Realizan con éxito la primera cirugía en África: médicos almerienses extirpan un tumor ovárico
El ginecólogo Melchor Molina Montoya, del Hospital de la Inmaculada de Huércal-Overa, lideró la extirpación de un tumor ovárico de más de 20 centímetros a una paciente en Guinea Bissau

Los médicos en una de las cirugías en África este 2025.
Un tumor de más de 20 centímetros ha sido extirpado con éxito en la primera operación quirúrgica de la misión humanitaria que lidera el neurocirujano almeriense Antonio Huete en África. La paciente, una mujer que sufría dolores intensos desde hacía meses, fue intervenida en condiciones extremas por un equipo de profesionales sanitarios españoles encabezado por el ginecólogo Melchor Molina Montoya, del Hospital de la Inmaculada de Huércal-Overa.
La historia de esta paciente refleja, con crudeza, las desigualdades en el acceso a la salud entre dos continentes muy cercanos: Europa y África. “Cuando vino a la consulta, nos dijo que llevaba meses con un dolor muy fuerte en el abdomen. Al explorarla, detectamos una masa dura. Hicimos una ecografía y confirmamos lo que temíamos: un cáncer de ovario”, explicaba el doctor Molina.
Pese a las barreras culturales (la cirugía requería el consentimiento del marido) y las técnicas (sin banco de sangre ni materiales avanzados), la operación se programó de urgencia. “Le explicamos que no podíamos garantizar un tratamiento completo como en un país desarrollado, pero sí aliviar su sufrimiento si era posible extirpar el tumor. Y aceptaron.”
La intervención fue un éxito. “Le extirpamos el tumor de unos 20 o 25 centímetros, ocupaba todo el abdomen y estaba torsionado, lo que le provocaba un dolor insoportable. La extirpación fue limpia. Todo el equipo estuvo de diez: los ginecólogos, los cirujanos, y especialmente el equipo de anestesia —Antonio Villalonga y Rocío, del Hospital Torrecárdenas—, que hicieron una labor espectacular en un entorno sin apenas recursos técnicos.”
“Aquí no hay plan B. Todo tiene que salir bien a la primera.” Trabajar en quirófanos precarios, sin material suficiente y en un entorno de pobreza extrema convierte cada gesto médico en un acto de alto riesgo. “Una complicación quirúrgica aquí puede suponer la muerte. No hay banco de sangre, los materiales son básicos, y la logística no permite margen de error. Por eso, esta cirugía ha sido una de las más exitosas y emocionantes de todas las expediciones que he vivido.”
La mujer, ya estable, podrá continuar su vida sin dolor. “No sabemos cuánto tiempo más vivirá —porque la vida en África puede ser dura—, pero sí sabemos que ahora podrá hacerlo con dignidad”, afirma Molina.

Las ecografías son una prueba indispensable para valorar la gravedad.
Devolver la salud donde no hay nada
La misión forma parte del trabajo solidario de la Asociación Sara Allut Plata, fundada por Antonio Huete en honor a su madre —enfermera de quirófano— y con más de 15 años de experiencia llevando salud a los rincones más olvidados del planeta.
Este 2025, el destino ha sido Canchungo, en Guinea Bissau, uno de los países más pobres del mundo. Hasta allí han llegado 23 profesionales: ginecólogos, cirujanos, cardiólogos, anestesistas, médicos de familia, fisioterapeutas y voluntarios no sanitarios como periodistas, fotógrafos o docentes. Todos con un mismo objetivo: dar acceso a la salud donde no lo hay.

Cirugía en África este 2025.
“Aquí la sanidad no es ni pública, ni gratuita. La mayoría de los pacientes ni siquiera tienen acceso a analgésicos. Una operación como la que hicimos esta semana habría sido impensable para esta mujer si no hubiéramos estado aquí”, explica Molina.
El equipo ya ha atendido a más de 400 personas en las primeras 48 horas. Solo en ginecología, se atienden 100 mujeres al día, se revisan postoperatorios, se supervisa el paritorio y se programan nuevas intervenciones. “Es un ritmo que en Europa parecería inhumano, pero aquí es necesario. Y aún así no damos abasto.”
Salvar vidas, formar profesionales, cambiar realidades
La misión no solo se centra en la atención directa. También están formando a personal sanitario local. “Queremos que las matronas aprendan a administrar oxitocina tras el parto. Esa pequeña acción evitaría muchas muertes maternas, que aquí son una tragedia cotidiana”, señala Molina.
Las dificultades son muchas: “Hay barreras lingüísticas, carreteras intransitables, con socabones, vehículos que no aguantan el terreno, y una media de velocidad de 20 km/h para recorrer apenas 100 kilómetros. Pero la gente compensa todo con su humanidad. Te reciben con los brazos abiertos, con una sonrisa.”
Un mensaje desde África para España
Después de cinco misiones en el continente, el doctor Molina lanza un mensaje claro: “No quiero que esto se lea con pena. Quiero que los jóvenes en España valoren lo que tienen: una sanidad pública universal, gratuita, con profesionales excelentes. Esto es un privilegio. Aquí lo vemos claro.”
Pese a la pobreza, concluye con una reflexión: “En África hay pobreza, pero no tristeza. No ves ansiedad ni estrés, ves alegría. Nos enseñan a ser felices con poco. Nosotros debemos ayudarles, sí, pero desde el respeto, no desde la superioridad.”