‘La vida es sueño’ de la CNTC y de Blanca Portillo pasará a la historia de esta obra
‘La vida es sueño’ de la CNTC y de Blanca Portillo pasará a la historia de esta obra
Las Jornadas no han podido tener mejor regalo por sus treinta años que esta versión de ‘La vida es sueño’ que ha traído a Almería la Compañía Nacional de Teatro Clásico con Blanca Portillo poniendo voz y alma a Segismundo. Sobre todo, alma.
La adaptación de Juan Mayorga, dirigida por Helena Pimenta está llamada a pasar a la historia de las representaciones de esta pieza, culmen de la obra de Calderón y del teatro español. Así lo captó el público del Maestro Padilla, que no pudo sujetarse los aplausos después de que Blanca Portillo concluyera el inefable discurso que es el fundamento de esta obra.
Todo en este montaje parece estar ideado en una sola dirección, que no es otra que descargar sobre la audiencia toda las consecuencias vitales y emocionales de la reflexión filosófica que plantea el autor. Más allá, la adaptación y la dirección han conseguido convertir en efectivo material dramático la descomunal dimensión poética de Calderón. Una tarea que sólo tiene sentido, como en este caso sucede, cuando el talento y el compromiso de los actores va parejo a las pretensiones de Mayorga y Pimenta.
Blanca Portillo
En medio de todo ello, Blanca Portillo, que hace crecer a Segismundo en cada verso, hasta que el personaje se adueña emocionalmente de toda la acción emergiendo por encima de conflictos y peripecias, sin perder un ápice de su condición humana, antes bien, ensanchándola hasta llenarlo todo.
Nada de esto hubiese sido lo mismo sin el resto del reparto, igualados todos sus miembros en un altísimo nivel interpretativo. Ni tampoco, sin ese marco escenográfico que representa la desolada belleza formal de la arquitectura palaciega como metáfora de lo inconsistente de la vida o la delicada aportación de la música de inspiración barroca, interpretada en directo y tan perfectamente engarzada en el verso y la acción.