No es un pueblo cualquiera. Enclavado en el corazón de la Alpujarra, este desconocido municipio descansa sobre montañas cargadas de historia. Con un origen aún desconocido, algunos apuntan que su nombre proviene de su característica más destacable: su división en dos por el Barranco de Nacimiento.

Se trata de Beires, uno de los pueblos más desconocidos de la Alpujarra y cuyo origen aún sigue siendo un misterio para muchos. Destaca por algunos de los históricos monumentos que tiene, como el Castillo de los Moros, una fortificación construida por los musulmanes con fecha desconocida y que ilustran a la perfección la historia de esta región.

Su distribución urbana divide el pueblo en dos barrios casi exactos, Zembrón y Beires, que están unidos gracias a un puente de piedra. Su entorno natural lleno de vegetación y paisajes de encanto hace de esta una zona perfecta para desconectar y disfrutar de la paz de la Alpujarra.

Retroceder en el tiempo

Descansa sobre la ladera de la montaña en una ubicación próxima a otras localidades como Padules o Almócita, pueblos que pese al paso del tiempo también han conseguido conservar la esencia de antaño. Su base en la agricultura, el campo y la gastronomía tradicional hacen sentir como si el tiempo no hubiese avanzado en este lugar.

Según datos de 2024 del Instituto Nacional de Estadística (INE), Beires tiene tan solo 148 habitantes, lo que le convierte en uno de los pueblos más pequeños de toda la provincia de Almería. La cocina de Beires también conserva la esencia de la tradición alpujarreña. Platos como el plato alpujarreño con morcilla, chorizo y patatas a lo pobre, o las migas con tropezones, son algunas de las delicias que se pueden degustar en la zona.