Juan Carlos Cordero: el puñal entra en el despacho
Los banquillos saltan por los aires y ahora también los que los eligen

Juan Carlos Cordero asiste a una nueva modalidad de despido.
No se han apagado los ecos del despido de Juan Carlos Cordero como director deportivo del Real Zaragoza y esta temporada está siendo una constante que los entrenadores sean fulminados (como siempre) pero la presión ha entrado en los despachos y empiezan a caer los directores deportivos que son los que los eligen. No se ha marchado uno más dentro del panorama futbolístico español, ya que ha sido Juan Carlos Cordero de los mejores en el cargo y ha pasado por grandes clubes desde su Murcia hasta Zaragoza donde le ha llegado un cese fulminante. Cordero es un especialista de reconocido prestigio y de elevado contrato porque hizo grandes trabajos en clubes como Murcia, Granada, Cádiz y Tenerife antes de aterrizar por La Romareda.
Hoy, Juan Carlos Cordero no tiene quien le escriba pero su palmarés se puede consultar y sus decisiones hoy tan cuestionadas han sido brillantes en tiempos pasados. No ha cambiado el director deportivo nacido en Cartagena; lo que cambia es el fútbol porque si hace unos días era Felipe Miñambres el que hablaba de su marcha en el Levante, luego Txema Indias en el Leganés y lo que está por venir. Todos son casos distintos, pero la presión que rodea a los clubes y no cumplir los objetivos lleva a cortar cabezas sin miramiento. Hoy se despide al entrenador y al que lo ficha. Vale que los equipos sean empresas y pidan números, pero el deporte no es una ciencia exacta como las matemáticas.
Cualquier club de LaLiga estaría dispuesto a firmar a Cordero para que le haga una buena plantilla, aunque la presión en Zaragoza es máxima y no acertar en sus decisiones le ha costado el puesto. No le va a faltar el trabajo, si bien los despachos ya no son lo que eran. Ni se le consulta al director deportivo sobre un cese de entrenador. Los jefes son los que toman las decisiones sepan o no de fútbol. Un despido a los 50 años seguro que no lo llevará bien Cordero.
Trayectoria
Los Cordero Sánchez son una saga de buenos futbolistas cartageneros. Juan Carlos quizá sea el mejor de todos y tras jugar a la pelota en clubes como Granada, Écija, Sabadell, Huesca o Ciudad de Murcia, saltó a los despachos del que a la postre sería su último club como futbolista y el primero al que llevó la dirección. Como director ha trabajado siempre con grandes plantillas y presupuestos considerables haciendo cola de agentes, porque Cordero ha tenido un caché elevado. Granada, Cádiz, Tenerife y Real Zaragoza han sido los clubes donde ha brillado el ahora descarte maño. Siempre ha cumplido con los objetivos deportivos y le han llovido las ofertas.
Trabajo
Vive las 24 horas para el fútbol y ha sabido dignificar la profesión de director deportivo arropando al entrenador que elige hasta que los jefes lo permiten. Los mejores futbolistas han pasado por sus manos y las agencias de representación tienen la tarjeta de visita de Juan Carlos Cordero. Hubo etapas donde le tocaba elegir destino porque tuvo varios clubes pretendiendo su gestión, y siempre miró más lo deportivo que lo económico, porque le gusta afrontar grandes retos. Por trabajo nunca ha sido, ya que los Cordero son gente obrera y no miran el reloj, pero en fútbol cuando no se dan los marcadores lanza puñales.
Factura
Si su etapa en el Granada no fue fácil o la de Tenerife, con toda la presión que genera el equipo ‘chicharrero’, afrontar el reto del Real Zaragoza sabía Cordero que podía tener consecuencias por las exigencias de la entidad. Un club de Primera en toda regla al que se ha dedicado desde que aterrizara en 2023 en pleno marcado de invierno. Los resultados son los que mandan, los ha vivido en primera persona como jugador, y ahora ha sido víctima de la nueva ola de despidos que salpica a los despachos donde se fraguan los éxitos y fracasos de los clubes: si te dejan trabajar, claro. El fútbol que no entiende de sentimientos ha puesto en la calle a Juan Carlos Cordero pero volverá más fuerte. Banquillos en el aire y puñales en el despacho.