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Forenses en el juicio sobre el crimen de Dalías: "Sabía lo que hacía"

Los médicos encargados del levantamiento del cadáver descartan que el ataque pudiera hacerse de forma "accidental"

La Audiencia Provincial de Almería en una imagen de archivo.

La Audiencia Provincial de Almería en una imagen de archivo.

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Los médico-forenses que se ocuparon del levantamiento y posterior exploración del cuerpo de Mari Ángeles R.G., la dueña del pub 'La Casita' de Dalías (Almería) que murió de una puñalada en el pecho asestada por T.G.S. tras una discusión, han descartado que el ataque pudiera realizarse de forma "accidental", tal y como afirmó el acusado, debido a la "fuerza" e "intensidad" del golpe realizado "directamente" en una "zona vital".

Durante su declaración en la segunda sesión del juicio con jurado, los forenses han dado cuenta de sus informes para detallar, por un lado, cómo se produjo la herida "mortal de necesidad" que el acusado causó en la parte superior izquierda del tórax a la víctima; y por otro lado, para señalar que el acusado estaba en sus cabales y "sabía lo que hacía".

La fuerza impresa en el ataque, con el que el acusado llegó a romperle a la víctima dos costillas y a perforar el pulmón y el corazón, causándole un taponamiento cardíaco que dio lugar a un shock hipovolémico, muestran a juicio de las peritos que el ataque no se produjo de manera fortuita.

Las expertas han apuntado que la herida, de unos ocho centímetros, se produjo con un ataque "frontal" de arriba hacia abajo, toda vez que se registró un movimiento del arma homicida --que no tendría por qué haber aumentado su sufrimiento, según han apostillado-- antes de sacar del cuerpo de la víctima la punzante hoja del cuchillo.

Sobre este aspecto, han dado cuenta de que la agresión se realizó con un cuchillo "muy afilado", puesto que una hora antes del crimen el acusado había acudido a que le arreglaran la punta y lo amolara. "Intervienen los dos factores: la fuerza y que el cuchillo estuviera recién afilado", han detallado a preguntas de la defensa.

Asimismo, han explicado que la segunda herida hallada, en la mano izquierda de la víctima, revela algún tipo de "defensa para desarmar o protegerse" de su atacante en el momento de los hechos.

"Parece que intentó pararlo", han asegurado al respecto si bien, han precisado, que toda la situación se desenvolvió en cuestión de "unos minutos" por lo que tampoco se han hallado otras heridas defensivas. "Una vez que el corazón se tapona, no da tiempo a más", han advertido.

Ni enfermedad ni arrebato

Contundente ha sido también la declaración prestada por los forenses que exploraron al acusado y realizaron el informe psiquiátrico al determinar que T.G.S. no presenta "enfermedad mental de ningún tipo que le impida comprender los hechos" así como tampoco que pudiera actuar a causa de un arrebato.

"Sabía lo que hacía antes, durante y después de los hechos. No hay una alteración emocional", han concluido tras dar cuenta de que el ataque mortal se produjo tras "una discusión previa" sin que se atisbara "en absoluto" una "pérdida de control" del acusado.

Más declaraciones

Durante la sesión han declarado además los agentes de la Guardia Civil quienes realizaron la investigación y recogieron los vestigios del crimen, tanto en la Plaza Olmo donde se sucedieron los hechos, como en la vivienda del acusado, donde fue localizada el arma que había ocultado en una caja sobre un armario.

Los agentes han coincidido en que, tras dar con T.G.S, quien se hallaba oculto bajo la cama de su vivienda, este "colaboró" en todo el registro, llegando a indicar incluso dónde había depositado el arma, sus ropas u otros elementos, como el ticket de la compra que realizó minutos antes de que tuviera lugar el suceso.

"Estaba coherente y tranquilo. Fue indicando cómo se sucedieron las cosas", ha afirmado la instructora del atestado, quien ha detallado cómo, en su declaración ante los agentes, el acusado aseveró que había cogido el cuchillo que llevaba en un bolsillo trasero del pantalón con el mango cubierto por una bolsa de plástico que dejaba solo la hoja al descubierto.

Según los agentes, el acusado "sabe lo que hizo" más allá de que se pudiera ver afectado de algún modo después de que la víctima le rociara con un espray defensivo que le empañó las gafas de sol que portaba. "No dijo que viera cómo lo clavaba, dijo cómo lo hizo", ha precisado la instructora.

El ADN del agresor y la víctima se halló en varias prendas, el arma homicida y en el bote de espray empleado por la mujer antes de recibir la puñalada mortal. Sobre este elemento, uno de los agentes ha precisado que no se trataba de un "gas pimienta" sino de un espray "defensivo" empleado para "perturbar".

"Unas gafas de sol, que tienen parte de esa pintura roja en espray, protegieron a T. de que le cayera en los ojos", ha aseverado uno de los agentes, quien ha rechazado conforme a los análisis químicos que ese tipo de pintura pudiera escurrirse. "Es un gel, impregna pero no chorrea", ha dicho para descartar que el acusado pudiera tener su visión directamente afectada en el momento de los hechos.

Con la práctica de todas las pruebas, tanto la Fiscalía como las acusaciones particulares han elevado a definitivas sus conclusiones por las que reclaman, respectivamente, la imposición de penas por delitos de homicidio y de asesinato; toda vez que la defensa ha solicitado la libre absolución o, de forma alternativa, una condena por un delito de homicidio imprudente. El juicio continuará el jueves con la lectura de informes y la entrega del objeto de veredicto.

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