Almería espera una PAC que apoye un refuerzo en la comercialización
Almería espera una PAC que apoye un refuerzo en la comercialización
La reforma de la PAC, que cumple sus últimos trámites antes de llegar al Parlamento Europeo a principios del mes de julio, preocupa al sector agroalimentario almeriense por el recorte en los fondos comunitarios, pero más en lo que se refiere a las medidas que se destinarán a mejorar los mecanismos de los mercados.
Para analizar las cuestiones relacionadas con la propuesta de reforma, en la que trabajan a tres bandas el Parlamento Europeo, el Consejo y la Comisión, la Junta de Andalucía reunió ayer en Almería a cerca de doscientos representantes del sector, una cita a la que acudía la directora general de Agricultura y Alimentación, Judith Anda.
Tres puntos centran el posicionamiento de la Junta y de la mayor parte del sector: por una parte la exigencia de que no se reduzcan las ayudas, elemento esencial para el mantenimiento de la renta y que pueden sufrir un recorte del 31 por ciento de mantenerse la propuesta actual. De otra que las ayudas se vinculen a la producción, puesto que Andalucía acapara más del treinta por ciento de la producción española. Y un tercer elemento que se considera de importancia y son las medidas encaminadas a mejorar la gestión de los mercados, a establecer exenciones a las normas de la competencia para permitir que se fijen precios mínimos para evitar la venta por debajo de costes de producción, y a establecer mecanismos de control de los mercados globales para evitar abusos de posición dominante o prácticas que atenten contra los productores.
En la implementación de las normas y de las ayudas será importante el papel del Estado y Judith Anda confía en que el ministro de Agricultura sea sensible a las demandas del sector hortofrutícola cuando, en el próximo mes de julio, defina las líneas maestras de la aplicación de la PAC en España.
Andalucía recibe cada año en torno a los 2.000 millones de euros y el objetivo sería el mantenimiento de esas ayudas porque “de ellas dependen cerca de 300.000 puestos de trabajo directos, otros muchos indirectos y un sector productivo preparado para competir en los mercados”. El recelo llega a la hora de definir el reparto y es que se rechaza el pago por superficie y se pide que se vincule a la producción.