El Festival de Teatro Clásico de Mérida acogió el pasado verano el estreno de ‘Hécuba’ de Eurípides, en versión de Juan Mayorga y dirección de José Carlos Plaza. Sobre las tablas, una de las grandes damas de la escena nacional, que volvió a recibir el elogio de la prensa especializada y el aplauso del público. Concha Velasco (Valladolid, 1939) regresa mañana viernes a El Ejido (Teatro Auditorio, 21.30 h.) para sufrir bajo el rostro de este trágico personaje.

Eurípides escribió ‘Hécuba’ hace casi 2.500 años. ¿Sigue vigente el discurso de la obra?
Desgraciadamente sí. El gran problema que tiene la sociedad no es que tengamos que recurrir a los clásicos para denunciar lo que pasa sino que estos clásicos sigan vigentes. Y más con una obra como ‘Hécuba’, la gran reina de Troya, con una cultura y una filosofía de vida fuera de lo común en aquellos tiempos, que se convierte, por culpa de la injusticia, en ejecutora de la venganza más terrible.

El autor habla del dolor de una madre...
Y a través de la anciana reina de Troya, también criticaba a los gobiernos griegos de aquella época. Fue rechazado hasta el punto de que si no llega a ser por Sócrates no hubiera vuelto a estrenar ninguna obra más. Esa es la grandeza de ‘Hécuba’. También nos habla de la trágica venganza de esta mujer, convertida en perra por los dioses para castigarla por su terrible crimen. En ella están todas las madres: cojo los periódicos, veo las noticias, lo que ahora está pasando en Siria, y pienso en esas madres que no encuentran justicia ni pueden enterrar a sus hijos dignamente. En la obra, lo pasa mal Hécuba y lo paso mal yo.

¿Qué dificultades encuentra una actriz con su bagaje al afrontar un personaje de estas características?
No me gusta decir que es un trabajo difícil, es un trabajo arriesgado cuando se tiene una carrera como la mía. El otro día comí con el sobrino de Manolo Escobar, Gabriel, de quien soy muy amigo y a quien quiero mucho, y me decía: “Dios mío, cómo te la juegas a tu edad, con 74 años, con este personaje tan terrible, que te exige tanto trabajo”. Y es cierto, porque todos los días, nada más acabar la función, tras ducharme para quitarme la tierra, devuelvo las bilis que acumulo durante la hora y media del espectáculo. Pero me encanta mi trabajo, y sobre todo tener la oportunidad de hacer pensar. El espectador no necesita que nos disfracemos de soldados de hoy, que Agamenón salga metralleta en la mano, rodeado de misiles: con decir lo que decimos es suficiente para emocionar, para hacer pensar.

José Carlos Plaza dirige la obra además de ser el responsable de la escenografía. ¿Cómo ha sido el reencuentro?
Me conoce muy bien, es la cuarta obra tras ‘Carmen, Carmen’, ‘La rosa tatuada’ y ‘Hello, Dolly!’. Con casi todos los directores que trabajo, repito; y con los que no repito es porque son irrepetibles... en el sentido de que son insoportables e incómodos.

Tras el estreno en Mérida, la prensa especializada le regaló calificativos como “majestuosa”, “sensacional”, “leyenda viva del teatro español”... ¿Qué siente al leer estas cosas?
Me las guardo en el bolso y se las leo a mi nieto. Me encanta que me hagan buenas críticas pero lo que más me gust