El 18 de julio es una fecha en la que pasan cosas. Unas buenas y otras no tanto, pero sucedió aquel día del verano del 2003 cuando se escenificaba un cambio de dueño en el Almería que fundó Guillermo Blanes. En una ciudad acostumbrada a presidentes de la tierra, gente cercana a la que se podía tocar, entraba a ‘cañón’ un señor de Murcia cuyas intenciones nadie conocía. Solo que había comprado el gran paquete de acciones de la SAD del Almería Unión.

En Almería se puso en práctica ese refrán que dice “piensa mal y acertarás”. pero todos se equivocaron y el tiempo puso a cada uno en su lugar. Alfonso ni vino para llevarse el equipo a Murcia ni llegó hacer de puente y venderlo al mejor postor. Guillermo Blanes había amarrado bien la operación.

Las dudas enormes sobre el nuevo dueño

Alfonso García Gabarrón era un desconocido para la afición del Almería y solo su padre sonaba con fuerza en el Levante almeriense por haber sido el presidente del Águilas. Lo primero que se decía era que venía a comprar el club para llevarse la categoría a Murcia.

Otros que detrás de él había un magnate que vendería al mejor postor y, otros, pedían tiempo porque comprando el gran paquete de acciones ya estaba ayudando a un Guillermo Blanes que había puesto todo lo que tenía y necesitaba un relevo.

Se le juzgó con dureza y no lo tuvo fácil por ser murciano, cuando ahora tenemos un presidente a 6.000 kilómetros y nos parece todo normal. Alfonso demostró desde su primera aparición que era de carne y hueso y tenía intención de subir al equipo a Primera División. Aquello parecía que era un ‘farol’ para llamar la atención de los aficionados más reacios: pero el tiempo acabó dándole la razón.

Acostumbrados a un presidente de la casa

Lo que dijo aquel 18 de julio de 2003 lo cumplió con creces. Fueron testigos Manolo García, Guillermo Blanes, Juan Carrillo y un Ricardo Martínez que era la mano derecha del nuevo propietario de Águilas. 

No sacó los pies del tiesto y con el equipo en Segunda División solo podía mejorar lo conseguido “subiendo a Primera”. Blanes y García lo miraban con sorpresa mientras que a Ricardo Martínez le daba la ‘risilla’. 

En el Gran Hotel nacía un nuevo Almería y fue allí donde pasaba las noches el nuevo presidente, cuando el trabajo del club le impedía llegar a casa a tiempo. Todo lo expuesto en aquella rueda de prensa lo cumplió, aunque igual no esperaba estar tantos años al frente del Almería.

Con Alfonso García Gabarrón pasó lo mismo que con el otro Alfonso, García Sánchez, el Almería subió a Primera División y los más viejos del lugar vieron como se habían equivocado cuando miraron al presidente de Águilas como a un comerciante del balón. Las certezas de Alfonso nos regalaron 6 años de Primera.

Se reflejó en contrato no vender el club fuera

Guillermo Blanes fundó al Almería y en realidad tuvo un hijo aquel verano de 1989 cuando del Pavía ‘parió’ al Club de Fútbol que da nombre hoy al Unión Deportiva. Ante los comentarios de calle en el sentido de que se llevaran al club a otra ciudad, firmaron un documento que garantizaba que nunca se iría de esta tierra el club de sus amores. 

Alfonso y Guillermo se dieron la mano y hasta un fuerte abrazo y se escenificaba para siempre el relevo de poder en un club joven que tenía licencia para soñar con algo grande. Lo mejor estaba por llegar.

Han pasado 22 años de aquella fecha y en el 18 de julio de 2025 el presidente del Almería se llama Mohammed Al-Khereiji y no lo vemos por Almería tanto como a Alfonso. Nada que ver con Blanes y García, pero el día de la venta al ministro de Arabia, Alfonso García le entregó un club saneado con 16 años de gestión y una historia para enmarcar. Hubo un Almería de gloria y otro del hambre pero un solo Alfonso García.