Aburrimiento es la palabra que no existe en el diccionario del Almería. Con este equipo se vive de todo: momentos de buen fútbol, de ocasiones, de goles 'maradonianos' y victorias que pueden cambiar una temporada. Porque el 4-2 frente al Real Zaragoza solo podía llegar así, con una pequeña dosis de sufrimiento, que va en el escudo y en el ADN rojiblanco. Era demasiado bueno para ser cierto un 2-0 en apenas tres minutos en la segunda parte y como los futbolistas están en un punto ‘disfrutón’ de la Liga, se guardaron un último regalo a la grada para meter en problemas a Gabi Fernández y al Real Zaragoza.

Andrés Fernández fue un espectador más durante casi una hora de partido. Superioridad del Almería sin demasiada frescura ni calidad de ideas en los últimos metros, fallando ese pase final. No todos los días la lucidez es la misma. 

Como en los buenos eventos, lo mejor llegaba tras el descanso con una jugada maravillosa de Chirino dejando a rivales por el camino y definiendo a la red por pura potencia y convicción. A falta de claridad en el área, un punto de locura.

Se desató el vendaval de fútbol

No quiso esperar Embarba para sumarse a la fiesta aprovechando un error de Keidi provocado por Baptistao, plantándose ante Andrada y definiendo al palo derecho. Tres minutos, dos goles y fiesta en el Mediterráneo. ¿Partido acabado? Con el Almería el baño y masaje no existe. Era normal que el Zaragoza quitase el freno de mano y se fuera a por la remontada. Los cambios dieron aire fresco y Kodro, solo unos segundos después de un paradón de Andrés, aprovecha un rechace del meta para poner un punto de emoción.

Al Zaragoza le tuvieron que golpear para reaccionar y al Almería le tocó aguantar sin dejar de mirar a la meta contraria. Con la sensación de sufrir por el marcador pero no tanto en el césped, Arnau terminaba en gol un pase mágico de Arribas. Subir de ritmo y marcar; lo difícil a veces se hace sencillo.

Un fin de fiesta casi perfecto

Con el Mediterráneo celebrando el tercero, sorpresa con gol de Soberón que pilla despistada a la zaga y otra vez a remar. Pero Lopy quería más fiesta. Se ‘picó’ con Chirino y fue en conducción desde el centro del campo a la frontal del área para finiquitar la tarde. Jugada de potencia y calidad, esa seguridad que dan los marcadores y la dinámica. El Almería solo sufrió unos minutos y aceptó la situación con entereza.

El respeto que infunden los pupilos de Rubi ya se nota en el campo. El Zaragoza, en situación límite y cerrando la clasificación, solo despertó al segundo guantazo y a pesar de marcar dos goles, siempre estuvo lejos del Almería.

Diferencia con sus adversarios

La distancia era abismal, cuatro tantos que se pudieron ampliar todavía más y 15 puntos que derriban la puerta del Play Off. Con picos altos y bajos de rendimiento normales en el balompié profesional, el Almería sabe moverse en arenas movedizas y bajar al barro cuando hace falta.

Un triunfo “magnífico” que diría nuestro añorado Joaquín Amérigo. Seguro que desde el cielo también cantó con ese tono inconfundible los goles del equipo para Canal Sur Radio.