“Vivíamos para la música”
“¡Cómo íbamos a irnos a Torremolinos con aquel pelo de quintos que teníamos! Sabíamos por la televisión cómo iban allí, pero aquí era imposible, no nos dejaban, así que nos fuimos a ver a la madre de Juanmi, que era peluquera y vendía pelo para hacer pelucas, le pedimos pelo parecido al de cada uno de nosotros y pegamos en una viserilla, una viserilla a lo Lenon, que de ésas sí teníamos, una cortinilla que hacía de melena.
Lo malo fue cuando llegamos allí. Todo estaba perfecto hasta que nos teníamos que quitar la visera. Pero, bueno... el pelo fue creciendo”.
Joaquín Martínez Cortés, más conocido como Chipo, y sus compañeros de la banda Los Gringos (el batería Juanmi Soriano, el cantante y guitarra Pepe Cirera y el solista Antonio Haro) decidieron una primavera irse a Torremolinos a tocar.
No era fácil opción, y no sólo por el “pelo de quintos” que llevaban, sino porque los dos menores de edad, JuanMi el hijo de la peluquera y él, necesitaban autorización paterna.
“Yo tenía 16 años y estaba en bachiller. A ver cómo convencer a mi padre de que aquello era tirar el curso, pero se convenció. Sabía, como yo, que de todas maneras iba a suspender.
Vivir la música
Yo no estaba entonces a los estudios, yo estaba sólo a la música. Vivía, vivíamos en la música, en aquello poco que comprábamos aquí, donde se vendían sólo los grandes éxitos, y aquello que nos traían amigos o padres de amigos de Madrid, hasta de Londres”.
Se le ilumina a Joaquín Martínez, Chipo, la mirada cuando habla de aquellos meses en Torremolinos, donde se quedaron hasta octubre:
“En lo personal fue un bautismo de fuego, y en lo musical una confirmación. El ambiente de allí, comparado con el de aquí, era... ¡Sodoma y Gomorra!”, exclama. “Aquellas suecas, inglesas, francesas, y ellos, ellos también, fueron para nosotros el Ejército de Liberación, fueron el sentido de la libertad. Aquella estancia de cinco meses en Torremolinos fue traspasar las fronteras de la moral, de las costumbres, de la forma de vida.
Y en lo musical... en lo musical fue nuestra confirmación. La música inglesa de Los Gringos iba allí fenomenal. Allí nos sentíamos en nuestro mundo. Aquí éramos los radicales, en competencia y sana rivalidad con los Teddy Boys. Éramos colegas, nos admirábamos, pero nosotros éramos más radicales, más ingleses, por así decirlo. Y allí en Torremolinos encontramos un ambiente mucho más a nuestra medida”.
Melenudos en Almería
Lo malo, claro, fue la vuelta a la realidad. Se ríe Chipo cuando recuerda aquellas semanas de otoño del regreso:
“A la vuelta ya no necesitábamos la viserita. Llevábamos el pelo de varios meses, nada en comparación con lo que se vería después o lo que se ve ahora, pero la gente se volvía a nuestro paso, nos miraba en corros.
Hasta recuerdo que un día, pasando ante un andamio, oímos desde arriba:
‘¡No os cortéis el pelo! ¡To’ pa’ vino!’
Y cosas