Toda una vida
Escuchemos de verdad la música que siempre se recordará, porque todos deberíamos sumergirnos en la Música Inmortal

Fotograma de la película El hombre tranquilo con John Wayne y Maureen OHara.
Me pongo cómodo y me preparo, coloco los cascos sobre mi cabeza, pulso play y cierro los ojos. Ese es el momento, ahí empiezo un intenso recorrido. Viajo desde casa, sin moverme del salón. De una manera impresionante me paseo emocionado por distintos afectos y estados: ímpetu, energía, humor, calma, entusiasmo, picardía, misterio, ensoñación, amor... toda una vida. Esto, tan solo, en unos cuantos minutos de música que dura la Rapsodia sobre un Tema de Paganini de Rachmaninov.
Hace unos años asistí a un concierto de una orquesta, no recuerdo qué había programado ese día, pero sé que estaba la obra que nos ocupa. Ya la conocía, aunque nunca la había escuchado en directo... recuerdo que cuando aquel pianista tocó las últimas notas me invadió una fuerte sensación de felicidad. He pensado que, para esta primera recomendación, la Rapsodia sobre un tema de Paganini era la mejor elección, por todo aquello que viví al escucharla en directo y, aunque nunca de manera tan enriquecedora, todo lo que siento cada vez que la escucho en casa.
Fue en 1934 cuando Rachmaninov, en un mundo entre guerras y totalitarismos, se encontraba en la Villa Senar, cercana al lago de Lucerna y rodeada de belleza. Imaginad la estampa: una casa apartada, un lago, los Alpes, un bosque, naturaleza... supongo que todo esto sería inspirador, aunque ¿Cuándo nace esta pieza? En realidad nace mucho antes, más de 100 años atrás. Un violinista que fue todo un portento escribió los 24 Caprichos para su instrumento, quizás ya conozcáis a Paganini. El último de estos caprichos inspiró a algún que otro compositor para crear nueva música. También a Rachmaninov, que para componer la obra de hoy, cogió el tema y le añadió una serie de variaciones (digamos que son transfiguraciones del tema, que originan nuevas ideas musicales). Lo que pasa es que cada una de esas variaciones adquiere un carácter muy distinto, por eso se trata de una obra tan completa. El compositor usa también el tema del “Dies Irae”, canto medieval que habla, ni más ni menos, sobre el Juicio Final...pero ¡No temáis! Se usa por muchos compositores para representar una parte maligna, incluso diabólica, para mostrar una contraposición más allá de lo auditivo. Posiblemente Rachmaninov lo usa como alusión al pacto que, Paganini, habría hecho con el mismísimo Diablo para poder tocar de esa manera el violín.
Así pues, la obra de hoy aglutina a Paganini, al Mal hecho música, por supuesto a Rachmaninov, y también tenemos todos esos estados de los que hemos hablado, pero... es que tenemos mucho más. Tenemos esa enorme capacidad de este compositor para crear esas melodías que nos llenan, que nos mueven y que nos emocionan. Por eso, entre otras cosas, la Rapsodia de hoy, ha sido usada como banda sonora en bastantes ocasiones, especialmente la variación más expresiva y culmen de toda la obra, la número 18 (sentiréis cuál es al escucharla).
En estos tiempos que corren es fácil encontrar casi cualquier pieza que nos propongamos, pero vamos a hacerlo de manera más sencilla. Bajo el hashtag #EscuchandoMúsicaInmortal en Facebook y Twitter, dejaré un enlace en el que escuchar y ver la obra sugerida en cada uno de los artículos. Siempre elegiré una de las mejores interpretaciones disponibles en la red, bajo mi punto de vista, valorando como imprescindible también una buena calidad de grabación, para que podáis disfrutar al máximo la escucha.
Ya tenemos la música preparada ¿Ahora qué? Os recomiendo que elijáis un asiento cómodo y un momento del día en el que sea más fácil relajarse y conectar con todo. Solos o acompañados. Planteadlo como cuando vais al cine, allí seguramente no os permitáis ningún tipo de estímulo ajeno a la pantalla. Disponed el mejor reproductor que tengáis: unos cascos, altavoces... cuanto más y mejor recibamos, más completa será la experiencia. Y recordad que es importante hacer una escucha consciente, es decir, que estéis concentrados en lo que estáis percibiendo. Intentad que los pensamientos que os van bombardeando sean pasajeros y evitad quedaros en ellos. Si sois capaces de conseguir centraros en la Rapsodia sobre un tema de Paganini, aunque sea sólo un poco, seguro que os sorprendereis por cómo os llega la Música.
Quiero compartir con vosotros cómo yo he sentido la pieza al escucharla esta última vez. Pero ésta es sólo mi manera, y cada uno irá descubriendo y construyendo poco a poco la suya propia, dejándose llevar por la Música Inmortal:
Sentado, escucho con atención todo lo que va ocurriendo, pero no desde una manera pasiva sino que, de algún modo, tomo un papel protagonista y soy yo quien vive aquello que escucho. La sensación es casi como cuando haces el muerto en el mar, es fácil desconcentrarse, pero cuando eres capaz de dejarte flotar es realmente agradable. Me dejo llevar por esta sensación con gusto, pero aquí lo agradable se eleva y las emociones son cambiantes y muy intensas. Tras más de la mitad de la pieza ya transcurrida, llega el momento más conocido, y aún con los ojos cerrados noto como una sonrisa grande se coloca en mi cara, sin que yo pueda hacer nada para evitarlo (no es que quiera). Pocos segundos después, llevado por la orquesta y el piano...esta maravillosa música infla mi cuerpo por dentro, como si alguien soplara con fuerza, llenándome de eso que muchos podrían llamar felicidad. Tan inflado ya, que hasta los poros, presionados desde dentro, ponen el vello de punta.
Alejandro Aparicio es guitarrista almeriense. Músico fuera de los cánones habituales de la música clásica, destaca por su cercanía con el público en el escenario y su sensibilidad.