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¿Cómo afectará el cambio climático al olivar andaluz?

Investigadores del Ifapa y UPM-Ceigram desarrollan un modelo que predice distintos escenarios

Superficie de olivos en el campo de Tabernas.

Superficie de olivos en el campo de Tabernas.Agricultura 2000

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Una serie de investigadores españoles, formados en equipos de trabajo pertenecientes al Ifapa de Córdoba y la Universidad Politécnica de Madrid junto con el Ceigram, han desarrollado una metodología capaz de predecir el comportamiento del olivar andaluz ante distintos escenarios futuros que puedan surgir como consecuencia del cambio climático. El modelo AdaptaOlive introduce componentes como el efecto del estrés hídrico sobre el cultivo y el impacto de eventos extremos sobre la producción de aceite, reproduciendo paso por paso todos los procesos que, desde un punto de vista fisiológico, tienen lugar en el árbol y que son afectados por el manejo realizado al mismo, así como las condiciones meteorológicas, según han informado desde la Fundación Descubre en un comunicado. Así, el modelo determina por medio de ecuaciones relativamente simples la transpiración que realiza, la eficiencia en el uso del agua y cómo ésta se ve afectada por el estrés hídrico o el incremento de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera.

El investigador del Ifapa, Ignacio J. Lorite, ha explicado que las ecuaciones empleadas en el modelo han sido adaptadas a las condiciones del olivar andaluz para que las recomendaciones sean lo más precisas posibles. Cuando se analiza la influencia del cambio climático sobre la agricultura, los grupos de investigación del Ifapa y del Ceigram evalúan tres grandes impactos: disminución de las precipitaciones, incremento de las temperaturas y aumento de concentraciones de CO2 en la atmósfera.

Este último no se considera una repercusión directa, sino un precursor de estas alteraciones. Las dos primeras generarán consecuencias adversas sobre la producción, mientras que la tercera será positiva para el cultivo puesto que requerirá menos consumo hídrico para llevar a cabo el intercambio gaseoso, al mejorar la eficiencia en el uso del agua. El estrés hídrico, asociado a la disminución de precipitaciones, generará problemas de pérdida de producción y rendimiento debido a una menor transpiración del árbol. La subida de temperaturas propiciará floraciones en fechas más tempranas, y en zonas con inviernos cálidos podría generar problemas de floración escalonada, aspecto muy negativo para la producción final. Por lo que respecta al incremento de CO2, se alcanzará una mayor eficiencia en el uso del agua, permitiendo mayores cosechas con un menor consumo.

Simulaciones del modelo

Durante el proceso, han llevado a cabo una serie de simulaciones con distintas variedades de aceituna, como arbequina -temprana- o picual -tardía-. El método se describe en el artículo Evaluation of olive response and adaptation strategies to climate change under semi-arid conditions, publicado en la revista Agricultural Water Management. El estudio permite conocer qué zonas de Andalucía serán potencialmente aptas para el cultivo del olivo y cuáles no, lo que posibilitará realizar recomendaciones con un mayor conocimiento a los agricultores, sobre la idoneidad de plantar una variedad u otra, o la estrategia de riego según la disponibilidad de agua en cada zona.

Un modelo para el futuro

El modelo AdaptaOlive permite simular el comportamiento del olivar andaluz desde finales del siglo XX, que es el periodo de referencia sobre el que se calculan los impactos del cambio climático, hasta el año 2100. En cualquier caso, las recomendaciones obtenidas en el trabajo ya se pueden poner en práctica con el fin de minimizar los efectos ya palpables como menos disponibilidad de agua y una subida de las temperaturas.

Las conclusiones del trabajo indican que en las próximas décadas habrá dos grandes regiones andaluzas donde pueden surgir más problemas, ya sea por la falta de pluviometría o por episodios de estrés térmico. Una de ellas será la comarca de la Loma de Ubeda, en Jaén, donde la floración más tardía en comparación con el resto de Andalucía generará un mayor riesgo de sufrir altas temperaturas durante la fase crítica de ésta, lo que dará lugar a disminuciones en la cosecha. La otra zona está situada en el Bajo Guadalquivir que, en este caso se verá afectada por la falta de frío invernal, lo cual generará dificultades de floración que incidirán de forma muy negativa sobre la producción final de aceite. Por su parte, el incremento de CO2 en la atmósfera en algunas zonas olivareras andaluzas no afectadas por episodios de estrés térmico durante floración, y con disponibilidad de agua para riego, podría incluso aumentar la producción.

El olivar en cifras

En Andalucía, en la actualidad se cultivan aproximadamente 1,6 millones de hectáreas de olivar, de las cuales alrededor de 600.000 son de regadío, superficie que ha crecido de forma importante en los últimos 20 años, siendo este incremento beneficioso para la adaptación de este cultivo a los efectos negativos del cambio climático.

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