Maryna Ventura es una fotógrafa ucraniana afincada en Almería que ha convertido la cámara en una herramienta de transformación personal. Desde sus inicios como estudiante en el Celia Viñas, cuando llegó desde su tierra a los 14 años, hasta convertirse en la retratista de celebridades como el cantante urbano almeriense RVFV, su recorrido está marcado por el trabajo constante, la introspección y una conexión profunda con el crecimiento emocional. 

Su fotografía va más allá de la estética: es un canal para elevar la autoestima, explorar identidades y conectar con el alma. Su historia personal es una mezcla de superación, reinvención y autenticidad reflejada en cada imagen que crea.

En 2022 le dijiste a un periodista que apuntabas alto a fotografiar a famosos y acabas de dar con la tecla fotografiando a RvFv en una sesión de embarazo junto a su familia. ¿Qué crees que ha sido clave para tu éxito en estos últimos años?

Sin duda, creer en mí misma, trabajar muy duro y actuar siempre desde el alma. Me he formado constantemente y detrás de mis fotos hay un deseo profundo de ayudar a las personas a redescubrirse, verse mejor y elevar su autoestima.

¿Cómo fue trabajar con RvFv y su familia?

Fue muy especial. Su mujer se puso en contacto conmigo porque ya había trabajado con su hermana hace un par de años. La sesión, en una cala con mucha privacidad, fue una experiencia muy bonita.

¿Qué logros te ha dado tu trabajo?

Muchos, como que una foto mía hecha en el desierto de Dubái se proyectara en la plaza de Callao, no me lo hubiera imaginado.

¿Eres muy perfeccionista?

Muchísimo. En una sola sesión puedo llegar a hacer 900 fotos, incluso más si tengo libertad creativa. Por ejemplo, en un evento reciente en Venecia, hice más de 3.000 tomas durante cuatro días.

¿Cómo fue tu paso por la televisión y por qué decidiste dejarlo?

Fue una etapa de mucho aprendizaje, donde aprendí cosas técnicas como manejar cámaras de vídeo profesional o editar en Premiere. También cómo montar un informativo, una convocatoria de prensa, etc. Pero me di cuenta de que necesitaba enfocarme en mi proyecto personal y esa fue la mejor decisión que he tomado.

Tus redes sociales reflejan mucho crecimiento personal. ¿Sigues alguna filosofía o es algo natural en ti?

Para nada fue natural. Era muy conformista antes. Todo cambió hace cuatro años con mi divorcio, aunque empecé con la fotografía unos meses antes. Entonces descubrí la importancia del amor propio y ahora conecto con muchas mujeres que también están en procesos de cambio.

¿Cómo defines esa transformación a través de la fotografía?

Como un renacimiento. Muchas veces llegan mujeres que nunca se han sentido bellas o que han pasado por etapas duras: separaciones, enfermedades, cambios físicos… y delante de la cámara descubren otra versión de sí mismas. Yo no busco solo retratarlas bonitas, busco que se vean poderosas, que reconozcan su luz. Es como un espejo emocional.

¿Crees que tu experiencia personal influye en tu fotografía?

Completamente. Todo lo que he vivido me llevó a descubrir mi voz y proyectar eso en otras personas. Mi fotografía busca ayudar a quienes están reencontrándose consigo mismas o mismos, hablo en femenino porque conecto más con las mujeres.

¿Cómo gestionas las redes y la exposición personal?

Lo gestiono todo yo, desde los reels hasta los posts. La gente conecta mucho con la parte real y humana. Aunque a veces me juzgan por la imagen externa, cuando hablan conmigo se sorprenden. Siempre estoy llena de alegría, y eso es algo que me define.

Vienes de Ucrania, ¿cómo vives la situación actual allí?

Lo vivo con mucho dolor. Mi hermana y mi sobrina están allí. Hace poco vinieron de sorpresa tras ocho años sin vernos. Estoy muy conectada con lo que pasa, y hubo un tiempo que incluso me sentía culpable por seguir con mi vida. Pero entendí que lo mejor que puedo hacer es seguir adelante, por mí y por ellas.

Con una trayectoria tan diversa, ¿qué has aprendido de todas esas etapas?

Que no cambiaría nada. Cada experiencia, cada persona, cada trabajo desde camarera hasta fotógrafa me ha hecho más sabia, más empática. Todas mis cicatrices me han formado y estoy muy orgullosa de la mujer que soy hoy.