Verónica Echegui, la luminosa sonrisa del cine español que se enamoró del Cabo de Gata
La actriz rodó en Almería ‘La mitad de Óscar’ a las órdenes de Manuel Martín Cuenca

Verónica Echegui lanza un beso a la cámara durante la presentación de ‘La mitad de Óscar’ en 2011.
La prematura marcha de la madrileña Verónica Echegui (1983-2025) ha dejado un roto en el corazón del cine español, huérfano del talento de una actriz cuya sencillez fuera de los focos contrastaba con la complejidad de sus personajes.
Trabajó en nuestro país y fuera, protagonizó películas y series de éxito, ganó el Goya como directora con un corto sobre la violencia machista y se puso al servicio de cineastas cuya manera de entender el oficio camina sobre el alambre de los márgenes de la industria.
Fue una de esas películas, una de esas obras que visten con orgullo el traje del riesgo, la que la trajo a Almería durante cuatro semanas del invierno de 2010: ‘La mitad de Óscar’, el tercer largometraje del almeriense Manuel Martín Cuenca.
Hacía cuatro años que Echegui había irrumpido en el cine con un arrollador desparpajo de la mano de Bigas Luna en ‘Yo soy la Juani’. Su papel de chica de barrio que soñaba con ser actriz era el opuesto al que encarnaba aquí: una joven que se reencuentra en Almería con su hermano al morir su abuelo. Frente a la estridencia ‘bakaladera’ del universo de extrarradio que retrató Luna, los silencios acariciados por el viento ‘cabogatero’ que muestra Martín Cuenca.
Fue en San José, uno de los escenarios del filme, donde el director de ‘Caníbal’ supo del fallecimiento de Echegui. “Estaba allí, en esas playas que son el corazón de ‘La mitad de Óscar’, pasando el día con unos amigos. Me quedé impactado. Era una mujer muy cariñosa y, en cierto sentido, ella, su papel, eran la película”, cuenta el cineasta en charla con este medio.
“Como una hermana”
‘La mitad de Óscar’ fue el primer largometraje de producción almeriense rodado por un director de la tierra de forma íntegra en la provincia. Un drama intimista sobre dos hermanos, María y Óscar, que comparten un secreto que marca a fuego su relación. “Verónica es la actriz más maravillosa con la que he trabajado. Esta película es muy especial para mí y ella demostró una generosidad total: estando todo el tiempo en Almería, entregada a lo que hacíamos, al viaje... Siento como si hubiera perdido a una hermana”, expresa.

Verónica Echegui, en la Isleta del Moro durante el rodaje de ‘La mitad de Óscar’.
Para Martín Cuenca, Echegui mostró en pantalla una parte de su faceta como actriz que no había exhibido antes. “Realizó un trabajo soberbio, está hecha una reina. Si no es su mejor película, es de las mejores. Y Verónica tenía una vinculación muy especial con ella, le dio mucho cariño”.
No volvieron a trabajar juntos, pero seguían en contacto. “Me escribía y me enseñaba sus guiones. Era muy inquieta, no una actriz de pose, como muchas. Además de la pérdida para su familia y para quienes hemos trabajado con ella y la hemos querido, el cine despide a una actriz con toda la carrera por delante”.
Verónica y el Cabo
Con motivo de la promoción de ‘La mitad de Óscar’, Verónica Echegui —cercana, dulce, atenta con la prensa— habló de su conexión con los escenarios almerienses. “Manuel nos trajo aquí, nos habló mucho de los paisajes, nos introdujo en la historia de una manera mágica”, explicó. En una visita de LA VOZ al rodaje, en la Isleta del Moro, se confesó “enamorada del Cabo de Gata, de las Alpujarras, de la gente, del tiempo...”.

Verónica Echegui, en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar en ‘La mitad de Óscar’.
También la recuerda para este periódico el actor Rodrigo Sáenz de Heredia, su hermano en la pantalla y el Óscar del título. Aunque después de esta película apenas coincidieron, se reencontraron tiempo después. “Íbamos con prisa y nos quedamos con ganas de ponernos al día y recordar. Me quedo con aquellos días, aquellas charlas y esa luz que transmitía; un rodaje precioso con Manolo en el que yo salí mejor actor y mejor persona”, apunta.
“Para mí, Verónica siempre estará en las playas de Almería”, concluye Manuel Martín Cuenca. Playas en las que un día brilló la sonrisa más radiante del cine español.