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Níjar

El hijo de Audrey Hepburn, en el paraíso de Cabo de Gata: “Ya no existe un lugar así”

Sean Hepburn Ferrer ofrece una entrevista exclusiva a LA VOZ coincidiendo con su primer verano en tierras almerienses

Sean Hepburn Ferrer, en la Finca Maltés de San José durante su entrevista con LA VOZ.

Sean Hepburn Ferrer, en la Finca Maltés de San José durante su entrevista con LA VOZ.Bernardo Claros

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Entre los acantilados y las calas solitarias, un hombre recorre los senderos del Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar mientras regresa a una infancia y adolescencia marcadas por los neones de la Edad de Oro de Hollywood y la búsqueda de una vida corriente. Sean Hepburn Ferrer (Lucerna, Suiza, 1960), hijo de la legendaria actriz Audrey Hepburn y del actor, productor y director Mel Ferrer, mantiene un aire sencillo frente a su café de mediodía en la Finca Maltés de San José.

Su ‘outfit’ está muy lejos del glamour de la meca del cine: pantalones cortos, camisa blanca, gafas redondas de sol —al estilo de las del Indiana Jones que daba clases en la universidad— e incluso un matamoscas morado sobre la mesa. Le envuelve un aura de paz, tranquilidad y buenas ideas. Cada mirada se convierte en una pausa, una invitación a escuchar historias de familia, celuloide y memoria, como si Cabo de Gata guardara secretos que él solo pudiera desvelar.

Su llegada a Almería —es su primer verano en estas tierras— parece guiada por un azar que, de algún modo, encuentra sentido en el universo. Entre coincidencias y caminos cruzados, Sean Hepburn conoció a Francisco García, gerente del grupo Confort y Sabor (al que pertenece la finca), su cicerón en el Parque Natural. Un espacio que evoca al productor y custodio del legado de su madre tiempos pasados y planes de futuro.

Hepburn habla con naturalidad un perfecto español, aunque él asegura que su manejo del idioma es “muy adolescente”. “A los 14 años me fui de Marbella y a vivir a Suiza con mi madre. Después a Los Ángeles, donde viví un cuarto de siglo. Cuando falleció —ella era muy joven, a los 63 años—, quise proteger su imagen y su legado y continuar lo que ella llamaba su segunda carrera, y la más importante: ser embajadora de UNICEF durante los últimos cinco años de su vida”, detalla en una entrevista en exclusiva con LA VOZ.

Una labor filantrópica con la que ha ido creando una serie de empresas sin ánimo de lucro en Estados Unidos y Europa y diferentes fondos en UNICEF: “el último levantó más de 250 millones de dólares en cinco años”, dice. Antes había trabajado como asistente de dirección y jefe de producción, “ganándome bien la vida”, reconoce. “Pero hay que escuchar al universo: no sirve nadar en contra de la corriente”.

Durante la charla, Hepburn señala en distintas ocasiones que en Almería ha encontrado algo similar a la Marbella de los orígenes, que conoció bien de niño. “Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 7 u 8 años e íbamos mucho allí. Marbella Club estaba dividido en dos partes. Una era el hotel, que nace cuando Alfonso de Hohenlohe se va a Estados Unidos y descubre el motel. Ese concepto de llegar, hacer tu ‘check-in’ y aparcar tu coche en frente de la puerta. A él le pareció genial porque por Marbella pasaba la gente que iba a Algeciras para tomar el barco, para ir a Marruecos, etc. Ahí nace la estructura que hoy conocemos, con ese patio central, y con el tiempo empezaron a construirse casitas. Por otro lado, Santa Margarita, donde su tío había construido esa casa maravillosa que después compraron Guy y Marie-Helen De Rothschild”.

Después, comenzó a llegar “gente muy famosa” que se quedaban en el hotel o se compraba una casa. “Yo conocí esa Marbella y por eso me gusta Almería: es como la primera Marbella, ya no existe un lugar así. En la Marbella del principio, la gente no buscaba el lujo, una palabra que ha perdido totalmente su sentido. Iban a esconderse, a vivir como gente normal, con sus chanclas…”.

No era, por tanto, la Marbella de Puerto Banús.

Conocí su construcción, al señor Banús y en los últimos años en Madrid a algunos familiares suyos: Manolo es buen amigo. Cuando todavía el puerto era muy pequeño, había un teatro con cine donde veíamos películas en versión original los jueves por la noche. Era otra cosa: una comida de lujo un domingo era arroz con pollo y tortilla. Yo era un chiquillo y a mí y a mis amigos nos pagaban por jugar al pádel seis horas al día con los hombres que tenían que sudar el alcohol de la noche anterior.

¿Cómo nace su relación con Francisco García?

El encuentro fue brutal. Nos conocimos y al momento le dije: “Vamos a tu casa a cocinar”. En cierta manera le invadí su casa [ríe]. Si estás en la cocina con alguien, charlando, preparando, es como ir a la guerra. Los japoneses beben hasta que se emborrachan por la noche, pero me gusta más la idea de cocinar. Pero fue mi esposa [Karin Hepburn Ferrer] la que encontró este lugar [la Finca Maltés de San José].

Sean Hepburn Ferrer (a la derecha), en la Finca Maltés de San José junto a su gerente, Francisco García.

Sean Hepburn Ferrer (a la derecha), en la Finca Maltés de San José junto a su gerente, Francisco García.Bernardo Claros

Presente en la conversación, desde un discretísimo segundo plano, el gerente del enclave señala: “Hacemos retiros de pintores internacionales y una amiga de su mujer vino como alumna”, apunta.

Vacaciones en San José

Este es el primer verano de Hepburn Ferrer en Cabo de Gata, pero conocía el Parque Natural desde antes. “Cuando era presidente honorífico del festival Retroback de Granada, pasábamos los veranos y los inviernos en La Herradura [en Almuñécar]. Todos los años íbamos a un restaurante de Granada, Las Tinajas. El hijo de Pepe, el dueño, está casado con una mujer bellísima que durante mucho tiempo trabajó en la entidad que cuida el Parque Natural. Siempre me decía que tenía que venir ir a Cabo de Gata, que me iba a encantar. Y ese año ha llegado”.

Hay complicidad entre Hepburn y el empresario almeriense. De hecho, el hijo de la protagonista de ‘Desayuno con diamantes’ y ‘Vacaciones en Roma’ se puso a los mandos de una barbacoa durante una cena entre amigos que ofreció el pasado julio en la finca. “Francisco es vuestro Alfonso de Hohenlohe, el visionario que entiende el valor de mantener las cosas con una cierta pureza. Sabe qué es importante, qué es el lujo de verdad”, destaca.

¿Y qué es el lujo?

El lujo de verdad es bajar a la piscina y encontrarte un vaso de agua, un té frío… pero no es traerte latas de caviar. Hay empresas que están apostando por estos hoteles de 20 o 25 habitaciones en Asia, en las islas… y están teniendo un éxito increíble. La gente quiere eso, no despertar en un ‘Four Seasons’ donde todo es del mismo color y no sabes si estás en Tokio, en Toronto o en Londres.

¿Cómo valora su estancia en el Cabo de Gata?

Llevo desde finales de junio y estaré hasta final de mes. Me resolvieron el problema de internet, porque ¿qué son mis vacaciones? Yo trabajo todo el año. Tengo la suerte de poder hacerlo donde sea, porque mi trabajo es virtual. Manejo la imagen de mi madre: todo el mundo quiere usarla y cuesta bastante dinero. Para ello necesito comunicarme: videoconferencias, aprobar materiales publicitarios en archivos que pesan mucho… Creo que en el futuro habrá una salida de las grandes ciudades: no es sostenible que haya diez millones de personas en Madrid y no haya casas. La tecnología tendría que permitir el regreso al donut, como en Australia: nada en el medio y la costa es el lugar donde vive todo el mundo.

¿Qué encuentra aquí?

En Cabo de Gata he encontrado un lugar que es como la música, incorruptible gracias a Dios. He encontrado una de las playas más bonitas no de España, sino de Europa, como Genoveses: te metes en el agua y estás en una localización de una maravillosa película.

Sean Hepburn ha podido celebrar en Cabo de Gata su 65 cumpleaños: sopló las velas el pasado 17 de julio. Muy ligado a España, puede que Almería no sea en el futuro solo un sitio de paso. “Estoy buscando un lugar cerca del mar. A mi mujer le encanta, le gusta la cultura española. Su hija está en Madrid, hace doma clásica. A su hijo también le encanta España. Mis hijos venían a La Herradura todos los años, todos hablan español. Y estoy buscando un lugar donde poner raíces: siempre regresamos a las sensaciones que tenemos de niños, buscamos los sabores, los olores, ese ‘feeling’. Aquí lo he encontrado, de verdad. Esto el paraíso”.

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