Ya ha llegado la hermosa primavera
Ya ha llegado la hermosa primavera
Atrás quedó el invierno, enemigo de niños y ancianos, el de los fríos y vientos, el de las celliscas y nieve, el de lluvia y días grises, el de la tristeza en fin. Nuevamente irrumpe la primavera con su bagaje de flores, pájaros, abejas y cielos despejados. Se escucha el susurrar del agua que baja de las cumbres convirtiéndose en dulces arroyos que riegan esmeradamente las yerbas y flores del campo.
Como todo lo bello la primavera es efímera y va seguida de un verano que achicharra el verde de los trigales, adormeciendo con sus soles fuertes todos los ambientes que creó la loca y hermosa primavera.
Pero sin adelantar acontecimientos futuros e inexorables, puesto que éstos tienen que cumplirse según la voluntad de Dios, gocemos del buen tiempo cuando lo haga, pues esta bella estación del año no siempre cumple con sus promesas y al refrán de que “en abril se quemó la vieja el mandil“ se le pueden achacar, según los graciosos, varios significados: que se quemó por el fuego del hogar o a causa de los fuertes soles. Vaya usted a saber.
Interesante es vivir en días y gozar instantes. Hay muchas primaveras en el conjunto variopinto de este mundo: las de la juventud airosa entre la que se mezclan besos y risas frescas; la de los niños que juegan entre las flores de los parques en las ciudades y en los campos con las sencillas flores silvestres. A los viejos no nos dejan disfrutar de ella nuestros recuerdos puesto que las primaveras pasaron dejando un reguero de alegres vivencias que no podemos olvidar. Nuestras añoranzas no deben ser extremas, en cuanto que ya tuvimos la suerte de gozar de ellas cuando nuestros cuerpos y corazones latían con fuerza y entusiasmo.
Las abejas -buen ejemplo para los que no dan golpe- se afanan succionando el polen en las antenas y cálices de las flores para trasladarlo a otras especies vegetales procurando de este manera que la vida se prolongue y aumente. Hay en este ejército numeroso zánganos, igual que en este mundo real.
Entre el verde de distintos matices que cubre los campos destacan las rosas de la “Capa del Señor“ que son púrpura y que se balancean con suavidad, luciéndose con orgullo aunque el poeta dice y con mayor razón que yo, “que el encanto de las rosas es que siendo tan hermosas no conocen que lo son“. A mi madre y a mí nos gustaban las rosas, siendo las rojas nuestras preferidas a las que cuidábamos con esmero, sin que ello nos impidiera disfrutar de la gran belleza de otras especies que adornan valles, prados, colinas y otras tierras donde las amapolas “gala de la primavera azul“, junto a las blancas y amarillas margaritas, ponen la más hermosa nota de vida e ilusión en la armonía de esta época exultante, que ha sido objeto de inspiración de tantos y buenos poetas.
Los pájaros entrelazan sus picos encima de las arboledas que mueve el viento. Hacen el amor en el lecho de las ramas entre sus verdes hojas. Más tarde trinan contentos y cuando acaban ellos llega el atardecer y el croar de las ranas en los estanques pone notas persistentes bajo los cielos resplandecientes que cobijan la noche primaveral.
Todo es vida; los grillos monocordes y un sin fin de insectos que no conozco lanzan pequeños avisos indicando que ellos también existen. Todo es vida; la muerte es una cosa remota en la que solo piensan los que traspasamos los umbrales del otoño. “La flor delicada, que apenas existe una aurora, tal vez largo tiempo al ambiente le de su olor... Mas. ¡ay! que del alma las flores, que un día atesora, muriendo marchitas no dejen perfume en rededor ”