Hace casi 20 años sucedió en Almería que un club de fútbol daba un salto de calidad por obra y gracia de un entrenador que venía de dirigir a grandes equipos y de haber jugado en Primera División con el Espanyol. La historia tiene dos protagonistas y solo ellos saben toda la verdad, pero buceando en lo que sucedió aquella campaña se puede arrojar luz a un despido que dejaba perplejos a los aficionados rojiblancos, que veían en Francisco Flores Lajustica a un impulsor de la entidad a todos los niveles. 

La temporada 2004-05 salvó del descenso al Almería y a la siguiente cambió para siempre la estructura para ponerlo acorde a los nuevos tiempos. Un médico pegado al equipo y una infraestructura que no se conocía por esta tierra. Paco Flores era el señor del fútbol que decía las cosas a la cara y Alfonso García el jefe del club. La relación era buena pero nadie cruzó la raya del otro nunca. El equipo respondía y los cambios daban la razón al entrenador, pero algo pasó.

Aquel Almería llegó a ganar en Valencia a un Levante que subió a Primera por 2-4 con Ortiz estelar y la afición se ilusionó con un ascenso que se escapó de las manos con un final de temporada que no iba acorde con el nivel esperado. Paco Flores dejó al equipo sexto a 8 puntos del tercero, precisamente el Levante, que subía con Nástic segundo y campeón el Recreativo de Huelva. La temporada finalizó y Flores acabó su contrato el 30 de junio. La afición daba por seguro que iba a seguir pero las facturas de don Alfonso García Gabarrón siempre se han cobrado. Aquel final de LaLiga tuvo consecuencias inmediatas: Flores no siguió.

Mando para cambiar la estructura

Paco Flores no era un entrenador ‘manejable’ y su modelo era intachable. Con una plantilla limitada supo llamar a Corona, Fernando Soriano, Uche… Jugadores de su confianza que daban la cara. Líder del Almería y con el vestuario en sus manos tenía plenos poderes en lo deportivo como los de Alfonso a la hora de decir la última palabra. Eran dos fuerzas vivas en un club con las distancias muy cortas. Alfonso tenía manejo con la ‘guillotina’ del banquillo pero Flores ilusionó a la afición, disparó las taquillas, ganaba y sumaba. Fueron muchos cambios y mucho el gasto para ser un club mejor y se hablaba en toda España del Almería de Paco Flores. No eran celos pero algo pasaba que no terminaban de conectar y cada uno iba a lo suyo.

Números para la mejor campaña

El carácter fuerte de ambos chocaba pero los dos cumplían objetivos y mejor no tocar nada. Había dinero en el club y puntos en la clasificación para soñar con el ascenso a Primera pero cada uno en su parcela. Alfonso ha sido un gran presidente y pocos le metieron el dedo en la boca. Paco, decía las cosas como las pensaba y no era un hombre de sacar el ‘capote’. Aquella campaña 2005-06 era la mejor de la historia como UD Almería y Alfonso notaba que el dinero llamaba a su puerta. Pero no subir a Primera tenía un coste y no tardó en pasarle factura al técnico nacido en Barcelona con raíces en Aragón. Nunca agradeció el salto de calidad que daba el club y primó no subir a la hora de buscar un nuevo entrenador y separar sus caminos. Igual pasó algo más.

La apuesta por otro entrenador le salió

Con Paco Flores haciendo las maletas ya iba a por un entrenador del que le hablaron mucho y bien sus amigos de Lorca. Uno de ellos, Antonio Baños, presidía la entidad y veía por el Artés Carrasco al mandatario rojiblanco que estaba de ‘pesca’. No se cortó y fue a por Unai Emery, que era la sensación de Segunda con un recién ascendido. Acabó por delante del Almería en la tabla y con el talonario en la mano lo convenció. Nacía la era Emery en Almería, pero esa es otra historia. El caso es que Paco Flores pagó una factura muy elevada porque no siguió al frente de una plantilla que fue diseñada por él y que estaba en el camino de un ascenso que se lo apuntaría Unai Emery. Paco Flores cambió el Almería para siempre pero pagó no subir al equipo dejando una gran herencia que no dilapidó el hoy preparador del Aston Villa.