Una vida pedaleando hacia el éxito: el almeriense con más de 300 trofeos
Jesús 'Sarapio' asegura que su vida seguirá siendo el deporte aunque ya lejos de la competición

Jesus Sarapio junto a sus trofeos, su bicicleta y sus zapatillas.
El sonido del corazón retumbando en los altavoces, un 'boom, boom, boom' que simula el latido de un corazón acelerado, resuena en el aire antes de cada competición. “-¡Duatletas a sus puestos!”, grita el árbitro. Ese es el momento que antecede la salida en cada duatlón, los segundos previos al disparo de la sirena que da inicio a la carrera. Un sonido que llena de nervios y emoción a todos los atletas, y que, para Jesús ‘Sarapio’, significa mucho más: es el latido de su pasión, de años de sacrificio y logros.
“Esos segundos antes de la salida, cuando miras a los rivales a los ojos y todo se paraliza, son los más intensos. El corazón late a mil”, confiesa. Para Jesús, ese latido es el preludio de una vida dedicada al deporte, una vida que ha superado los 300 trofeos ganados.
Jesús Manuel Rodríguez Ruiz, más conocido en su pueblo como Jesús Sarapio o 'Zarapio', es un abderitano de 44 años que ha alcanzado un lugar destacado en el mundo del duatlón. Su apodo ‘Sarapio’ proviene de su tatarabuelo, Serapio, un nombre que ha quedado en la familia como un símbolo y que ha pasado generación tras generación. Es imposible hablar de Adra y no pensar en él, en un hombre que ha logrado algo poco común: ser uno de los duatletas más reconocidos en la provincia, con una trayectoria que se ha forjado con pasión y trabajo.
Una vida ligada al deporte
Su historia en el deporte comenzó muy temprano, y aunque al principio no imaginaba lo que le depararía el futuro, siempre hubo una inclinación natural hacia la actividad física. A los 12 años ya formaba parte de la selección almeriense de baloncesto. “Siempre me ha gustado el deporte y siempre se me ha dado bien. Desde niño, era de esos que estaba siempre en el equipo, entrenando y viajando para competir”, recuerda con orgullo.
Sin embargo, lo que realmente marcó su camino fue su incursión en el mundo del ciclismo. “En mi comunión, mi padre me regaló mi primera bicicleta de carretera. Recuerdo que me la compró en Granada, algo que no era común, porque no es habitual que un niño de 9 años pida una bici de carretera”, señala. Este regalo, que a muchos les parecería una simple bici, sería el inicio de una carrera que duraría toda una vida.
Junto a su amigo Eduardo, Jesús empezó a hacer largas rutas en bicicleta, recorriendo lugares cercanos al pueblo como las Albuferas o la Alquería. “Hoy en día sería impensable que un niño de 9 años fuera solo hasta la Alquería con la bici, pero lo hacíamos y nos divertíamos muchísimo. A medida que crecíamos, las rutas se alargaban: íbamos hasta Almería, Albuñol, La Rábita... Con 13 o 14 años, cada excursión era un reto. Nos retábamos a ver quién llegaba más lejos, y a veces, hasta nos quedábamos tirados, haciendo dedo para volver a casa”, relata entre carcajadas.
Fue precisamente esa afición al ciclismo lo que lo llevó a descubrir su capacidad para correr. Después de una pretemporada de ciclismo, Jesús decidió probar suerte en la media maratón de Almería. “Recuerdo que iba con unas zapatillas que no eran de atletismo, un pantalón corto de fútbol, ¡y parecía un cateto! Pero aun así, logré hacer 1:28, mucho mejor que mis compañeros que estaban mucho más preparados”, cuenta entre risas este abderitano. De ahí en adelante, su conexión con el atletismo fue creciendo, y las carreras de 10 km y maratones comenzaron a ser una constante en su vida.
Su veneno: el duatlón
Sin embargo, lo que realmente atrapó su corazón fue el duatlón, la mezcla perfecta entre correr y montar en bicicleta. Después de participar en su primer duatlón en Campillos, Jesús se dio cuenta de que había encontrado su verdadera pasión. “Este es mi veneno, esto es lo mío. Desde el primer momento, me enamoré de este deporte. Cambiar de zapatillas a bici y darlo todo... ¡era una sensación increíble!”, asegura.
Decidió entonces federarse con el club de Triatlón de Almería, y en su primer Campeonato de Andalucía, se coló entre los 10 mejores. “Para estar entre los 10 primeros ya había que andar, había gente muy buena, como Rubén Bravo, Sergio de Enzo o Andrés Carnavali. Yo venía de trabajar, pero me di cuenta de que realmente podía competir al nivel de ellos”, explica Jesús, con humildad.
La evolución de su carrera fue impresionante. A pesar de las dificultades de combinar su trabajo en una distribuidora de bebidas familiar, con los entrenamientos, Jesús se destacó rápidamente en el mundo del duatlón. A lo largo de los años, compitió junto a figuras como Emilio Martín, el campeón del mundo de Duatlón, o José Almagro. “De verlos en la tele a correr junto a ellos... no me lo creía. Fue un honor compartir la línea de salida con atletas tan grandes”, comenta con admiración.
Una retirada llena de grandes logros
Sin embargo, la vida de Jesús dio un giro importante en 2015 con la muerte de su padre. “La retirada llegó con la muerte de mi padre. Fue muy difícil. Tenía más responsabilidades en el trabajo y me notaba que no estaba al mismo nivel, no era lo mismo de antes. Ya no podía entrenar como antes y, al final, la pandemia terminó de pararme”, relata con una voz nostálgica.
Aunque siguió compitiendo durante un tiempo, en 2020, con 40 años, decidió poner fin a su etapa competitiva. “La pandemia me hizo pensar que ya era el momento de cambiar el chip. Lo que más me apetecía ahora era disfrutar del deporte sin la presión de competir”, afirma.
Sin embargo, no todo ha sido sacrificio. En 2016, Jesús tuvo el honor de ser elegido pregonero de las Fiestas de Adra, un momento muy especial para él. "Fue muy emotivo, sobre todo porque mi padre ya no estaba para verlo. Mi madre, aunque no pudo asistir al acto oficial, estaba en un balcón cercano, escuchándome. Fue un momento muy especial, agridulce, pero muy bonito”, recuerda con cariño.
En sus años de competición, Jesús vivió muchas experiencias que hoy en día recuerda con una sonrisa. Además de los trofeos y las marcas alcanzadas, uno de los recuerdos que más le gusta compartir son las anécdotas con sus compañeros de habitación durante los viajes de competición.
“Había una complicidad increíble con los compañeros, especialmente con José María Pérez Gómez, mi compañero de habitación. Nos comportábamos como niños, aunque éramos hombres. Robábamos las bebidas energéticas, tocábamos a la puerta de los compañeros y salíamos corriendo, ¡siempre estaba pasando algo divertido!”, cuenta entre risas. “Una vez, echamos espuma de afeitar en la cabeza de uno que se quedó dormido. ¡Éramos unos auténticos críos!”, rememora con nostalgia.
Lo que más le gustaba a Jesús era esa mezcla de rivalidad y compañerismo. “Al final, el deporte te da muchas amistades. Competir estaba muy bien, pero los momentos fuera de la competición, compartiendo risas con los compañeros, era lo que más me llenaba”.
Nueva etapa
Hoy en día, aunque ya no compite de forma profesional, Jesús sigue entrenando a diario. Su pasión por el deporte se mantiene viva. “Me sigo entrenando todos los días, hago bici, salgo a correr... y sobre todo cuido mi alimentación. Ahora disfruto del deporte de otra forma, sin la presión de la competición, pero con la misma motivación”, asegura el abderitano.
Además de su legado como deportista, lo que más valora Jesús son las amistades que ha hecho a lo largo de su carrera. “Si voy a Córdoba, Sevilla, Alicante o Murcia, tengo amigos con los que siempre me encuentro. Hemos sido rivales, pero después de la carrera somos amigos”. A pesar de haber alcanzado grandes logros, él nunca olvida la importancia de disfrutar del camino, de las experiencias y de las personas que ha conocido en cada ciudad, en cada competición.
La historia de Jesús Sarapio es la historia de un hombre que ha dejado su huella en el mundo del duatlón, pero, sobre todo, es la historia de alguien que ha vivido el deporte con pasión, humildad y un corazón lleno de gratitud por todo lo aprendido. Y aunque ya no compite al más alto nivel, su vida siempre ha sido y será el deporte. “Ahora me apetecen retos diferentes, cosas que me llaman la atención, viajar y hacer deporte a la vez, no quiero parar, quiero hacer deporte saludable ya sin entrar en la competición”.