La Voz de Almeria

Almería

Lledó: “La educación no se puede ideologizar, es un error de la ignorancia”

Es uno de los grandes intelectuales vivos, un pensador que filtra el mundo desde la sabiduría

El profesor y pensador Emilio Lledó posa en el Paraninfo de la Universidad de Almería.

El profesor y pensador Emilio Lledó posa en el Paraninfo de la Universidad de Almería.Juan Sánchez

Antonia Sánchez Villanueva

Creado:

Actualizado:

Subyuga con la palabra. Reposada, ilustrada, argumentada, sabia. Lledó es un inmortal -así le dicen sus pequeñas nietas gemelas-, una voz reflexiva y comprometida que reniega de la manipulación.

- ¿Vivimos en riesgo de que no se transmita la verdad?

Depende también de la verdad. Lo importante es ser verdadero. Hay un texto famoso de la filosofía que dice que uno tiene que quererse a sí mismo, que no tiene que ver nada con el egoísmo, sino que si tú eres una persona indigna, no puedes transmitir, no puedes querer a los demás. O sea, que para querer a los demás tienes que pensar siendo tú querible y eso es esencial. Cabe el problema de que a veces por una pseudo información o por una manipulación informativa, uno se sienta solidario de otro y de unas ideas que a lo mejor te parecen relativamente aceptables, pero que, sin embargo, si las examinas, están bañadas de mentira. Y no porque sea malvado quien te las transmite, sino porque él mismo es un ignorante. Y una de las cosas que hay que combatir es la ignorancia.

- ¿Y no es una paradoja que en el mundo actual, con tantísima información, aparentemente estemos más desinformados?

Es verdad, es una paradoja tristísima, que teniendo tantos medios de información como nunca, acabemos escurriéndonos, satinados por una información en la que patinamos, y no entramos en el conocimiento de esos ideales. Una sociedad que ha logrado tantas cosas, sin embargo las estropea en esa ignorancia que muchas veces muchos medios de comunicación nos transmiten, y eso es gravísimo.

- Dice que le gustaría volver a nacer para ser maestro de escuela. Pero la figura del maestro está devaluada en nuestra sociedad. ¿Por qué cree que no se valora en su justa medida? 

Pues no sé cuál es la causa, pero es una equivocación terrible. El maestro es una figura esencial en una sociedad. Creo que es la más importante, porque se puede pensar en un médico, pero qué duda cabe que también ese médico tiene que haberse formado con maestros. La enseñanza, la comunicación y la lucha por la verdad, el conocimiento y la cultura, poder transmitir eso es un privilegio que hay que saber valorar.

- ¿El maestro debe tener autoridad, en todo caso, qué concepto de autoridad?

Sí, pero no como lo oí una vez a una política: “el maestro tiene que mantener autoridad”… No, no, en absoluto. La autoridad es tu amor hacia los que enseñas y tener conciencia de que aunque tú seas limitado en tus conocimientos, la función que tienes es un privilegio y hay que mimarlo. Yo he sido muy feliz en mi vida por haber sido más de 50 años profesor. Pero no por tener autoridad, ni no autoridad, sino por poder enseñar algo de lo que yo pudiera saber a mis alumnos. Pero lo primero que les habría querido enseñar es amor, cariño, apertura hacia la vida y hacia el conocimiento.

- En sus intervenciones invita a los estudiantes al “encarnizamiento” con el conocimiento, con la cultura, con lo que se está estudiando…

Sí, sí, hay que darse cuenta de la importancia que tiene el conocimiento, que no es una cosa reseca y acartonada, sino una cosa viva, que acercarse al conocimiento te enriquece, te conoce a ti mismo, te engarza con él y te hace más ser humano.

- ¿Cómo motivar a ese apasionamiento a los jóvenes que hoy en día tienen acceso cotidiano a redes sociales, y a través de ellas a mucho conocimiento fragmentado?

Quizá a través de la lectura. El mundo digital es útil, pero vivimos con mensajes a salpicones. Hay que poner a los jóvenes en contacto con la buena literatura, con los buenos libros, y transmitírselo. Y que el maestro esté en contacto y preocupado por eso que leen los alumnos y hablar de eso y relacionar lo que leen con cosas reales de la vida. Es un proceso comunicativo esencial para que queramos conocer, porque estar en la caverna es muy cómodo a veces, pero hay que salir de la caverna.

- ¿Y si nos da miedo salir de la caverna?

Claro, a veces se está mucho más cómodo en la ignorancia, estúpidamente, porque no puedo estar cerrado a ese tipo de conocimiento usual. Pero hay que romper, la cultura es ruptura, apertura. La cultura te abre, los cuadros, la vida, la música, la pintura, todo eso es una apertura, para esta pequeña cerrazón.

- ¿Está nuestro sistema educativo demasiado centrado en superar exámenes, no está demasiado asignaturizado, por usar su expresión?

El sistema educativo actual desmotiva a los alumnos, me temo que sí. La muerte de la escuela es que se dedique sólo a preparar a los jóvenes para los exámenes. Por eso, abogo por la libertad del profesor para transmitir conocimientos.

- ¿Y qué le parece el llamado pin [o veto] parental?

No estoy de acuerdo. Creo que el mundo de la enseñanza, la escuela, tiene que tener independencia suficiente para que no se metan ideologías en medio. La educación no se puede ideologizar. Eso me parece un error garrafal, una deformación educativa. Y fruto de la ignorancia, muchos de los predicadores de eso son ignorantes absolutos y corrompidos por ideologías equivocadas. Inmiscuirse en la enseñanza sería terrible, no tendríamos  libertad de enseñar.

- Usted vivió esa época autoritaria y acartonada en sus comienzos como estudiante universitario, ¿corremos el riesgo de que eso nos pueda volver a pasar? 

Confío en que no, porque sería la muerte de la esperanza, de la cultura, de la educación, del futuro de los jóvenes. Yo he vivido en una época muy dura de la Alemania de la posguerra, me he dado cuenta de la importancia que tenía, conocí a profesores de enseñanza media y me parecía maravillosa la enseñanza en los institutos de enseñanza media públicos. Frente a esos institutos públicos que yo he vivido en Heidelberg, en Berlín, no hay colegio privado que pueda competir.

- Como principio nivelador de la sociedad, ¿la apuesta por la educación debe ser por la pública?

Sin la menor duda. De eso estoy convencido. Pero tiene que haber profesores que también sean transmisores de esa libertad y que amen a sus alumnos y que amen lo que hacen. El poder enseñar da alegría, aunque no sepas mucho, pero sabes un poco más que tus alumnos, porque eres mayor quizá. Eso es un don, un privilegio, el poder comunicar eso a otros alumnos y, por supuesto, eso tiene que partir de un principio de amor. Esas personas que te ofrecen el que tú puedas ser su profesor, te regalan un privilegio.

- ¿Muchas respuestas de la vida actual siguen estando en los clásicos?

Sí, porque la ventaja de los clásicos es que siguen estando vivos. Hay autores contemporáneos que merece la pena leer, pero la esencia de los clásicos es que suenan siempre. Cuando yo digo que Esquilo es un clásico, que Sófocles es un clásico, es porque me habla. Y Cervantes, Quevedo, Descartes, Galdós, son clásicos porque siguen enseñándote, siguen pudiendo dialogar contigo. Igual que cuando ves un Goya, un Velázquez, un Durero, o un Leonardo Da Vinci, te hablan. Son clásicos porque te inspiran, e inspirar quiere decir que te dan luz en la frente.

- ¿Cómo nos ayuda en nuestra vida de hoy leer los textos universales de la literatura?

Dialogar con la literatura universal es salir de la asfixia de nuestra vida. ¡Qué prodigio poder leer la Iliada! El documento más emocionante que yo he leído sobre el feminismo está en el Quijote, es el episodio de Marcela. Es una de las piezas más hermosas literaria y filosóficamente sobre feminismo de la cultura española. El Quijote es un texto genial y sobrecogedor, un documento histórico, filosófico y sociológico imprescindible.

- Si tuviera que hacer una especie de retrato robot de nuestra sociedad actual para dejarlo a las generaciones posteriores, ¿cómo la describiría?

Bueno, creo que es una sociedad que tiene que aprovechar de los medios de comunicación que tiene, pero sobre todo tiene que aprovechar que haya detrás una tradición cultural tan densa y tan larga, pues está enriquecida por toda esa tradición cultural. Estar en contacto con esa tradición es una necesidad, es una urgencia casi, porque al mismo tiempo es un privilegio.

- ¿Los saberes humanísticos se están dejando como la hermana pobre de la enseñanza?

Eso es un error espantoso y, además, aniquilador de la vida y de la cultura. El  humanismo, el conocimiento de la literatura, de todo eso que se llama las letras, es la vida, y en el momento en que lo olvidemos será la ceguera y la muerte cultural. La riqueza de un pueblo no es sólo la riqueza económica, es sobre todo la riqueza de la cultura, la riqueza del lenguaje. La felicidad no es el dinero, debemos tener suficiente para vivir, pero no es el objetivo vital. Para ser feliz hay que poder mirarse al espejo cada mañana y que el espejo no se rompa, porque cuando un sinvergüenza se mira se rompe.

tracking