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Roquetas de Mar


De niña a maestra: la artista roquetera que sigue los pasos de su mentor

Mariquina Ramos cumple el sueño que le acompañó desde su niñez

Mariquina Ramos pintando en su taller en Roquetas de Mar.

Mariquina Ramos pintando en su taller en Roquetas de Mar.La Voz

Marina Ginés
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A sus 43 años, Mariquina Ramos Díaz puede decir con orgullo que ha logrado cumplir el sueño que la acompañó desde su niñez: ser profesora de pintura y pintora. Una pasión que nació a muy temprana edad en la artista roquetera con tan solo 4 años de edad. Y es que fue entonces cuando comenzó a asistir a los talleres de pintura municipales de la mano del artista Juan Ibáñez. 

Hoy, Mariquina no solo imparte clases a nuevas generaciones de artistas, sino que lidera una de las iniciativas más queridas de Roquetas de Mar: los talleres municipales de pintura que siguen vivos, 40 años después, gracias a la dedicación de figuras como la suya.

“En 1986 empecé las clases de pintura con solo 4 años”, recuerda Mariquina, mirando atrás con una mezcla de nostalgia y emoción. Aquellos primeros pinceles, aunque ingenuos en su fragilidad, fueron los que comenzaron a moldear el camino de una vida dedicada al arte. Pero lo que realmente marcó su trayectoria fue la figura de Juan Ibáñez, el primer maestro de pintura de Roquetas, quien se convertiría en su guía, mentor y amigo.

Mucho más que maestro y alumna

Juan Ibáñez, precursor de los talleres de pintura en la localidad, dejó una huella imborrable en la vida de Mariquina. Fue él quien, con su dedicación y pasión por el arte, transformó a Roquetas en un referente cultural. “Juan Ibáñez fue el primer profesor de pintura de Roquetas de Mar, y ha sido mi inspiración, mi maestro y mi amigo hasta su fallecimiento", comenta Mariquina, con una profunda gratitud al artista almeriense que no solo la enseñó a pintar, sino que le transmitió un amor por el arte que fue mucho más allá de los pinceles.

La relación entre maestro y alumna no terminó cuando Mariquina dejó su pueblo para seguir su formación como artista. Fue justamente, tras años de aprendizaje y lejos de su tierra cuando el destino llevó a la roquetera a asumir la responsabilidad de esos mismos talleres que Juan había fundado.

Aquel momento fue un sueño hecho realidad para la joven artista. Mucho más que dar clases de pintura Mariquina, sin embargo, no se conforma solo con impartir clases. 

Su amor por el arte la ha llevado a explorar diversas facetas, desde la pintura hasta la cerámica y la fotografía. Actualmente Mariquina también es la coordinadora de las exposiciones municipales de la localidad. “Me gusta el arte en todas sus variedades, me encanta trabajar en varios campos, también estoy estudiando clases de cerámica y si tuviera más tiempo más cosas haría”, explica con una sonrisa en el rostro.

A lo largo de su carrera, ha dirigido numerosas exposiciones y participado en proyectos que le han permitido conocer a otros artistas, con los cuales ha establecido una red de colaboración que le ha enriquecido profundamente. 

Uno de los proyectos que más ha marcado a Mariquina es la exposición 'Platero y los artistas', en la que invitó a 72 artistas a ilustrar el famoso libro 'Platero y yo'. “Fue un proyecto precioso donde conocí a muchos ilustradores y esto hizo que me picara el gusanillo por esta modalidad artística”, comenta. Además de esta experiencia, ha realizado trabajos como ilustradora de cuentos y está preparando el lanzamiento de una nueva guía que, en breve, verá la luz.

Un trabajo "muy gratificante"

En su labor como profesora de pintura en los cursos municipales de Roquetas, Mariquina ha visto cómo el arte no solo fomenta la creatividad, sino que transforma vidas. Sus clases están abiertas tanto a niños como a adultos y mayores, brindando la oportunidad de aprender a aquellos que siempre soñaron con dedicarse al arte. 

Mi trabajo es muy gratificante y enriquecedor, ver que el alumno va evolucionando y va aprendiendo gracias a tus consejos y apoyo… siempre tengo alumnas que tienen esto del arte como una espinita clavada en el corazón, una profesión a la que se quisieron dedicar, pero no tuvieron la oportunidad y ahora poder llevarlo a cabo ya de mayores es muy bonito”, dice con un tono de satisfacción.

Además de los alumnos que encuentran en la pintura una forma de expresión, Mariquina también ha sido testigo de cómo algunos llegan al taller con el ánimo decaído, solo para descubrir, a través del arte, una nueva pasión. “Tengo alumnos que llegan directamente con un certificado de su médico o psicólogo, que les aconseja hacer una actividad que fomente su creatividad y sociabilidad. 

A muchos nunca les ha interesado el arte ni la pintura, pero después de algunas clases este problema inicial desaparece y se motivan e incluso llegan a exponer sus obras. Ver que hay gente que llega sin ganas de nada y que acaba con esa motivación es algo que contagia”, asegura con orgullo.

El legado de Juan Ibáñez

La obra de Mariquina no solo se limita a sus propios trabajos. Al igual que su querido maestro, ella también ha hecho del arte un compromiso con su comunidad. Su dedicación a los talleres municipales, las exposiciones y la difusión del arte la han consolidado como una figura imprescindible en la cultura de Roquetas de Mar. 

Y, aunque su camino la llevó a estudiar Bellas Artes en Granada y Fotografía Documental en Madrid, su retorno a Roquetas significó la oportunidad de seguir desarrollando su vocación y transmitir el legado de aquellos que la inspiraron. "De pequeña siempre soñaba con ser profesora de pintura y pintora, y a día de hoy solo puedo decir que soy muy feliz", expresa con sinceridad.

Mariquina sabe que, en gran parte, todo lo que ha logrado se debe a su relación con Juan Ibáñez, quien dejó un legado irreemplazable en la localidad. "Juan Ibáñez lo fue todo para mí, le debo toda mi carrera profesional y ese amor por la pintura y por el arte", dice, reconociendo que su maestro fue una figura esencial en la construcción de su vida artística.

La historia de Mariquina es, en muchos sentidos, la historia de la pintura en Roquetas. Con ella, los talleres de pintura que Juan Ibáñez fundó siguen vivos, y su pasión por el arte continúa inspirando a nuevas generaciones. Hoy, Mariquina puede mirar atrás y ver con orgullo que no solo ha cumplido su sueño, sino que lo ha compartido con sus vecinos, llevando el arte a cada rincón de Roquetas de Mar.

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