De camarero a patrón de barco: un almeriense cumple su sueño 'Surcando el Cabo' de Gata
Daniel Salazar llevaba toda la vida queriendo trabajar sobre una de las embarcaciones que veía desde Agua Amarga; hoy, lo ha conseguido

Daniel Salazar con su "potrillo salvaje", como él mismo llama a su embarcación, tras una ruta de Surcando el Cabo.
Desde las mesas de uno de los frecuentados bares del pueblo pesquero de Agua Amarga, el almeriense Daniel Salazar veía cada verano cómo zarpaban los barcos rumbo a la línea turquesa del horizonte del Cabo. Así, siempre con la mirada fija en el mar, fraguaba un sueño que hoy puede afirmar que ha hecho realidad.
Ese muchacho que desde bien pequeño salía en el barco de su tío a pescar calamares; el mismo que se compró su primera barca antes incluso de sacarse el carné de coche, es patrón de Surcando el Cabo, una pequeña empresa con la que ha cumplido la promesa que se hizo de chiquitillo: recorrer por mar cada recodo del paisaje volcánico del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar y compartir con otros la pasión de navegar por un paisaje que, después de tantos años, le sigue arrancando alguna que otra lágrima.
Un paseo por Cabo de Gata
Cada mañana, sin excepción, se termina de despertar con el rugido del motor que pone en marcha su barco, al que Salazar llama con infinito cariño su “potrillo salvaje”. Sin descanso, pero con una pasión inmarcesible, comienza su relato. Los pasajeros lo escuchan con los ojos bien abiertos, dirigiendo sus atentas miradas a los puntos que el patrón se encarga de señalar.
Mezcla historia y datos curiosos con una narración que permite valorar el paraíso que los acoge, a la vez que conciencia sobre la necesidad de cuidarlo. De vez en cuando, introduce rápidamente el brazo en la mar, como si fuese a atrapar un pescado con la mano, y saca algún que otro plástico que bucea por las profundidades del Mediterráneo.

Otras veces, acerca el barco a las paredes de los acantilados. Es entonces cuando Daniel, con cierta magia brillando en sus ojos, se decide a compartir con sus pasajeros algunos de los secretos mejor guardados de Cabo de Gata: desde cuevas ocultas con nombres que invitan a dejar volar la imaginación hasta calas a las que es imposible llegar a pie, el capitán hace suspirar de emoción a todo aquel que se decide a confiar en Surcando el Cabo, la pequeña empresa que, desde hace poco más de un mes, ha puesto en marcha desde el puerto de Carboneras.
La ruta, que termina en la Cala del Plomo, su refugio familiar cuando era tan solo un niño, ofrece variaciones, según deseen los pasajeros, y puede bordear desde playas tan conocidas como la de Los Muertos o Agua Amarga, como otras que ni tan siquiera se conocen por su nombre.
Restos de las infraestructuras de la época minera del Cabo, obras de arte realizadas por turistas y hippies locales, e, incluso, formaciones rocosas en las que el navegante vislumbra diferentes animales u objetos: un cocodrilo, un par de pies de gigante o un submarino que aparece y desaparece conforme avanza el oleaje son algunos de los ejemplos de su inquieta y creativa mirada.

Uno de los rincones secretos de la ruta de Surcando el Cabo, lleno de colores.
La paleta del parque natural
En los 63 km de costa del Parque Natural de Cabo de Gata los colores se suceden hasta formar una paleta de tonalidades turquesa, azul marino, amarillos, rojos, violáceos o incluso negros.
Son el resultado de un paisaje volcánico en continua evolución, habitado por aves que se comportan como compañeros de viaje para Daniel.
Desde una garza recién llegada hasta los ‘aviones’ (golondrinas sin patas que nunca descansan) o los cormoranes, las aves observan el barco casi con curiosidad. Se trata de un paisaje que ha inspirado alguna que otra obra, que Daniel se encarga de recomendar: "Si os gusta este entorno, tenéis que leeros 'Campos de Níjar', de Goytisolo.
Una nueva vida
“Dejé el trabajo y me arriesgué”, relata el almeriense. Empleado de la Pastelería Guada en invierno y patrón de barco en verano, se preparó durante casi cuatro años entre formaciones y exámenes para poder centrarse en su proyecto.
Hoy, siente el apoyo de la gente del parque natural y de Agua Amarga con una gran emoción. “Todos los días disfruto de la libertad y la intimidad que el mar me ofrece”, confirma a LA VOZ con una sonrisa mientras que los pasajeros se remojan en un pequeño espacio llamado Cala Chica.

Pasajeros procedentes de toda España durante la ruta en el Cabo de Gata.
Un socio apasionado
“Surcando el Cabo es un proyecto nuevo, pero somos viejos”, afirma con una sonrisa mientras apunta a su socio, Pablo, con la barbilla. Recuerda el momento en el que su compañero se decidió a apostar por su sueño: “Nos conocemos desde hace un mes y medio. Le conté lo que quería hacer y no se lo pensó”.
Así se hizo realidad lo que para Daniel no es un trabajo: es salir cada jornada a navegar con aquel chiquillo que miraba el mar en el corazón.