Puede que la de 1812 sea la única constitución de la historia que tiene compás. El compás de Sara Baras. El espectáculo La Pepa arrasó en un Auditorio de Roquetas lleno hasta la bandera, que acabó acompañando a la estrella de la noche, con sus palmas por tangos.

En un indiscutible momento de madurez técnica y artística, Sara soportó ampliamente el peso de una obra en la que sus pies confirieron dieron vida espíritu constitucional del Cádiz de 1812, evocado en diferentes cuadros, por guajiras con sabor a ida y vuelta o por tanguillos. Sin embargo, fue por seguiriyas, donde la genial bailarina dio la talla de su talento, dando cuerpo y alma a la figura alegórica de la Constitución, su personaje. Sara se entregó en este pasaje a la complejidad rítmica en el zapateado que le caracteriza, para expresar toda la dimensión del conflicto político e histórico en el que nace ‘La Pepa’. Con los brazos, insufló sentimiento a unas ideas tan escasamente emocionales como son los derechos de un pueblo. Un pueblo, representado por el cuerpo de baile, que se alternó en el escenario con las apariciones de Sara Baras , partiendo de una muy lograda introducción en el que quedó patente la tragedia de la guerra y el desamparo popular fruto del conflicto. La suma de violentos juegos de luz y el aparente desorden en el movimiento del cuerpo de baile escenificaron de forma contundente tan dramática situación.

Al margen de las intervenciones de la coreógrafa y primerísima figura, los diferentes cuadros que componen la pieza no siempre mantienen el mismo grado de credibilidad y coherencia entre sí, aunque, el magnífico acompañamiento musical termina salvando las posibles lagunas, con voces excelentes y, sobre todo, una sección rítmica envidiable. Hasta tal punto, que un solo de percusión, incluido a modo de interludio, se puede considerar una pequeña gran joya dentro del espectáculo. Como no podía ser menos, el cante y el toque por alegrías envuelven el triunfo de la Constitución. Alegrías con riqueza de matices en todos los sentidos y una Sara Baras que a esas alturas se había adueñado ya de todo el Auditorio.