueldo más culatas ni a ellos ni a nadie que vengan con piezas de esa envergadura. No quería seguir soldando esas culatas porque tenían una faena muy grande. Piense que las culatas tardaban siete días en enfriarse.

Eso había que calentarlo con carbón vegetal. Se tardaba todo el día para calentarlas. Además había que moverlas con la grúa y el cabrestante. Allí, junto al horno, con chapas hechas a medida. Luego hay que meter la culata, encender la lumbre, calcular el número suficiente de ascuas. Meter entonces la culata con unos puntos de apoyo para que no se rindiera el carbón, porque el carbón se va gastando, se hace cenizas, y la culata bajaba, tenía que calcular el cuadrado por donde meter el soplete hasta llegar a la rotura, dándome casi la lumbre en la cara. Era rellenar una base donde entraban los cuerpos de válvulas refrigerados y no perder la compresión, porque si la perdían, porque el hierro se iba quemando, y entonces no funcionaba el motor.

¿Era un trabajo de chinos?

Cuando llevé el talón al banco del dinero que me pagó Milán por haber cobrado el trabajo de las tres culatas, me preguntaron qué le había vendido yo a Milán. Te puedo decir que Hacienda se llevó 120 mil pesetas del ITT de la factura de aquella época.

En el puerto pesquero también era usted muy conocido y demandado.

También reparé muchos barcos de pesca. Al que fue presidente de la cofradía de pescadores de Almería, Eduardo Gallart también le reparé uno de los motores de un barco nuevo que se acababa de comprar. Era un hombre muy gordo. Recuerdo que a las corridas de toros se llevaba un tarro grande de helado. Vino una pila de veces a traerme culatas para soldarlas. Eran culatines porque eran culatas de un solo cilindro La casa Leyland de Madrid vino hasta Almería a ofrecerme que me fuera con ellos. Yo aquí tenía suficiente trabajo para vivir bien. Les dije que no, porque, como se vive en Almería, no se vive en ningún otro sitio.

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