José Manuel Medina y el carnet de familia numerosa
Junto a María del Mar trabajó hasta el último de sus días por sus cinco hijos varones

Tiempos de felicidad con una familia numerosa que lideraba.
Había un Medina en el campo de Los Ángeles con el que jugaba a la pelota. Yo estudiaba por las noches y mi carrera deportiva se cortó en seco, pero los partidos de los sábados eran sagrados. Desde las Barandillas subía la empinada cuesta que me servía como calentamiento antes de echar un ‘ratico’ de fútbol. Él jugaba de líbero y de central. Yo era delantero ‘palomero’ y ni nos veíamos en el campo. Una dura entrada primero y un codazo después hizo que Medina viniera en mi auxilio. Yo, estudiante que no decía tacos, recibía una marca cruel en un partido caliente. Acabado el encuentro nos bajamos juntos hasta La Palmera de la calle Marchales. Él rumbo para la Colonia Belén y yo a la Torre 3 de la calle Lopán.
Así pasamos muchos sábados de fútbol y discusiones gordas, siempre resueltas por Medina. Imponía la paz y se hizo el dueño de aquellos encuentros. Terminada la carrera llegaba la Mili y aquello se acabó. Nos hicimos hombres y un día recibía una llamada a la Cadena SER de un señor llamado José Manuel Medina, de El Ejido. Eran los tiempos del Poli y el Almería. Menuda ‘guerra’ y buscando la paz estaba él. Se hizo asiduo con sus llamadas y un día se presentó en la radio y todo cambió.
Un padre de familia numerosa
- Siendo muy joven ya se le notaba su bondad
- Se rebelaba ante la injusticia y elegía siempre la paz
- Entendía la vida como un hombre de bien lejos de problemas
- Su mujer y sus hijos le daban la fuerza para levantar la persiana
- Le regaló a la sociedad una gran familia numerosa

María del Mar fue el amor de su vida y la madre de sus hijos y al fondo la mítica palmera.
Reencuentro
Nada más vernos a un metro (venía con un álbum de fotos de la Real Sociedad), nos preguntamos a la vez si Medina era Medina y Camacho Tony Fernández. Tantos años después. Era fiel oyente de la SER y dejamos de ser pasado para emprender un presente apasionante. Siempre conciliador y buscando la paz le dije un día que me llamó a la redacción que lo iba a nombrar Juez de Paz. Luego lo dije por Localia Televisión y lo metí sin querer en el fuego cruzado de las aficiones de Poli Ejido y Almería. Le daba igual porque era ‘un tío echao palante’. Medina, para que se hagan una idea, se pasaba todo el día trabajando con la radio puesta y se enteraba de todo. Se le escapaban muy pocas y la Cadena SER formaba parte de su vida. Lo nuestro fue un encuentro en la tercera fase como aquella película inolvidable de OVNIS.

Hizo el Servicio Militar y pasó por el Campamento San Gregorio de Zaragoza.
Soldado
En una de aquellas llamadas futboleras salió la Mili y resulta que estuvimos en el mismo campamento y los dos en Zaragoza. Porque en realidad Medina era un soldado de la vida enormemente disciplinado y servicial. Arreglaba electrodomésticos con su padre y hermano en el servicio New Pol y no paró hasta fundar ‘Electro Medina’ en El Ejido. Antes había debutado en Muebles Vallejo. Le decía siempre que debió ser locutor de radio por el ‘palique’ que tenía o dedicarse a la policía para llevar la paz; pero a Medina le tiraba el fútbol por encima de todo como jugador y gran aficionado de la Real Sociedad. Era de todos los equipos de Almería y lo pasaba mal con el enfrentamiento feroz de los clubes de nuestra provincia.

Medina era de la Real Sociedad y esos fueron los colores del club que fundó.
Su gran obra
El fútbol de Medina era de otro mundo y no paró hasta crear su propio club al que bautizaba como Club Deportivo Hércules de Almería. Aquello duró tres años maravillosos y no le importaba dar tres viajes de El Ejido a Almería en su coche para llevar a los futbolistas. Hasta José Villalobos (árbitro de Segunda), llegó a defender sus colores. No le fue fácil a la Federación lidiar con Medina porque la vida le dio cinco hijos y los futbolistas se unieron a su familia. Cuando llevaba razón era un ciclón y reclamaba sus derechos a tumba abierta. A él le podías meter el dedo en el ojo pero a sus jugadores ni tocarlos. Medina dio mucha batalla por un fútbol mejor y no tuvieron queja ni sus jugadores ni sus padres que sabían que estaban en buenas manos.
Su sueño
Ya no nos podemos ver ni me puede llamar. Sigo ligado a su familia porque tuvo cinco hijos maravillosos. A María del Mar no la conozco pero el menor de los Medina me quiere como a un padre y yo a él como a mi hijo. Se marchó muy pronto con mucha tarea por delante. Dejó las lavadoras en el taller. Miles de clientes para toda la vida y un incalculable número de amigos.
Y he dejado para el final lo que más le importaba a José Manuel Medina Reyes: María del Mar, José Ramón, Pedro, Jesús, David y Antonio. Una familia numerosa a la que nunca le faltó nada. Buena gente por encima de todo: “Hombres de bien, Tony,” me decía. Vivió por ellos con su carnet de familia numerosa.
Aquí se quedaba para siempre su Cadena SER y su Tony Fernández al que cuando le pasaba la pelota le decía “¡corre, Camacho, corre!” y celebrábamos juntos esos goles de ‘panchanga’ de sábado cuando toda la vida estaba por llegar. Hoy me quedan sus hijos para hacerlo más inolvidable. Grande Medina. Nunca olvidaré aquel encuentro en la tercera fase.