Casi tres siglos de tradición: una noche mágica iluminada por la luz de las lumbres
Este sábado se ha celebrado el 286 aniversario de un acontecimiento histórico que conmemora el traslado del Santísimo desde su antigua ermita hasta la actual Iglesia Parroquial

Noche de las Lumbres en Huércal-Overa.
Desde hace ya casi tres siglos, cada 8 de febrero, las calles de Huércal-Overa se llenan de luz, devoción y centenares de huercalenses con una de sus citas más emblemáticas: la Noche de las Lumbres. Esta tradición, que se remontan al año 1739, conmemora el histórico traslado del Santísimo desde su antigua ermita, que se encontraba ubicada en a Carretera Nacional 340, hasta la actual Iglesia Parroquial en pleno corazón del municipio.
Lo que comenzó como una necesidad – encender hogueras para iluminar el camino en una época en la que no había electricidad – se ha convertido en una de las tradiciones más emblemáticas del pueblo en la que los vecinos se reúnen para celebrar una noche llena de historia, emoción, fuego y música.
Así, el municipio de Huércal-Overa ha tenido este pasado sábado una cita con una tradición que celebraba el 286 aniversario del traslado del Templo Parroquial, reviviendo su pasado con la misma pasión de siempre y reuniendo a cientos de vecinos en una cita ineludible con sus raíces.

Procesión de la Noche de las Lumbres en Huércal-Overa.
La celebración comenzó con la Santa Misa, oficiada a las 19:30 horas en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción que estuvo abarrotada de fieles y tras la que se sucedió la procesión con el Santísimo a la que acompañaron un numeroso grupo de vecinos, entre los que se encontraban el alcalde, Domingo Fernández, y distintos concejales de la Corporación Municipal, realizando el mismo recorrido que se hizo en su día – hace ya casi tres siglos – desde la antigua ermita hasta la actual Iglesia.
Como también es tradición, algunos de los vecinos portaban velas durante la procesión mientras que al paso de esta, las calles de la localidad se fueron iluminando con las lumbres, encendidas por los vecinos en varios puntos clave del recorrido.
A su paso, la procesión hizo una parada especial en un altar conmemorativo, instalado en el emplazamiento original de la antigua ermita, en la carretera nacional 340. Allí se detuvo el paso durante unos minutos donde se practicó un rezo por parte del párroco Francisco Jerónimo Ruiz, acompañados de una multitud de vecinos, con palabras dirigidas a la comunidad.

Altar conmemorativo de la Noche de las Lumbres en la antigua ermita.
El silencio y la devoción se rompían únicamente con el acompañamiento musical de la Asociación Musical Martín Alonso, cuyas melodías acompañaron el avance de la procesión, mientras se fueron encendiendo candelas y lumbres en la Plaza de Abastos, Plaza Obispo Ginés G. Beltrán, y en las Glorietas.
Las llamas de las lumbres no solo iluminaron las calles, sino que también sirvieron como punto de encuentro tanto para vecinos como para familias, que se reunieron alrededor de los fuegos para compartir conversaciones, risas y momentos de convivencia.
Además del aspecto religioso, la Noche de las Lumbres también es una oportunidad para la solidaridad. En la Plaza de la Constitución, la organización Manos Unidas Huércal-Overa instaló una barra solidaria donde se ofrecían tapas y bebidas con el objetivo de recaudar fondos para proyectos humanitarios.
La Noche de las Lumbres es más que una simple festividad; es el reflejo del arraigo de una comunidad a sus costumbres. Con las últimas llamas apagándose, Huércal-Overa despide esta edición con la certeza de que, el próximo año, la tradición volverá a encenderse con la misma fuerza de siempre.