Los rostros tras las cifras de la Operación Paso del Estrecho: "Hemos tenido que pasar la noche en un banco"
Llegados de diferentes puntos de Europa, confían en el Puerto de Almería para viajar hasta África

Abdel el Malik recoge a su tío, procedente de Nador, en el Puerto de Almería.
Es mediados de julio y el Puerto de Almería está en temporada alta. En sus inmediaciones, cruceros y ferris permanecen atracados, a la espera de que miles de viajeros suban y bajen, llegan o partan, de la capital almeriense. Para controlar esta inmensidad de pasajeros, autoridades policiales, Guardia Civil y voluntarios de Cruz Roja se coordinan bajo el sol, el humo de los vehículos y el olor a salitre y gasolina.
Se trata de la época más fructífera para el fondeadero, un momento en el que Almería se transforma en un punto neurálgico de tránsito al que viajan aquellas personas que regresan a sus hogares, hacia el norte de África. Asimismo, también se convierte en la puerta al viejo continente para todos los que hacen el trayecto a la inversa y entienden el verano como una oportunidad para conocer Europa y de reencontrarse con algún familiar.
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Los rostros tras las cifras
Sentados en la zona de descanso, equipada con bancos de madera y carpas que regalan sombra [casi 1,5 hectáreas], se encuentra Benyounes, un hombre que, tras un día y medio conduciendo desde París, ha llegado a Almería. La suya es una larga y ardua travesía que realiza todos los años. Forma parte de la llamada Operación Paso del Estrecho (OPE), por lo que aún le queda un importante tramo por recorrer: subirse al ferri que los llevará a su familia y a él hasta Nador (uno de los puertos a los que arriban los barcos, junto a Melilla, Orán y Ghazaouet). Allí, en Nador, les esperan el resto de sus familiares.

Un hombre duerme en el suelo junto a su coche mientras esperan al ferri.
El parisino arribó a la ciudad a las 22.00 horas de un miércoles y su ferri partía a las 17.00 horas del día siguiente. En otras palabras, Benyounes y su familia, con varios niños entre ellos, se han visto obligados a pasar la noche en las instalaciones portuarias, con todas las complicaciones que ello supone.
"La noche la hemos pasado regular, en un banco, es incómodo dormir aquí. Si pudiese mejorar algo, sería el baño, que no tiene mucha agua y no está muy limpio", resume, para después añadir que entiende que es "algo normal al ser usado por tanta gente". A pesar de las ojeras, luce una gran sonrisa en el rostro: "Pronto volveremos a estar todos juntos de nuevo", reconoce.
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Entre colchones y mantas tiradas en el suelo, junto a los coches, y con niños y niñas correteando de un lado para otro entre los vehículos, se encuentran Khalid y su mujer. También ellos esperan la naviera de la tarde para poder partir hacia Nador, desde donde tomarán otro transporte hasta Saïdia, hogar de sus familiares y amigos.
Aunque, en su caso, no han tenido que pasar la noche allí, sí han sufrido un viaje de 14 horas desde el país vecino. Hasta el embarque, tendrán que esperar otras 12 horas. A pesar de la demora, ambos están acostumbrados: "Llevamos viajando desde Francia hasta Marruecos medio siglo", reconoce, para después matizar que él no nació en el país norteafricano, pero que desde hace 50 años aprovecha sus vacaciones para ir a visitar a sus antecesores.
La puerta a Europa
No todo son salidas hacia otro continente. Mientras que Khalid y Benyounes ven avanzar el reloj, otros pisan el puerto con la intención de visitar la ciudad o, incluso, la provincia. Si bien en la primera fase de la OPE ya han llegado a Almería 11.000 personas y 3.000 vehículos -frente a las 80.000 personas y 20.000 coches que han embarcado hacia África-, son cifras que aún están muy por debajo de las que se registrarán en la segunda fase, a partir del 15 de julio; momento en el que se cruzan idas y venidas.

Cartel que indica la zona de ferris del Puerto de Almería.
Para recibir a uno de esos 11.000 viajeros se encuentra Abdel, un marroquí que ha ido a recoger a su tío al embarcadero. Lleva cinco años como vecino de Roquetas de Mar por motivos laborales. Este verano, por fin, tendrá a su familiar junto a él, a quien en la empresa de autobuses en la que trabaja le han concedido un mes de vacaciones, que pasará en España.
Con varias maletas y una mochila a cuestas, el tío de Abdel no deja de sonreír. No habla español, por lo que su sobrino funciona de enlace y traductor entre LA VOZ y el turista marroquí. “Está muy contento de haber podido llegar a Almería sin problemas", gracias a su visado y a un puerto que le ha ofrecido las facilidades y herramientas necesarias para poder culminar su travesía con éxito.
Gran tráfico de pasajeros en un verano bajo el sol
Las 80.000 personas se complementan con los turistas que llegan en crucero y que, en ocasiones, coinciden con las navieras de la OPE. Así ocurre, de hecho, la mañana en la que llega el tío de Abdel. Tracy, una inglesa de Staffordshire, pisaba suelo almeriense a la vez que el marroquí; uno en busca de su sobrino y la otra, de la famosa playa de Almería.