El Almería, el equipo del show
Las dudas del inicio dejan paso a un equipo que aprende a vivir y a ganar sin grandes lujos

La imagen de la felicidad en el vestuario del Almería después de ganar 4-2 al Real Zaragoza.
Once fichajes, un proyecto renovado y sensaciones de equipo grande pero humilde. Marcas cuatro goles, y tu entrenador pide cuchillo. Eso es pura mentalidad ganadora. El Almería progresa adecuadamente y el 4-2 con el Real Zaragoza después de proyectar 22 remates a puerta solo puede sacar una sonrisa a todos, empezando por el aura de Dion Lopy capaz de encender un estadio. La única preocupación que tenía Rubi en el banquillo era el exceso de relajación, una superioridad manifiesta en campo y marcador que de forma “inconsciente” tiró atrás a los rojiblancos. Hasta eso formaba parte del show que lanza a la UDA a los 15 puntos en la clasificación.
La maravilla de Chirino para abrir el marcador con su increíble galopada y la traca final de Lopy se quedaban cortas. En el carné de abonado del Almería va grabado el sufrimiento. No se puede ganar sin una dosis de nerviosismo, fruto del 2-1 del Zaragoza. En condiciones normales -si se tiene en cuenta el pasado reciente- el partido terminaría en empate, pero es aquí donde entra en escena la nueva mentalidad, la savia nueva del vestuario.
El equipo contrarrestó cualquier incidente, no se achicó y respondió con dureza con Arnau y Lopy. La infinita superioridad llevó al mosqueo de Rubi por permitir crecer tanto al adversario, pero puede pasar y ahí los profesionales deben tirar de argumentos tácticos y técnicos. El cóctel de la relajación inconsciente y la situación del Zaragoza desembocó en un tramo final de locura.

El golazo de bandera de Chirino para abrir el marcador, clave.
El Almería aprende a controlarse
Miedo es una palabra que los equipos quieren borrar de su diccionario. Suena fuerte, pero el Almería infundió respeto al Zaragoza hasta tal punto que hasta el 2-0 ni se acercó a Andrés Fernández. Eso no se gana con nombres, con fichajes a golpe de talonario ni con la clasificación. El trabajo en equipo marca diferencias con Nelson y Bonini liderando la zaga; Baba agigantándose en la medular y arriba que inventen los que tienen la varita.
Con 0-0, 2-0, 2-1 y 3-2 el Almería dio la sensación de estar tranquilo, mostrándose ganador y con una marcha más por si hiciera falta. A falta de un ‘9’ estratosférico como Luis Suárez, el resto del plantel ha asumido un punto más de responsabilidad.

No necesita mucho Adri Embarba para ser determinante.
El análisis, más allá del resultado
El Almería ha entrado en rampa de lanzamiento en la categoría con un show de diferentes tipos. De levantar un muro en Las Palmas a dominar al Deportivo en Riazor en varias fases del choque o minimizar al Zaragoza hasta asestarle dos golpes. Los momentos de lucidez ganan y cada uno asume su rol, en especial Arnau Puigmal, que debe ser un ejemplo para los que vienen por detrás. Incluso Lopy, timón de este proyecto deportivo que aceptó la suplencia y se marcó un gol de bandera. Es un Almería más sólido y disciplinado.

Arnau Puigmal es el futbolista que todos querrían tener.
Y la peor nota fue para el ataque
Marcas cuatro goles y Rubi pide más cuchillo en ataque para no perdonar tanto. Así es la nueva forma de pensar del Almería. A veces el verse tan por encima del contrario provoca tomar decisiones erróneas o excesivamente lentas, y eso enfadó a Rubi. No fueron tan regulares en rendimiento los Embarba, Arribas y Baptistao, y con todo ello, ya van 18 goles a favor en 9 jornadas. Luego están las 16 en contra, pero eso no toca ahora.
El Almería ya no es el favorito que asustaba con Luis Suárez. Ahora es el club que se gasta 12 millones en fichajes que infunde respeto como equipo.