El pásado sábado San Gonzalo de Amaranto cumplió diez años de nueva vida. Vivió su décima romería, desde que se recuperara su fiesta perdida en el tiempo a cargo de la asociación de mujeres Villa Cariana, de El Cariatiz. Y con el santo reviven  tradiciones de todo tipo que vuelven a vertebrar esta zona de la vertiente sur de los Filabres que sufrió una fuerte emigración. Hoy día, cuando la zona se puebla de centenares de británicos, El Cariatiz vuelve a sacar su santo llevado de brazos en brazos. Así es esta romería desde que muriera hace dos años Severiana, la mula que lo acarreaba.

Todo el día  La romería comenzó el pasado viernes a las 9 de la mañana en El Mayordomo, donde el sacerdote Paco Martínez Botella ofició la misa antes de cambiar su rol y sumarse con su instrumento a la Cuadrilla del Maestro Gálvez, formación musical y de baile que fue jalonando con parrandas, soleares, peteneras y jotas todas las paradas del santo. La primera fue en Los Herreras, luego en Las Fuentes, posteriormente en el Horno de Los Andreses, donde se hizo una ofrenda de pan recién hecho. La gente se iba sumando a la romería a pie, en total unos seis kilómetros. Los niños fueron transportados en una furgoneta descapotable.
Esta fiesta ha recuperado tradiciones y patrimonio del valle de Cariatiz, como las antiguas eras y las fuentes. No ha necesitado apoyo público, pues las mujeres que lo organizan se bastan con una rifa para luego sufragar el desayuno con buñuelos, piñonates y chocolate. En otra parada, en la plaza de los Alías, un grupo de niñas bailó sevillanas. 

En casa  A las dos acabó la romería, con más baile y música en Los Martínez, esta vez pasodobles hasta el anochecer.  Al santo que antes bendecía cosechas y animales ahora le espera pasar por algunas casas donde le han encargado varias promesas antes de volver a la de Juan y María, donde pasará tranquilo todo el año antes de volver de fiesta a su romería.