Un túnel bajo Sierra Nevada: solución o utopía para conectar la Alpujarra de Almería y de Granada
La infraestructura colosal alcanzaría casi los 40 kilómetros de longitud y podría unir la comarca del Marquesado del Zenete con la Alpujarra

El recorrido del supuesto túnel que uniría dos comarcas bajo Sierra nevada.
Un túnel bajo Sierra Nevada. Casi 40 kilómetros de longitud. Una conexión directa entre el Marquesado del Zenete (Granada) y la Alpujarra almeriense. No es el argumento de una novela de ciencia ficción, sino la propuesta real que el alcalde de Alpujarra de la Sierra y presidente de la Mancomunidad de Municipios de la Alpujarra Granadina, José Antonio Gómez (PSOE), ha enviado al Ministerio de Transportes.
Su objetivo es tan noble como necesario: romper el aislamiento histórico de esta comarca montañosa y estrechar, de una vez por todas, los lazos entre las provincias de Granada y Almería.
“La Alpujarra es solo una. Lo que beneficie a la de Granada debe beneficiar también a la de Almería”, afirma Gómez. “Quiero que el Ministerio estudie esta posibilidad, aunque sea remota. Acercar dos territorios que están muy cerca, pero históricamente mal comunicados”.
El alcalde defiende que esta obra, aunque colosal, podría suponer un antes y un después para el desarrollo económico, turístico y poblacional de ambas vertientes de la sierra. “Se acabaría el aislamiento. Sería una línea recta entre la playa de Adra o Roquetas y el Marquesado del Zenete, pasando bajo tierra. Puede sonar grandilocuente, pero si se hubiera invertido solo el 1% de lo que ha recibido Cataluña o el País Vasco, este túnel ya sería una realidad”, sentencia.
¿Una idea visionaria o un delirio técnico?
La propuesta ha generado un intenso debate en la otra vertiente de la sierra. Desde la Alpujarra almeriense, el presidente de Desarrollo Rural y alcalde de Abrucena, Ismael Gil Salmerón, ve con escepticismo el planteamiento.
“Un túnel de esa magnitud, con ese coste y ese tiempo de ejecución, puede no ser realista. ¿Para qué construir una infraestructura subterránea si desde Padules a Roquetas se llega en coche en apenas 40 minutos?”, plantea.
Gil subraya además que un túnel une solo dos puntos concretos, dejando a muchos pueblos fuera. “Todos los municipios merecen las mismas oportunidades. Sería más justo mejorar las carreteras existentes o impulsar una autovía que vertebre realmente a todos”.
Un gigante sin precedentes en España
En España, los túneles más largos se cuentan con los dedos de una mano. El Túnel del Cadí, en el Prepirineo catalán, con poco más de cinco kilómetros, ya se considera una infraestructura clave para el desarrollo regional. Imaginar un túnel de 40 kilómetros —ocho veces más largo— bajo un parque natural como Sierra Nevada, es una escala hasta ahora reservada a grandes obras internacionales.
Proyectos como el Eurotúnel (entre Reino Unido y Francia), el Puente-Túnel de Oresund (Dinamarca-Suecia) o el Fehmarnbelt (Dinamarca-Alemania, en construcción) responden a necesidades de transporte entre países, con millones de viajeros y mercancías cada año. Aquí, en cambio, se trataría de unir dos comarcas rurales con baja densidad de población y ya relativamente cerca del mar.
Más que un túnel: el grito del sureste andaluz
Más allá de su viabilidad técnica, su coste astronómico o las dudas que plantea su trazado, la propuesta del túnel ha reabierto un debate profundo y necesario: la falta histórica de inversiones estructurales en el sureste peninsular.
Mientras otras regiones de España han visto cómo autovías, trenes de alta velocidad y grandes infraestructuras conectaban sus territorios y aceleraban su crecimiento, buena parte del interior de Granada y Almería sigue dependiendo de carreteras de montaña, trazados decimonónicos y comunicaciones lentas que las alejan del desarrollo.
Este túnel, irrealizable o no, no es solo una propuesta de ingeniería: es una llamada de atención, una forma simbólica de exigir que el sur profundo también merece futuro. Como recuerda José Antonio Gómez: “La Alpujarra existe. Y necesita desarrollarse. Ya está bien de que siempre se quede para después”.
¿Llegará algún día ese “después”? La pelota está ahora en el tejado del Gobierno central. Y bajo la tierra de Sierra Nevada, quizás, un sueño enterrado a la espera de una decisión.