En el extremo oeste de la provincia —a escasos kilómetros de Paterna del Río y Laujar de Andarax— y al limítrofe a la de Granada, se encuentra el municipio de Bayárcal, hijo indiscutible de la enorme mole pétrea de la montaña mediterránea por antonomasia, la Sierra Nevada. Y es que estamos tratando con el pueblo más alto de Almería, nada menos que mil doscientos cincuenta y ocho metros sobre el nivel del mar. 

Fue éste un modesto poblado musulmán que en el siglo XVI vio despoblarse, hasta desaparecer, su pequeña rábita, Haratalburrica, hoy una porción de la vega bayarquera que se denomina Tarburrica. A todo ello se le suma un castillo milenario en Yniza, paraje natural e histórico que da título de los marqueses del mismo nombre. 

En él se alza una de las fortificaciones más importantes que controló todo el trasiego del puerto de la Ragua durante toda la Edad Media musulmana. En este lugar se conversan también las reunas de una iglesia del siglo XVI y un importante paraje montuoso. 

La joya mudéjar de la Alpujarra Almeriense

Se sitúa esta localidad en plena sierra, concretamente en el impresionante barranco que forma el Puerto de la Ragua, entrada natural de la comarca del Marquesado del Cenete a La Alpujarra. Con una extensión de cuarenta kilómetros cuadros y aproximadamente 700 habitantes, sus viviendas son típicamente de tradición morisca y buscan en las curvas de nivel la solución más óptima para situase. 

Aparecen entre ellas un sinfín de tinaos, galerías de sol, portales, terraos planos de launa que desafían las nieves, chimeneas ingeniosas y, en suma, toda una gama de soluciones de arquitectura popular que dan rienda suelta a las necesidades más perentorias, sin ningún afán de pretenciosidad.  

La iglesia que guarda el pulso histórico de Bayárcal

Cuenta, además, con una interesante iglesia de la primera mitad del siglo XVI con planta rectangular de una sola nave y capilla mayor diferenciada, cuya torre, decorada con bellos azulejos mudéjares de loza dorada y bellas ornamentaciones, conserva las marcas de los balazos que los moriscos sublevados asentaron cuando asediaron el templo, refugio de los cristianos viejos. 

Causa admiración ver como aquí todavía se conservan unas magníficas tallas barrocas de la escuela granadina, muchas del siglo XVII, pues son contadas de las poblaciones que pueden decir lo mismo. Destaca la hermosa talla de San Francisco Javier, patrón de Bayárcal, policromada con un muy decente estofado en oro que nada tiene que envidiar a la mejor escuela. También la de talla de la Inmaculada Concepción.

La tradición popular cuenta que fueron gentes venidas de Navarra quienes trajeron la imagen, aunque en el libro de apeo y repartimiento en el siglo XVI manifiesta que fueron los jienenses los que más presencia tuvieron.