El caballero de Olmedo murió esta vez apuñalado por la espalda
El caballero de Olmedo murió esta vez apuñalado por la espalda
Los clásicos tiene la dichosa virtud de que quitan más que dan. Con mucho esfuerzo y reuniendo talento e inspiración sin tasa dan la justa recompensa de haber cumplido con el rigor que merecen. Pero puestos a quitar, quitan mérito a quien se atreve a poner en peligro sus fundamentos sin una razón clara para tal atrevimiento. Eso es lo que le pasa a esta producción de Secuencia 3, que presenta la adaptación y dramaturgia desarrollada por Eduardo Galán a partir de ‘El caballero de Olmedo’, representada la noche del viernes en el Teatro Auditorio de El Ejido.
En la obra original de Lope, el mal presagio del bosque desempeña un papel esencial, influyendo en el desenlace desde un espacio sobrenatural e inquietante de poderoso efecto dramático. Pero en esta producción, desde el principio se “vende” el famosísimo augurio de muerte y, a partir de ahí se pretende que perviva la impronta de tan funesto anuncio. Cuanto viene a suceder dentro de la trama urdida en esta adaptación, ya es sólo por cumplir con el texto.
Tampoco parece traída con acierto la alegoría taurina, como si Lope de Vega hubiese sido víctima de todas esas estupideces telúricas que se han llegado a difundir a cerca de la taurinidad, tan del gusto de Távora. Unos inexplicables minotauros que no significan nada, tratan de otorgarle a los personajes un trasfondo que ni está en el texto original ni tiene sentido argumental. Se trata, en suma, de un ejercicio formal que sólo podría estar justificado si fuese bello.
Escenografía
Los efectos luminosos de viedoclip, la ambientación sonora poco coherente y la interpretación que no pasa del aprobado dan también la medida de este montaje teatral, que ha tenido la mala suerte de ser progrado en las Jornadas después de cuatro magníficas noches, especialmente las dos que ocupó la Compañía Nacional de Teatro.
Al final, el caballero de Olmedo muere apuñalado por la espalda, cuando le amenzan de muerte arcabuz en mano, con todo lo que eso significa en el ámbito del honor. Una muerte que tiene algo de metafórico, a tenor de como se le trata al pobre de don Alonso en este montaje teatral. Claro que, después de verle practicando una especie de arte marcial japonesa, armado con una lanza, cabía esperar ya cualquier sorpresa.