El grupo Proyecto Eskhata se alza con el IV RockinLei
La noche contó con las actuaciones del grupo finalista We’ve Got Enemies y de The Dry Mouths

Los ejidenses Proyecto Eskhata, ganadores.
Los ejidenses Proyecto Eskhata se proclamaron en la noche del jueves vencedores de la cuarta edición del certamen ‘RockinLei’, puesto en marcha por las áreas de Juventud y Cultura para apoyar a formaciones noveles, en colaboración con Clifford Records y Europa FM. Su propuesta de metal aprehensible, aderezado con elementos que van desde el rap, al flamenco, pasando por bases electrónicas y pinceladas de thrash, conquistó al jurado que les concedió el triunfo frente a los otros finalistas, We’ve Got Enemies, que también contagiaron al público con su arriesgada mezcla entre la electrónica, el ambiente, el noise y melodías vocales que parecen evocar la sonoridad de la música árabe.
Con una puesta en escena que impone desde el primer instante, con una intro electrónico-flamenca, un bajo de siete cuerdas, una guitarra de ocho, Proyecto Eskhata abrumó sobre las tablas del Apolo, liderados por la voz, compositor y guitarrista, Samuel Barranco, con una actuación que derrochó virtuosismo y también concentración. Los cuellos de músicos y asistentes no cesaron de moverse en riffs contundentes, cortos, pero efectivos, así como con solos de bajo y guitarra que demostraron la aptitud de esta joven banda que ya cuenta con dos trabajos autofinanciados y que el sábado telonearán a la banda francesa Smash Hit Combo en la madrileña sala Kiss.
Finalistas
Antes, We’ve Got Enemies desentrañaron alguna de las claves de su música. Ambiente electrónico, generador de una atmósfera muy personal que se acompaña de proyecciones coloristas, arriesgadas, de libre interpretación, creadas por Alberto Martínez. Batería, bases y melodías de Fran Lara que arroparon la inusual voz de Daniel Sánchez y que obtuvieron el reconocimiento de haber llegado a la final.
En una noche que nunca olvidarán, estuvieron acompañados por The Dry Mouths, los vencedores de la edición de 2013, que dejaron claro que visceralidad y técnica no están reñidas. Su música bebe casi en la misma proporción del rock progresivo de los setenta, como del grunge de los noventa, en una combinación a la que suman una puesta en escena descarada y un humor desconcertante.