Un canto eterno a Antonio Segura: la noche en que Carboneras se rindió al flamenco
Más de una veintena de artistas regalaron compás y emoción al Castillo de San Andrés en una velada única

Castillo de San Andrés lleno en el homenaje a Antonio Segura y Antonio Sevillano presentando
Hay personas que no necesitan escenario para brillar. Personas que viven el arte como forma de estar en el mundo. Antonio Segura (1944-2023), un 'marchenero' puro, fue una de ellas. Anoche, su pueblo, Carboneras —el que lo vio amar el flamenco con cada poro de su piel— lo homenajeó como él lo habría querido: con cante, con compás, con familia, con amigos. Y con emoción, de esa que se queda a vivir en ti. Su ausencia se hizo presencia. No se le vio, pero se le sintió. Como si en cualquier momento fuera a aparecer con su sonrisa serena, a saludar con un abrazo o a emocionarse.
Bajo las murallas iluminadas del Castillo de San Andrés, el flamenco sonó como pocas veces antes: profundo, sincero y agradecido. Todo para honrar la memoria de un almeriense de corazón que llevó el cante por bandera y que dejó huella en todos los que lo conocieron.
Desde el primer acorde hasta la última ovación, el I Festival Flamenco Homenaje a Antonio Segura, presentado por Antonio Sevillano y organizado en colaboración con el Ayuntamiento de Carboneras y la familia, en especial, José Antonio Hernández, fue un acto de amor. Sobre el escenario, más de una veintena de artistas reconocidos —todos de forma altruista— ofrecieron su arte como se hacen las cosas de verdad: con entrega. Porque el homenajeado no era solo un aficionado: era un amigo, un cómplice, un impulsor. Y todos ellos, sin excepción, lo llevaban dentro.
Y entre tanto arte, la emoción más intensa la puso Rocío Segura, hija y Lámpara Minera en el año 2000, que confesó para LA VOZ: “Mi padre ha sido todo, mis pies y mis manos. Este festival es la manera de darle las gracias por todo lo que hizo por mí y por el flamenco”. Porque, para ella, la forma de su padre de estar en el mundo consistió en hacer cosas de corazón.

Cartel oficial con todos los artistas invitados al homenaje
Una noche para la historia almeriense
Nunca antes Carboneras había reunido tanto talento en un solo festival. Pepe Sorroche, Jeromo Segura, Miguel de Tena, Manuel Cuevas, artistas de primera categoría compartieron cartel con figuras de nivel como Manuel Herrera, Manuel Herrera hijo, Juan Carmona, Miguel Ortega, Antonio Carrión o Raúl Montesinos. Todos ellos con un mismo motivo: rendir tributo a una figura clave para el flamenco de la zona.

Almaría ensayando en el interior del Castillo de San Andrés con Juan Carmona a la guitarra
Pero si algo hizo especial la velada fue la participación de los suyos. Antonia López, su esposa, compartió emoción y cante. Almaría Segura, su sobrina, interpretó versos de la Generación del 27 con letras de Josefina de la Torre y Manuel Altolaguirre. Soleá Segura, su nieta, le cantó a su ‘papico’ como solo una nieta canta a un abuelo que ha sido faro: “En la lejanía me dio por recordarte y el corazón me dolía”.

Soleá Segura, nieta de Antonio Segura, y Manuel Herrera hijo a la guitarra
Y Rocío Segura, su hija, su orgullo, volvió a cantar con la voz temblorosa, pero firme. “Para saber dónde vamos, tenemos que saber de dónde venimos. Tenemos que honrar a la gente que ha hecho el bien ”, añadió. Y lo dijo, con la nostalgia de quien echa de menos a alguien, pero con el alma en pie.

Antonia López, mujer de Antonio Segura, con Manuel Herrera padre a la guitarra
Recuerdos cantados
Nadie dudó. Cuando Rocío llamó, todos dijeron que sí. Antonio Carrión lo resumió así: “Fue una persona que ayudó a muchos artistas y que siempre luchó por el flamenco en Almería”. Pepe Sorroche, leyenda viva del cante minero, fue directo: “Tenía un corazón enorme. Se llevaba bien con todo el mundo”. Manuel Herrera, con años de amistad compartida, aseguró: “Lo conocí desde que nací. Ha sido parte de mi familia. Lo que hacemos esta noche, lo hacemos con el corazón”. Y su hijo, también guitarrista, lo confirmó: “Esto va por él”.

Algunos de los artistas que participaron en el festival
Inmaculada Barrios, mujer de Carrión, ejemplificó lo que se sintió desde el público: “Antonio ha sido una persona divina. Lo quise mucho y lo seguiré queriendo siempre”. María La Rabota lo recordó como alguien que “la ayudó a abrir caminos” y la llevó a cantar donde nunca habría soñado. Almaría subió al escenario con una emoción contenida y versos inspirados: “No vengo a un homenaje cualquiera. Vengo al de un hombre que ha sido todo desde que tengo uso de razón”.
Cada cante fue un recuerdo. Una manera de decir “gracias”. El patio del Castillo se convirtió en un templo de memoria viva. Los artistas no solo ofrecieron su voz o su toque: ofrecieron su cariño, su respeto, su lealtad. Porque todos, de un modo u otro, le debían algo a Antonio Segura. Desde la veteranía de Sorroche hasta la frescura de los más jóvenes, el escenario vibró con ese tipo de emoción que no se ensaya. Era un homenaje íntimo, pero compartido. Y por eso dolía y abrazaba a la vez.

Guitarristas en el inicio del festival: Manuel Herrera hijo, Manuel Herrera Padre, Hugo del Pino y David Delgado; y los palmeros, Juan Andrés Heredia y Tony Santiago
El legado de un hombre bueno
Antonio Segura movió el flamenco desde dentro. No buscó protagonismo, pero lo tuvo. En cada festival, en cada peña, en cada gesto silencioso. Desde esa trinchera invisible donde viven los buenos aficionados. Fue uno de esos hombres que hacen que las cosas ocurran sin esperar aplausos. “Porque lo que más quería era ayudar”, resume Rocío. “Y no puedo más que agradecerle todo lo que me dio, como hija y como artista”.

Rocío Segura cantando con guitarrista y palmeros
Y anoche, el pueblo se lo devolvió. Porque Carboneras no solo escuchó música, escuchó la historia de un hombre que entendió que el flamenco es un lugar al que se pertenece. Celebró una vida. Una forma de amar. Una forma de hacer las cosas. Y bajo las estrellas del Castillo de San Andrés, con palmas, quejíos y compases, su nombre quedó escrito para siempre en la memoria del pueblo. Porque Antonio Segura no se irá nunca. Porque hay personas que, aunque se marchen, dejan la vida afinada en su tono.