El pueblo de Almería que entró en la historia del ferrocarril recuerda su pasado con una escultura
Durante décadas, vivió una de sus etapas más prósperas gracias al tren

Inauguración de la escultura.
Hay pueblos que recuerdan su historia con libros, otros con calles y placas y también los que dejan un recuerdo en forma de arte. Es el caso de una pequeña localidad almeriense que no solo formó parte de la historia del ferrocarril en España, sino que fue escenario directo de una revolución tecnológica que marcó un antes y un después en el transporte nacional. Un lugar donde el rugido metálico del tren, el vapor y el ritmo de las ruedas sobre los raíles fueron identidad, progreso y futuro.
Durante décadas, Santa Fe de Mondújar vivió una de sus etapas más prósperas gracias al ferrocarril. Muchos de sus vecinos trabajaron vinculados a la línea, y otras tantas familias llegaron atraídas por aquel progreso.
Aquí, en 1911, se inauguró la primera línea eléctrica de ferrocarril de España, exactamente en el tramo Santa Fe–Gérgal. Ni Madrid, ni Barcelona, ni Bilbao. Un pequeño municipio almeriense fue el epicentro de uno de los hitos tecnológicos más importantes del país.
Más de un siglo después, ese pasado ha vuelto a hacerse visible con la inauguración de una escultura de bronce dedicada a los ferroviarios. La pieza, instalada en un espacio que antaño fue trinchera por donde pasaban trenes a diario, representa la figura del guardaagujas o guardavías, aquel cuya labor aseguraba que cada trayecto fuese seguro, preciso y posible.
La escultura no pretende solo embellecer el entorno: quiere recordar a los maquinistas, a los revisores, a los operarios, a quienes vivieron y trabajaron con orgullo en una profesión que marcó para siempre la identidad de Santa Fe de Mondújar. y es que aquí es difícil encontrar a alguien que no tenga un familiar ferroviario.
Hoy, Santa Fe de Mondújar mira esa figura de bronce con orgullo y con el deseo de que nadie olvide lo que significó aquel tren que un día cambió la vida del pueblo para siempre. Una memoria fijada en metal para que las próximas generaciones sepan que la historia del ferrocarril español también tiene nombre almeriense.