Neuro, 76 años y repartiendo como un muchacho en moto bajo el sol: la jubilación que no llega
Secuestro, estafa y un cáncer, la vida de un abuelo venezolano que sigue trabajando para sobrevivir

Neuro con su moto de reparto.
Durante un bochornoso día de verano, cuando el tiempo no da tregua ni en la sobra y el mercurio roza los cuarenta grados, un repartidor de comida se mueve titubeante en busca de la dirección donde dejar el pedido. Abro la puerta del residencial para facilitar su trabajo, intercambiamos un par de palabras amables y reconozco su acento venezolano. El hombre parecía superar los setenta años, montaba un ciclomotor blanco en el portaequipajes; una mochila amarilla de Glovo. Aunque me esperaban para la comida familiar seguí parloteando con aquel extraño con la curiosidad de la profesión. “Me llamo Neuro, puro nombre caribeño y tengo 76 años”, me dijo sonriente antes de darme las bendiciones para despedirnos. Días más tarde pudimos tomar un café y este fue el resultado.
¿Imaginaba que durante su jubilación trabajaría en España?
Ni siquiera me imaginaba viviendo lejos de mi Maracaibo natal, pero la cosa se empezó a poner muy dura a partir de 2016. Sufrí un secuestro, la peor experiencia de mi vida, me robaron mi taxi y toda la familia migramos a Colombia, también estuvimos en Panamá donde me estafaron todos mis ahorros y teníamos que vivir como presos sin salir de la casa.
¿Por qué tiene que seguir trabajando a su edad?
Porque la jubilación venezolana no me daba, recibo 7€ y con eso no llega para comprar ni un kilo de carne allá, fíjate como está la vida.
¿Qué es más duro el sol de agosto o el frío de enero?
Ambos, pero soy caribeño he vivido toda mi vida a una media de 30 grados, prefiero el calor. Cuando llegué aquí esperaba a mi mujer en la puerta de su trabajo, ella salía a las 01.00 de la madrugada, y aunque me pusiera muchas capas y pasa montañas me helaba. Después tocaba el camino de vuelta en la moto y el frío calaba hasta los huesos.
¿Y qué tal la salud?
Antes de venir a España, cuando malvivía en Colombia repartiendo comida a comisión, me diagnosticaron un cáncer de próstata muy agresivo y empecé a tratármelo. Conseguí curarme y no tengo nada más.
¿Por qué eligió venir a Roquetas?
Mi hijo vivía aquí, primero vino mi esposa y unos meses después con ayuda de Dios conseguí reunir 1300€ para venir a España.
¿Cómo consiguió su empleo?
Con el dinero que tenía ahorrado pude comprar una moto y alquilé una cuenta a un hombre de la empresa de reparto Glovo. Era ilegal tenía que darle a él el 25% de los beneficios y desplazarme para hacer la verificación con la cara del tipo. Al principio ni sabía manejarme con un GPS.
¿Cuándo mejoró su situación como empleado?
Recién este año, cuando recibí mi permiso de residencia. Ahora trabajo 30h a la semana, libro dos días y cobro un sueldo digno. Antes trabajaba 12h al día 7 días a la semana y con todo aquel lío de las cuentas alquiladas. Hubo muchos compañeros que reclamaron porque claro, yo no pagaba mi cuota de autónomo a la seguridad social, sino que me hacía pasar por otro porque no tenía papeles. Pero después Glovo regularizó toda la situación y ahora soy un trabajador por cuenta ajena más.
¿En qué ha cambiado su vida desde que vino a vivir a España?
En todo. Ahora tango dos motos, una que explota mi hijo como repartidor y otra yo, además de un Toyota de 2005.
¿Siempre tuvo que vivir migrando y en una situación precaria?
Para nada, crecí en un lugar que es conocido como la tierra de Dios porque allá todo lo que plantas nace. Había matas de plátanos y mangos silvestres, pescaba en el río y vivía como un salvaje. Hasta que a los 14 años, un tío mío, que ni conocía porque solo tengo el apellido materno, jamás conocí a mi padre, me llevó a la capital y allí aprendí mecanografía, taquigrafía y secretariado.
¿Cómo llegó a tener su propio taxi?
Tuve varios negocios antes, vendí automóviles, era propietario de tres licorerías, incluso llevé a mis hijos a Disney Orlando dos veces, que eso era un lujo. El negocio de los taxis llegó después, tuve tres coches trabajando, pero me robaron dos. A partir de los años dos mil la delincuencia se multiplicó y era salir del país o que ametrallaran mi casa.
¿Cuándo piensa retirarse?
Solo le pido a Dios que me alcance para trabajar hasta los 80, son cuatro años más, no más.
La vida de González es un viaje sociopolítico desde la democracia a la revolución Bolivariana. El auge y caída de un país que en los años setenta apuntaba era potencia mundial favorecidos por la exportación de crudo. La Venezuela que fue y hoy ve partir a su gente asfixiada por la inflación, la extorsión y la violencia. Neuro habla de trabajos precarios de ser falso autónomo y trabajar 12 horas en los años que uno espera recoger sus mieles. Pero esta tendencia, los abuelos currantes, no es una excepción. En España el número de afiliados a la Seguridad Social de gente en edad de jubilarse se ha duplicado en los últimos dos años, alcanzando hasta los 439.000 afiliados.