La Voz de Almeria

Provincia

Almería también tiene un Vaticano

Y también está en fase de renovación y modernización ante los nuevos tiempos

Edificio de Servicios Múltiples de Macael conocido popularmente como Vaticano.

Edificio de Servicios Múltiples de Macael conocido popularmente como Vaticano.

Manuel León
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El Vaticano de Almería está en las cumbres de la provincia junto a los vientos helados de Los Filabres; tiene su cúpula blanca y su pavimento también nacarado, como el de la Ciudad Eterna; y también tiene su Papa, que debe de ser, por patronía, Raúl Martínez Resquejo, y hasta su camarlengo, que será el teniente de Alcalde. Raúl, el pontífice de ese vaticano de pueblo, alcalde del municipio, no tiene ningún sobrenombre, ni Benedicto ni Pío ni Inocencio. La vida de Macael, como la de Roma, gira en torno a esa cúpula tallada del color del armiño, como el hijo de la luna de Mecano. Allí no ha estado pontífice máximo alguno, pero sí el rey y la reina (ésta por partida doble) de España.

El Vaticano macaelense, se llama en realidad Edificio de Servicios Múltiples, aunque nadie lo conoce por ese nombre funcional, como a Francisco no lo conocen por Jorge. Está en la Avenida de Ronda, al final de un amplio boulevard y tiene su propia bodeguilla como la que hay junto a la Capilla Sixtina. Se llama La Marmita y tienen mucho predicamento sus huevos ribeteados de alcachofas. 

El Vaticano filabrense no tiene el baldaquino de Bernini, pero sí es un espacio que embruja por su amplitud, por el resplandor de su techo, por sus moquetas kilométricas, por sus mesas como plazas de toros cuando se adornan para la ocasión. Porque el Vaticano de Macael es donde se cuecen, una vez al año, los negocios del Norte de la provincia, porque el Norte también Existe, gracias a la piedra. Porque sin piedra no existiría Macael y mucho menos este otro Vaticano vicario o Vaticano bis. En este edificio, casi apostólico, sobre suelo que algún día también fue romano, también hay boato y parafernalia y glamour y sedas y rasos y nardos y caracolas, a pesar de la lejanía con el mar; en el Vaticano de Raúl Martínez se celebran una vez al Año los Premios más colosales de la provincia con varios centenares de invitados, cuando, tras acceder por las escaleras, uno desembarca como en la cubierta del Titanic de primera clase. Allí estuvieron, no hace mucho, entregando galardones a arquitectos y promotores de villas en piedra, Juan Carlos y Leticia, en la misma mesa que el macaelero más universal. 

El Vaticano no está de luto sino todo lo contrario, ni está a la espera de cónclave ni de fumata blanca. Allí, desde hace muchas décadas, todas los relevos se tramitan de forma casi automática, sin solemnidad ni protocolo; en Macael la funcionalidad, el empirismo de Hume, manda sobre lo solemne. Del Vaticano de Macael no se acuerda casi nadie a lo largo del año, más allá de los cardenales locales, pero la provincia entera mira hacía su luz  brillante en la oscuridad cuando llega noviembre. 

El Vaticano de Los Filabres también está en fase de reforma, de renovación, de nuevos aires: va a recibir una inversión de más de dos millones de euros de los fondos europeos para modernizarlo con unos cambios más vanguardistas y con la incorporación de la energía limpia. Esa cúpula, la más grande de la provincia, junto a la de Calar Alto, alberga no solo la reputada cena de los premios anuales, sino también fiestas y eventos musicales varios y las migas populares, donde el Matarromera se convierte en zurrache y la lubina al horno en pailas donde cuerpean sardinas con otros tropezones. 

Pronto veremos como queda el nuevo Vaticano macaelense, el kilómetro cero de los actos de ocio y de negocio de la villa del mármol; pronto veremos también qué nuevo Papa sustituye al argentino que se fue.

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